#IndioEnOlavarría / Las esposas de las victimas estuvieron en La Colmena

El Diario Clarín repasó, en entrevista y vídeo, la llegada de las esposas de los dos muertos durante el Recital del Indio Solari a Olavarría. 


 

Fotos: Ruben Digilio / Crónica: Julieta Roffo

«En doscientos metros, gire a la derecha», dice la española del GPS. Apenas después, insiste: «Gire a la derecha». Instintivamente, María José Suárez clava los ojos en la fila de casas que hay sobre la mano izquierda de la calle por la que circula el auto. Le da la espalda -por algunos segundos más- al descampado que de repente aparece de la mano de enfrente, cuando a las calles de Olavarría se les termina el asfalto y les empieza la tierra. Es que a la derecha está el predio «La Colmena»: la última vez que María José estuvo acá fue la noche del 11 de marzo. Su marido, Javier León, de 42 años, empezó a vomitar durante las primeras canciones del recital de Indio Solari. Junto a su hijo Luca, de 17 años, lo llevaron a una carpa sanitaria. Les dijeron que tenía la presión baja, le inyectaron suero y lo dejaron ir. Volvieron a la carpa cuando Javier se descompensó por segunda vez. Entonces les explicaron que iban a trasladarlo al hospital pero que los familiares debían ir por su cuenta. Cuando María José llegó a la guardia, una médica le dijo: «Estábamos esperando que alguien viniera a reclamarlo. Está muerto». Seis meses después de esa noche -se cumplirán mañana- ella camina por el predio y llora: «Acá cambió mi vida para siempre. Y no como cambia tu vida cuando se te cumple un sueño, sino porque acá se fue mi compañero de veinte años y se terminaron nuestros proyectos. Quedé sola, decidiendo qué está bien y qué está mal para nuestros dos hijos, sin que me dé la mano».

 

 

Mariana Fernández también camina por el predio, cerca de donde estuvo el escenario en el que el ex frontman de Los Redondos cantó ante un número de personas que determinará una pericia judicial, pero que se estima en 300.000 aunque la habilitación permitía hasta 155.000 asistentes. «Quisiera saber cuál fue el lugar exacto en el que murió mi marido», dice Mariana, y va y viene por un pasto en el que todavía hay zapatillas, algunas remeras, encendedores, una billetera vacía y un perro muerto. Juan Francisco Bulacio, padre de los cuatro hijos de Mariana y el abuelo de Mía, nieta de ambos, murió en el predio durante el show. La autopsia determinó que fue por aplastamiento y asfixia. En los videos que Mariana encontró cuando le devolvieron el celular de Juan Francisco, su marido cantaba letras ricoteras y gritaba «Esta noche va a quedar para la historia».

El lunes 13 de marzo, Mariana esperaba que Juan Francisco llegara en alguno de los micros que trasladaban a quienes habían quedado varados en Olavarría. Planchó y colgó la camisa que él usaría para ir a trabajar a la fábrica metalúrgica que lo empleaba. «Pero mis hijos empezaron a gritar, se habían enterado por la tele que su papá estaba muerto, y yo no empecé a gritar como ellos, no atiné a abrazarlos», recuerda. Lo peor, sostiene Mariana, quebrada, «es la ausencia todos los días y especialmente en días como los cumpleaños de los chicos o en las fiestas familiares, porque él era el centro de todos los festejos». El próximo gran dolor, anticipa Mariana, será el Día de la Primavera: cada 21 de septiembre su marido la despertaba con una flor. «Este año no va a ser así por primera vez en dos décadas», se lamenta.

 

Las muertes de Bulacio y León son investigadas en la causa judicial cuya carátula es, por ahora, averiguación de causal de muerte. Fernando Burlando, abogado de ambas familias, adelantó que pediría que esa carátula cambie a doble homicidio simple y que se impute a Indio Solari y al intendente de Olavarría, Ezequiel Galli, además de a los dos titulares de la productora En Vivo S.A., ya imputados. «Quisieron decir que las muertes habían sido por sobredosis pero ninguna de las víctimas consumió dosis mortales de nada, y acá estuvo todo mal hecho: había mucha más gente de la que debía haber, no te pedían la entrada, vendían alcohol adentro del predio», describe Burlando. El próximo paso de la investigación será determinar cuánta gente hubo aquella noche en «La Colmena». «Además de ser un cantante, un ícono nacional, Carlos Solari es una persona que debe hacerse responsable de sus actos: él sabía cuánta gente podía ir. No sé si lo voy a ver preso, pero le voy a hacer doler la próstata», enfatiza María José. Para Mariana, que hace pocos días consiguió que en la partida de defunción de su marido figure su nombre y no «NN», «la única manera de reparar esta pérdida es que se haga justicia, y para eso los responsables deben ir presos».

Mariana no logra dormir de noche. En su casa de Garín, espera a que sea de día para acostarse: «Antes no puedo, desde que mi marido se fue no puedo», dice. Algunas de esas noches en vela, tranquiliza a Mía, que llama a su abuelo mientras duerme. En la terraza de la familia León, en Los Polvorines, ya no hay parrilla. «Estaba destartalada y Javi era el que sabía manejarla. Así que la saqué a la calle, porque no aguantaba volver de trabajar cada fin de semana y que él no estuviera preparando el asado», cuenta María José. En el living se apilan las bolsas de cemento. Está haciendo reformas: «La casa estaba como siempre, pero cuando yo llegaba, Javi no estaba más. Así que cambié todo».

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