Otra vez la Sala B
Sobre la lucha, la exclusión y la muerte

Por Emiliano Llorente, militante del MTE.
Otra vez llegan esos mensajes.
“¿Estás?… Se murió el Fede.”
“Se suicidó la china”
“Internaron a la mamá de la gorda.”
«Falleció la Gabi»
Mensajes que no terminan nunca.
Otra vez la Sala B: los gritos, el llanto.
Un llanto que no es por la muerte, sino por la vida.
Porque lo injusto no es la muerte:
lo injusto es la vida.
Una madre que llora porque no puede comprar leche.
Otra que prende fuego la ropa vieja en la salamandra
porque el frío te desgarra.
Un vendedor ambulante con los ojos rojos,
que vuelve con el bolso lleno,
sin saber qué carajo va a comer esta noche.
Un cartonero viento en contra,
que llegó tarde al galpón y volvió con las manos vacías.
Una madre desesperada porque su hijo
se revienta de consumo y no sabe adónde llevarlo.
Una hermana que pide por favor un pasaje para viajar a un hospital.
Cientos de mensajes, por una bolsa de mercadería, suplicando por trabajo.
Otra vez el llanto de la Sala B no es por la muerte:
es por la vida.
Porque esa madre que hoy se despide de los suyos
peleó todos los días:
peleó para traer el mango,
para que sus hijos no sufran con el agua que gotea en el techo de nylon,
lloró por el que cayó preso
y por el que se perdió en la oscuridad de la droga.
Lloro, y peleó para ser feliz aunque sea un rato,
para reírse un rato,
para que sus hijos sean felices aunque sea un ratito.
Otra vez en la sala B se escucha “que injusta es la vida”
Otra vez las chapas, otra vez la bronca,
otra vez una madre que llora a su hijo
que se lo llevó la pipa, que se lo llevo la calle.
Otra vez la sala B se llena de rabia,
de bronca contra lo injusto de nacer sin nada,
sin una sola oportunidad.
Otra vez en la sala B se pregunta “¿cómo estás?”
y otra vez se responde:
“Acá andamos… en la lucha.”
Otra vez la Sala B despide a un compañero
que hace quince días estaba con nosotros en la cooperativa.
Pero cuando llegó al hospital ya era tarde:
lo que había que hacer, había que hacerlo antes.
Por eso nos organizamos,
por eso peleamos,
por eso luchamos.
Para que nunca más nos digan
que ya no se puede hacer nada.
Porque ya no vamos a aceptar
que digan que son pobres porque quieren,
que son vagos,
que cagan en un balde,
o que son todos chorros.
Peleamos porque está todo al revés.
Al pueblo pobre le robaron todo:
le robaron la tierra, la salud, la educación.
Se robaron miles de infancias.
Peleamos y nos organizamos por eso.
Porque vamos a recuperar el futuro que se robaron.
Porque lo único que nunca se van a robar es la esperanza:
la esperanza de vivir mejor. Por eso peleamos.
Caiga quien caiga.
Por un mundo sin esclavos ni excluidos.