Diego Lurbe: «Dejamos de tener esa importancia como industria cultural»

El Director de la Orquesta Sinfónica Municipal, Diego Lurbe es parte este domingo de “Las Diez por WhatsApp de En Línea”.


Foto: Diario La Capital de Mar del Plata

Aprovechando las nuevas maneras de hacer periodismo en los tiempos que corren, En Línea Noticias continúa con este nuevo formato de entrevistas. Diez preguntas, diez respuestas.  Dirigentes, referentes sociales, funcionarios, políticos y protagonistas de la vida diaria de la ciudad y la región serán parte de “Las Diez por WhatsApp de En Línea”.

Este domingo se sumó a la propuesta el Diego Lurbe, Director de la Orquesta Sinfónica Municipal.

El 5 de abril va cumplir 48 años. Diego Lurbe nació en Olavarría. Inició sus estudios a muy temprana edad, mostrando preferencias hacia los instrumentos aerófonos. Comenzó en 1982 su carrera como oboísta en la Banda Infantil Municipal de Olavarría y desde 1983 se dedica a ejecutar el saxofón. En 1985 abordó el estudio del fagot y en 1989 ingresó al Conservatorio Nacional de Música «Carlos López Buchardo» de Capital Federal, donde estudió con el mto. Guillermo Roura fagot, cursando las materias complementarias de la carrera de Profesor Nacional de Música con especialidad Fagot, título al que accedió en 1993 con las mas altas calificaciones, recibiendo Medalla de Oro por Promedio Destacado que otorga la Cooperadora de dicha institución. Su recorrido por el mundo de la música registra que integró la Orquesta Juvenil Argentina como fagot solista, dando conciertos en salas destacadas de las ciudades de Rosario, Tucumán y Salta, y en la Capital Federal en el Teatro Gral. San Martín y en el Salón de conferencias de la Casa Rosada. Fue Subsecretario de Cultura, Educación y Turismo de la Municipalidad de Olavarría durante la gestión del ex Intendente José Eseverri. En 2007 participó de la fundación de la Orquesta Escuela Municipal de Olavarría, proyecto que continúa en la actualidad. Este proyecto surge con la necesidad de ofrecer un espacio de formación integral, en especial para niños y jóvenes de todos los niveles socio-culturales y particularmente para aquellos que se encuentren en riesgo social. Lo conforman dos núcleos en los barrios Facundo Quiroga y Lourdes. Actualmente se desempeña como Director Titular de la Orquesta Sinfónica Municipal de Olavarría y de Mar del Plata, es Director Artístico de la Fundación el Sonido y el Tiempo de la Región Pampena desde 2009; es vice-presidente de la Asociación Filarmónica de Olavarría (AFO); y es docente del Conservatorio de música de Olavarría.

¿Qué significa para usted la música?

La música ha sido el camino de mi vida. Me gusta pensar que ella me eligió a mi y me posibilitó transitar la vida al lado de ella. Siento que todo lo que logré, lo logré por la música y que me esforcé mucho para poder hacer de la música mi profesión. En un lugar, un espacio, un momento adverso. No hablo sólo de Olavarría, sino de Argentina y América donde la profesión de músico no es una cuestión reconocida como tal. Significa todo y por supuesto que soy un agradecido de poder hacer lo que me gusta, mi pasión y poder vivir de eso.

Hoy está al frente de la Sinfónica de Olavarría y de la Sinfónica de Mar del Plata. ¿Cómo define usted su momento profesional?

Es un momento que disfruto mucho. Más allá de que son momentos de muchísimo trabajo, muchísimo esfuerzo y muchos viajes. Aunque parezca sencillo es muy complejo estar al frente de la gestión de dos Orquestas. Celebro que lo pueda hacer, aprovecho que lo puedo hacer. En Mar del Plata y Olavarría me siento en un lugar muy cómodo donde puedo moverme con libertad. Por supuesto que en todos los lugares hay dificultades, no escapa a la media de otras Orquestas del país y la provincia. Siempre soy una persona muy positiva, a través del sentido que le dio la música a la vida lo sobrepongo y trato de trasladarlo a las Orquestas. Si, es un gran momento.

