Cannabis: el proyecto de cultivo experimental tiene su espacio en la FIO

Un módulo de 30 m2 se instaló en el Complejo Universitario.


El primer proyecto de cultivo experimental de cannabis de Olavarría avanza a paso firme. El lunes quedó instalado en el predio de la Facultad de Ingeniería de Olavarría el módulo habitacional donde se llevarán adelante los procesos.

El espacio fue cedido por una empresa local, duplica la superficie proyectada al inicio y hay mucha expectativa para comenzar a trabajar, expresó el investigador de la Facultad de Ingeniería y director del proyecto, Dr. Gastón Barreto. De la iniciativa también forman parte la Facultad de Ciencias Sociales, la Clínica María Auxiliadora y la organización Cannabis Activa Olavarría.

Una búsqueda con final feliz

El proyecto fue aprobado a fines del 2020 en el marco de una convocatoria de la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología de la UNICEN. A partir de allí, el grupo de trabajo comenzó a pensar en lugares donde instalar el cultivo de las genéticas de cannabis que se emplean localmente con fines medicinales y terapéuticos.

La importancia de un espacio propio radicaba en contar con medidas de seguridad y control de acceso al mismo. “Todos los lugares que podíamos utilizar en los edificios del Complejo eran espacios comunes, donde esas cuestiones se complejizaban bastante”, explicó Barreto. Por eso mismo los primeros meses del año estuvieron dedicados a la búsqueda de un container o algo similar que reúna las características de un lugar independiente. “Es un espacio completamente exclusivo, donde estará limitado el acceso para no generar contaminaciones por el ingreso de personas u otros agentes, ya que hay que controlar las variables internas todo el tiempo”, sostuvo.

También influyó la propia identidad del proyecto, aseguró el químico: “Al ser un proyecto interdisciplinario con varias patas externas a la Facultad de Ingeniería nos resultaba más cómodo y autónomo insistir con un espacio aparte de los edificios donde se realizan otras actividades totalmente diferentes”, señaló

El módulo habitacional fue cedido por la empresa IMPO. Está aislado térmicamente y tiene 32 metros cuadrados, el doble de lo que se proyectó en un principio. Llegó plegado y fue montado en horas, a metros del edificio de Ingeniería Química y Tecnología de los Alimentos de la FIO. “Vamos a usar un poco más de la mitad de la superficie total, porque ya tenemos el cálculo y los fondos destinados al sistema de control de variables para los metros cuadrados originales “, explicó Gastón Barreto.

Allí dentro se harán divisiones para contener un sector de cultivo para floración y vegetativo, un espacio de sanitización para eliminar contaminantes externos y un espacio de trabajo para las y los integrantes del proyecto. Además, existen posibilidades de montar un lugar para el análisis del proceso de secado y curado del material, en caso de que el proyecto crezca hacia nuevos desafíos científicos.

Futuro verde

Si bien en principio el cultivo iba a trabajar con dos especies de cannabis que se emplean actualmente, el director del proyecto adelantó que se incorporará una tercera especie, alta en CBD y baja en psicoactividad, que apunta a dar los primeros pasos en lo que tal vez será un proyecto de producción local. Este escenario se presenta ante el interés del Laboratorio de Producción Publica de Medicamentos instalado en el Hospital Municipal que, en línea con la Agencia Nacional que nuclea estas entidades en todo el país, proyecta en el mediano plazo reemplazar la importación de derivados de cannabis con usos medicinales, terapéuticos y paliativos. “Es el objetivo productivo a nivel nacional en lo inmediato”, aseguró el Dr. Gastón Barreto.

El objetivo principal del cultivo experimental será realizar un seguimiento cualitativo y cuantitativo de la evolución de las especies bioactivas conocidas (THC, CBD, CBN, carifileno, mirceno, linalool y limoneno). En paralelo se sistematizará la información en virtud de los tratamientos médicos que actualmente se llevan adelante con derivados de las mismas genéticas que se van a cultivar. Para eso se cruzarán conocimientos de química, medicina, antropología y saberes populares.

Esta sinergia es el corazón de la iniciativa, de gran pertinencia social. “El panorama ahora es mucho mejor gracias a la colaboración de IMPO y particularmente de Gonzalo Atchugarry, quien puso a disposición este módulo para comenzar a trabajar en condiciones más que satisfactorias”, agradeció el docente de la Facultad de Ingeniería.

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