Mi vida en la Facultad: Nicolás Vasallo llegó desde Chivilcoy para estudiar en Ingeniería


Una historia mínima, que refleja miles de historias. Nicolás espera al costado de la ruta con un cartel a la altura del pecho que dice Chivilcoy. Está en Olavarría y depende de la bondad de algún camionero para viajar hasta su casa. No es una ruta directa y tendrá que bajarse y volver a hacer dedo para llegar. Y a los pocos días, el camino inverso. Y así, decenas de veces.

Nicolás Vasallo tiene 24 años y estudia Ingeniería Industrial en la Facultad de Ingeniería de Olavarría. Si bien la pandemia construyó una tregua en su rutina de estudiante universitario, con clases normales, compañeros, y tardes grupales de estudio, su evocación de la Facultad es siempre en modo presencial. Él es uno de los tantos estudiantes que eligieron Ingeniería para construirse un futuro. Uno de esos sueños que se renuevan cada año.

“La experiencia como alumno de la FIO es algo totalmente distinto de lo que vivía en la escuela secundaria. Hoy la facu pasó a ser como una segunda casa”. Desde que llegó a estudiar a Olavarría se incorporó a la Residencia Universitaria, donde comparte las instalaciones con otros chicos y chicas de localidades de la región. “Hacés amigos, conocés gente, pasamos mucho tiempo juntos, muchas charlas. Es algo hermoso que te lo da la facultad”, admite.

Como tantos otros jóvenes, se decidió luego de un proceso de búsqueda. “Conocí la FIO por el hermano de una compañera de la escuela, que estaba en una residencia de estudiantes. Eso me interesó mucho, averigüé sobre las materias, cómo era la Residencia. Y como ya lo tenía decidido cuando terminé el secundario me inscribí y me fui para Olavarría”.

Para Nicolás, la Residencia, los amigos, el grupo de estudio, es una gran contención. “Estás lejos de tu casa, estás lleno de incertidumbres, y la compañía te ayuda. Desde que llegué conocí mucha gente, me involucré en agrupaciones estudiantiles, aprendí mucho”, señaló.

“Miro hacia atrás y veo lo que he aprendido y es un montón”, insistió. “En la escuela estudiaba bastante menos y tuve que aprender muchas cosas desde cero, porque no llegamos a ver todos los contenidos. Uno se va tropezando con las materias, pero las terminás aprendiendo”.

Perfiles

Nicolás egresó como bachiller con orientación en arte y música, en la Escuela 8 de Chivilcoy. “Lo que más me costó al principio fue sentarme a estudiar. Venía de una escuela que era totalmente distinta, que no era tan fuerte en matemática, así que tuve que aprender mucho. Los primeros años me costó, recursé algunas materias, pero todo se aprende, eso es lo importante. Teniendo constancia lo vas aprendiendo”, arengó.

Sus primeros pasos los dio como estudiante de Ingeniería Electromecánica, hasta que en el 2020 se cambió a Industrial. “Todos me decían que tenía el perfil para Industrial. Aparte mi entorno de compañeros eran muchos de Industrial. Yo también lo veía hacia ese lado al perfil. Con Electromecánica “estaba medio estancando, pero después hablé con la asistente social de la FIO, hice un test vocacional, charlamos, y me convencí de Industrial”, repasó

“Fue un cambio que tenía que hacer y me vino muy bien. Me di cuenta que es mi perfil y es para donde quiero ir. Estoy muy contento y avancé mucho en este tiempo desde que cambié de carrera”.

Nicolás estuvo en el lugar de cientos de jóvenes que están planeando un futuro en la universidad. Incluso se permitió corregir el camino elegido. “Para todos aquellos que quieran estudiar, es importante que sepan que aunque tengan pensado hacer una carrera, en el trayecto de la facultad se les va armando un perfil, y tranquilamente se puede cambiar, no hay problema. Yo pude cambiar y estoy muy contento con la decisión”, subrayó.


Cercanías

En esa búsqueda, no solo interviene lo académico. También se contempla el factor económico, la ciudad para vivir. “Siempre me preguntan por qué no estudié en Buenos Aires, que está a 150 km de Chivilcoy, cuando Olavarría está a 300 km. Decidí Olavarría porque sigue siendo una ciudad como la mía, con las características de una ciudad del interior bonaerense. Quería seguir manteniéndome en ese entorno, y Buenos Aires es muy grande, no conocía a nadie, y mi situación económica no me lo permitía. Y gracias a la Residencia puedo seguir estudiando”, remarcó.

Si bien el transporte es una dificultad, cuenta con la ayuda de conocidos o hace dedo en la ruta. “Son muchas horas de viaje, pero poniéndole ganas se puede”.

Nicolás extraña las cursadas, la convivencia con amigos, las clases y los compañeros. Despejarse del estudio saliendo a correr, a andar en bicicleta, o jugando al fútbol. Pero sabe que es una pausa, una adaptación a la nueva normalidad, y espera pronto poder retomar esa vida de estudiante que planificó, que renovó, y que mantiene activa para convertirse en un ingeniero, con todos los esfuerzos y sueños incluidos.

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