Vivimos tiempos muy rápidos y fugaces. Todo pasa muy rápido y pareciera no dejar nada. ¿Afecta en los desafíos profesionales de alguien que realiza música desde un lugar como el suyo?

La velocidad y la vorágine del tiempo nos termina afectando a todos. En lo personal, a veces, las cosas pasan rápido y lo que siento que no las disfruto como yo las quiero disfrutar. A medida que voy cumpliendo mas años, intento disfrutar y ser más consciente de los momentos. No escapamos a esta carrera en la que estamos sumidos socialmente. Tal vez el momento que más disfruto es cuando mágicamente uno mueve la batuta y comienza a sonar la música y ahí siento que el tiempo se detiene. Cada uno de los compaces se me hace eterno hasta que transcurre el tiempo y termina la obra. Son momentos mágicos y que quedan. Me permiten pensar y revivirlos después de un concierto. Así encentro que freno la carrera de la vida.

Un diagnostico y alejado de los nombres propios. ¿Cómo está la política cultural de Olavarría?



Creo que fue una buena incorporación la de Agustina Marino, a la Subsecretaria de Cultura. Es una persona formada, con una visión de la Cultura, del trabajo que muy amplia y moderna. Además con conocimiento de las actividades y los artistas de la ciudad. Tiene proyección de cosas por rehacer en la ciudad. Creo que el presente es auspicioso y ojalá que devenga en otro momento de lo que fue Olavarría culturalmente. Dejamos de tener esa importancia como industria cultural que lícitamente tuvo la ciudad y con trabajo, tiempo, esfuerzo y decisiones se va a recuperar.

En la ciudad se han ido abriendo espacios culturales independientes o alternativos. ¿Puede sostener Olavarría ese circuito?

Cuando surgen espacios culturales en una ciudad, y en una ciudad como Olavarría, de manera independiente; es porque seguramente hay una necesidad de que ese espacio exista para fomentar la producción cultural, el intercambio. Y, fundamentalmente, el quehacer. Yo creo que en Olavarría hay un movimiento cultural under y poco visible, a veces. O que no es tan popular y que hace que recaigan en este tipo de espacios. No puedo arriesgar si esto si perpetuará en el tiempo o será a corto plazo. Lo que sí es cierto es que lo celebro porque me parece que demuestra el interés y las ganas de sectores de poder manifestarse en un espacio artístico. Lo que no sé es en qué condiciones funcionan y por supuesto que me imagino la dificultad económica para llevar adelante este tipo de espacios. Siempre termina siendo complejo. Fundamentalmente, porque en ciudades como las nuestras es difícil conseguir recursos y los proyectos de autogestión tienen que tener mucho trabajo de campo y mucha proyección y gente capacitada como para poder sostener en el tiempo esos espacios. Pero vuelvo a repetir que me parece una buena señal que haya este tipo de espacios.

Quién o quienes han pensado en el desarrollo cultural de Olavarría. Aquí si pedimos personalizaciones y algún fundamento.

