#8M Opinión: Escribe Alicia Almada

Alicia Almada / Concejal Bloque Renovación Peronista en el FDT

Si bien el Día Internacional de la Mujer hunde sus raíces en el movimiento obrero de mediados del siglo XIX, en un momento de gran expansión y turbulencias del mundo industrializado, en el que la mujer comenzó a alzar cada vez más su voz y organizaron convenciones reclamando igualdad de derechos laborales, civiles, religiosos y políticos, el derrotero que enmarca la fecha en el siglo XXI profundiza y amplía aquellas y nuevas reivindicaciones.

Reflexionar sobre su significado hoy en Argentina y particularmente en nuestra ciudad es un ejercicio ineludible de historicismo sociopolítico, es una práctica necesaria de revisión de conceptos y conductas pasadas y presentes, es una invitación al conjunto de todas y todos a la lucha activa y cotidiana, es accionar más allá de la efeméride, es transformar en cada toma de decisiones la realidad de nuestras mujeres y también de nuestros hombres y diversidades sexuales, es en definitiva, caminar juntos hacia una sociedad más justa e igualitaria.

Si de historicismo hablamos, no podemos obviar que mientras las Naciones Unidas fijaban el 8M como Día Internacional de la Mujer en 1975, en Argentina se avecinaba la más sangrienta dictadura militar bajo la cual se secuestró, torturó y mató a miles de mujeres, hijas, hermanas, madres, amigas, compañeras a quienes se les arrebató la vida en la clandestinidad; en contrapartida, el mundo vio nacer a un grupo de Madres y Abuelas, valientes mujeres que enfrentaron al poder con el único propósito de buscar a sus hijos y nietos, vivos o muertos; se luchó por la vida, por la verdad, y también por la Justicia.

Un párrafo aparte merecen las mujeres invisibilizadas de la lucha independentista, las mujeres argentinas del interior profundo en sus luchas cotidianas por la supervivencia y por insertarse en una sociedad capitalista que las obligó al desarraigo en muchos casos bajo condiciones precarias de vida y sin derechos laborales; las mujeres inmigrantes y sus conmovedoras historias, las primeras en acceder a cargos políticos, las primeras mujeres sindicalistas, las trabajadoras, las amas de casa, las intelectuales,  la mujer rural, la indígena y la figura femenina inspiradora de María Eva Duarte de Perón que con plena vigencia acentúa el rumbo por la independencia económica, la soberanía política y la Justicia social; bajo esas premisas podemos entender que sin justicia social, nuestras mujeres no pueden desarrollarse en plenitud.

Leyes argentinas como la de Cupo femenino, la de Trata de Personas, la de matrimonio igualitario, la de derecho al aborto, la Ley Micaela, la Ley de ESI, el cupo laboral trans, entre otras son la síntesis de las luchas feministas desplegadas por la militancia de la última década y que se constituyen en vanguardia de América latina; Sin embargo, transitamos el duro y lento proceso de internalización de estos derechos consagrados , tanto en Instituciones como en personas que ostentan cargos y funciones públicas en sitios estratégicos; los medios de comunicación y las redes sociales se han transformado en uno de estos enclaves, siendo un aliado para la visibilización de los hechos pero con el deber aún pendiente de la formación y capacitación en el abordaje de la violencia machista.

De la mano del sistema capitalista, se profundizó el sistema social del Patriarcado, el rol de la mujer se redujo a la vida privada y a la misión indelegable de criar hijos funcionales al modelo socioeconómico, alimentando un círculo vicioso de prácticas y costumbres que no dieron lugar a la diversidad: hacer consciente esta realidad y los efectos nefastos que conllevan los mandatos sociales es el desafío que enfrentamos; desnaturalizar las palabras, los conceptos, los pequeños actos cotidianos es tarea de todas y todos; también es cierto que este desafío no se logra en soledad, resulta imprescindible trabajar con el otro, requiere información, capacitación, una gran empatía y perseverancia. Así lo han entendido las múltiples organizaciones que en nuestra ciudad operan cotidianamente asistiendo a víctimas de violencia de Género y familiar, así debe entenderlo cada persona que integra los poderes del Estado, si este cambio cultural se fragmenta, la igualdad y equidad de Géneros sigue siendo una utopía.

Que este 8M nos convoque a recordar a miles de mujeres víctimas del Patriarcado y la violencia machista. Que nos invite a reivindicar los derechos conquistados y sostenerlos. Que podamos reservar un momento también de retrospección y podamos notar los logros observados en nuestras propias historias. Que podamos revisar un poco de lo mucho que estamos haciendo mal. Que sepamos que ceder privilegios no nos hace más débiles sino mejores personas. Que podamos ser sororas de verdad. Que no se trata de una lucha de hombres contra mujeres. Que se trata de construir una mejor Humanidad.

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