Lacunza viaja en busca de una misión casi imposible: destrabar los US$ 5.400 M


El ministro de Economía, Hernán Lacunza, se reunirá a mediados de la semana que viene en Washington con técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) -y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- con una difícil misión: destrabar la quinta revisión de la economía argentina por parte de ese organismo multilateral para, de esa manera, asegurarse la remisión de los US$ 5.400 millones pendientes.

Lacunza pisará la capital norteamericana luego de acompañar al presidente Mauricio Macri en una su participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se realiza en Nueva York. Pero el presidente tiene prevista apenas una visita protocolar: se volvería el martes, sin que haya se confirmado por ahora ningún encuentro con autoridades del Fondo, pese a que se rumoreó que podría verse con su director interino, David Lipton. Sí lo hará con Lacunza. 

Aunque si se concreta esa reunión sería considerada una buena señal para la Argentina, el verdadero desafío lo tiene Lacunza. El ministro se verá con el único prestamista que le queda al país en un clima de fuerte desconfianza respecto de la evolución económica del país, que la incertidumbre respecto de cómo será el programa económico después del 10 de diciembre y quién será el encargado de aplicarlo no hace más que acrecentar. 

Lacunza intentará resaltar que el país cumplió con las metas pactadas originalmente. Y en ese sentido, es seguro que resaltará el superávit primario ?antes de pagar deuda- de agosto, difundido ayer por el Banco Central, que se ubicó en los $ 13.746 millones, lo que implica un saldo positivo de $ 48.260 millones en lo que va de 2019. Para alcanzar lo previsto con el FMI, ese número debe llegar a $ 70 mil millones a fin de este mes. 

Pero a la vez, el ministro deberá defender decisiones poco ortodoxas que no figuran en los manuales con los que suele manejarse el staff de FMI, ya cuestionado en el mundo desarrollado por «dejar correr» excesivamente el caso argentino. Es una crítica que afrontan especialmente Alejandro «Werner, director para el Hemisferio Occidental y Roberto Cardarelli, jefe de la misión que llegó al país, ya que Christine Lagarde dejó la entidad.

Reperfilamiento

El llamado «reperfilamiento» de la deuda es una de esas decisiones que se sabe que no gustan en el FMI. Tampoco el esquema de control de capitales que anunció Lacunza cuando la salida de depósitos de los bancos y la escalada del precio del billete verde amenazan con elevar un escalón más la crisis. Pero hay otra decisión reciente, menos difundida, que también genera dudas: el relajamiento de las metas monetarias por parte del BCRA, que se bajó del «cero» en ese ítem.

Para muchos analistas, esa última decisión fue una especie de admisión implícita de que el país ceja atrás el esquema de Stand By vigente en lo formal por ahora, mientras espera la rúbrica de un acuerdo de «Facilidades Extendidas», que ataría el financiamiento a la realización de algunas reformas en el funcionamiento de la economía local . 

Pero allí justamente ingresa la cuestión del riesgo político, derivado de una situación en la no está claro que acordar una cosa con el gobierno de Macri implique que se vaya a aplicar en 2020 y donde tampoco es factible un arreglo con el desafiante Alberto Fernández, quien podría ser quien gobierno entonces, ya que por ahora es solo un candidato. Por eso, la llegada de los US$ 5.400 millones para asegurar un fin de año ordenado en lo económico aún es una incógnita. (DIB) AL

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