A veces es difícil poner en nombres o personalizar quiénes son los responsables de que sucedan o dejen de suceder las cosas. Me parece que lo que pasó en la cultura de Olavarría tiene que ver con muchos años y sería injusto nombrar una persona porque hay otras personas que trabajaron en el cimiento, en lo que fueron los inicios de la proyección cultural. Yo tuve la oportunidad de trabajar en Cultura. De formar parte de un equipo que trabajaba para la cultura de la ciudad. Me parece que fue un momento muy bueno. En ese equipo había personas de diferentes géneros y que venían a Cultura por diferentes trayectorias. En mi caso, soy un músico de la ciudad y llegué desde ese lugar. Había otras personas que venían con formación, como por ejemplo Agustina (Marino). Como Eduardo Rodríguez, que venía desde la política. Y me parece que en ese momento había una proyección interesante. No lo digo desde lo personal porque no me gusta decirlo de esa manera. Había una decisión clara de una política cultural activa. Me parece que uno no tiene que pararse en lo que pasó en esa época sino que hay que hurgar en la historia de las políticas culturales de la ciudad y cómo fue creciendo. Creo que fue una construcción colectiva de muchos años y de muchos gobiernos y de políticas que continuaron. Independientemente de un cambio de gobierno, me parece que siempre se mantuvo una misma lógica. Y ahí está la riqueza de poder haber tenido la visibilidad que tuvo en su momento. Sí había una decisión política de que se entendía a la política cultural como una necesidad y como un derecho y no como un gasto o una pérdida de tiempo. Me parece que eso es importante como definición. Lo digo en particular en la ciudad. Pero en lo general, para nuestra provincia, para nuestra Nación y para América. Las políticas culturales tienen que ser revalorizadas y tenidas en cuenta como formas de crecimiento y sostenimiento de cualquier pueblo. Olavarría supo estar a la vanguardia de ese tipo de políticas. Siempre pienso que son lugares a los que se regresa.

La gente valora los esfuerzos del que hace en Cultura o se queda tan sólo en lo que ve

Me parece que aún falta un cambio de pensamiento para la valoración de la cultura en general. No hablo en particular de Olavarría. Es un sentimiento que tengo generalizado. Tal vez es una función de los actores culturales: el hecho de comenzar a enseñarle a la gente por qué debe ser importante la cultura, por qué debe ser importante la educación; el por qué de nuestra existencia. Creo que es una tarea que la tenemos que hacer desde ahí. Y posiblemente, las políticas públicas tienen que ayudar para darle importancia y el marco que necesita una política cultural o una política educativa. Cuando hay un sector de la gente que no le interesa una temática, lo más probable es que sea por desconocimiento y ahí es donde tenemos que actuar y poner en valor el porqué de una política cultural (¿por qué es importante trabajarlo desde lo pequeño a lo más grande?). No sé, el poner en funcionamiento un taller municipal a un mega evento, o un concierto o una puesta de un gran artista en un museo tiene el mismo valor para una persona que hace política cultural. Y hay que dirigir un poco más la mirada, me parece a mí, a los adolescentes, a los niños. Obviamente, sin olvidar a las personas adultas. Pero fundamentalmente para que el consumo cultural se transforme en un hábito. Es muy complejo porque hoy hay muchísimas actividades a la mano de un niño o un adolescente (con internet y con todas las tecnologías) Y es muy difícil competir contra eso. Pero yo creo que no es imposible. Y se puede lograr porque se puede trabajar desde ámbitos pequeños. Pero sí es importante que nosotros seamos los encargados de demostrar por qué es importante la cultura, el consumo cultural, el disfrute cultural y la defensa de la Cultura.

¿Con quién le faltó subirse a un escenario? Seguro hay más de uno, pero queremos que elija uno y nos diga que hubiese sucedido si pasaba.

La verdad es que no me imagino con quién. Porque se me vienen a la mente un montón de artistas. Instrumentistas, directores, cantantes con los cuales me gustaría o me hubiese gustado compartir escenario. Tal vez poder haber compartido un escenario con Directores de la talla de Claudio Abbado o del actual Gustavo Dudamel, de Sir Simon Rattle. De esa gente que tiene otro vuelo. Me hubiese gustado para poder sentir de primera manera dónde es que ellos hacen esa diferencia que los transforma en grandes artistas. Por supuesto nuestro Daniel Barenboim nuestra Martha Argerich, personas que hacen la diferencia justamente por la trascendencia que les dan a las obras que interpretan. Me imagino con cualquiera de ellos disfrutando de compartir un escenario.

¿Es un prejuicio o la música sinfónica, lo que usted hace, sigue siendo un poco elitista?

En realidad, desde que tengo uso de razón, en cuanto a mi trabajo dentro de la música clásica, de la música sinfónica; siempre tuve esa necesidad de acortar las distancias que había con las personas que no tenían acceso a este tipo de música. En general para mí y para mi pensamiento, la música es una sola. A mí me gusta pensarlo de esa manera. Y disfruto tanto escuchar folclore, tango, rock o música clásica. Y desde ahí salió eso de que la música es una sola y está dividida en géneros. Creo que lo importante es el rol que tenemos como Orquesta Sinfónica y que me compete a mí en particular como Director. El de acercar esas aparentemente diferentes culturas. El hecho de que uno incluya en los calendarios musicales a artistas «populares» tiene que ver con esa idea de buscar nuevos públicos y retener públicos que también provengan de otro tipo de géneros. Como Jairo, Nito Mestre o cuando hacemos algo con el Ballet Folclórico, o cuando para los 9 de Julio intento hacer música que evoque nuestro folclore, a tocar a nuestro Piazzolla, etcétera, es justamente con la intención de acercar la brecha y mezclar también, porque eso es lo importante, que a veces es posible y a veces no. Pero si yo tengo la posibilidad de tocar con Nito Mestre, también lo importante es que en ese momento yo pueda tocar una obertura de Mozart, de Beethoven, de Tchaikovsky. Y que la gente que fue a ver a Nito Mestre, más allá de que esté acompañado por una Sinfónica, escuche otro tipo de música. Y al revés, las personas que fueron a ver a la Sinfónica, vea a Nito Mestre. Ojalá se entienda esa dualidad. Pero el elitismo tiene que ver también con una falta de educación. Yo desde siempre intento que las personas vayan al Teatro a ver que la música que nosotros hacemos es música popular, en el mejor sentido de la palabra. Y que la puedan disfrutar. O que le puedan decir me gusta no me gusta como le pueden decir a otro género musical o a otra cosa que no les llega. Pero sí hay que seguir trabajando. Porque todavía quedan esas imágenes de que es sólo para un sector. De las mejores cosas que me han dicho cuando he terminado conciertos es muchas personas me dicen «No sé nada de música, pero disfruté mucho de lo que hicieron” La verdad es uno de los mejores elogios; porque en realidad no está cargado de prejuicios, no sabe de música y que va a escuchar y que se va a dar cuenta del defecto y va a criticar ese defecto. La crítica es constructiva igual, lo tomo desde un lado positivo. Sino que es una persona que nos prestó el alma un ratito y que pudo disfrutar de lo que hacemos nosotros arriba del escenario. Ese es el ideal. Esa es la búsqueda.

Tendrá desafíos y pendientes suponemos…

Foto: Rionegro.com

Yo estoy agradecido a la vida por todo lo que me toca vivir. Fundamentalmente de mis seres queridos, de mi familia, de mis padres que me encaminaron por este lado, de mi esposa y mis hijos que acompañan también esta elección de vida y de todas las personas que forman parte de este camino. Este es un camino, más allá de la profesión de Director es muy solitaria; es un camino que se hace de a muchos, de manera colectiva, no de manera individual. Entonces, siempre hay desafíos y cosas pendientes. En lo personal los desafíos son de poder ampliar mi repertorio, de tocar obras que todavía no he podido llevar adelante. este año, seguramente, aquí en Mar del Plata haga obras de Berlioz que ya representan un repertorio muy importante. Y que son obras trascendentales para lo que es la historia de la música clásica en general. Los desafíos en mi caso, apuntan a eso. A poder acrecentar mi repertorio y bueno, sueño con que también pueda tener acceso a otras Orquestas para compartir escenario con otros colegas, con otros músicos y eso es también un poco lo que nos alimenta y la llamita que siempre tenemos encendida como músicos como para darle sentido a nuestra carrera.

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