Micromenipeas | Epitafios: Hágalo usted mismo

Como cada sábado el escritor Guillermo Del Zotto recrea un antiguo género satírico en versión microficción.

Guillermo Del Zotto – Especial En Línea Noticias (guillermo.delzotto@gmail.com)

Parado frente a la tumba de Groucho Marx me desayuno (con café con leche) que no es cierto que el epitafio diga “Disculpe que no me levante”. No se rompe ninguna magia. Solo se confirma que no le hicieron caso a la entrevista donde pidió que ésa sea la leyenda. Pienso entonces que no queda otra que tallar nuestros propios epitafios en piedra y guardarlo bajo llave. Aunque puede pasar que nadie encuentre esa llave.

Edgar Lee Master publica en 1915 la “Antología de Spoon River”. Una novela que se ha convertido en clásico y antes de eso fue vanguardista: se trata de la historia de un pueblo y sus habitantes contada en 244 epitafios. Obra poética y absoluta precursora de la microficcón.

En el cercano 2011 Jesse Ball nos trae con “Toque de queda” a un querible protagonista que tiene como profesión ser epitaforista. Novela de cruel ternura donde un invisible y futurista toque de queda le saca su profesión de violinista y debe hacer epitafios a pedido para sobrevivir junto con su pequeña hija muda. William Drysdale, así se llama, va entablando espontáneos talleres literarios con sus clientes y juntos redondean el epitafio ideal: poético y microbiográfico.

El epitafio dicen que es de origen griego y se estableció cuando el hombre, literalmente y literariamente, no tenía dónde caerse muerto. Mucha agua ha pasado por debajo de los cementerios. Y aunque siga primando el “te llevaremos en nuestros corazones”, deberíamos pensar y hasta corregir regularmente la frase que será testamento.

Uno de los relatos que mas nos causa horror al pensarlo como víctimas de no ser los propios autores de nuestro epitafio es el perfecto cuento de Guy de Maupassant “La muerta”. Cualquier adelanto aquí de su estructura sería un imperdonable error. Hay que leerlo e dopo morire.

Hubo un tiempo que fue epitáficamente hermoso: satíricos versos de “aquí yace” sobre personajes vivos publicados en la revista Martín Fierro donde, entre otros, se peleaban Borges y González Tuñón.

Es cierto que Groucho no se levanta. (¿pasará igual en “La Muerta” de Maupassant?). Silencio de tumba. No creo que sea necesario aún declarar  que el epitafio ha muerto.

Polonia siempre queda lejos. Si no, iría a verificar si le hicieron caso a Wislawa Szymborska. De todas maneras su epitafio quedó para siempre en uno de sus libros:

Aquí yace, como la coma anticuada,

la autora de algunos versos. Descanso eterno

tuvo a bien darle la tierra, a pesar de que la muerta

con los grupos literarios no se hablaba.

Aunque tampoco en su tumba encontró nada

mejor que una lechuza, jacintos  y este treno.

Transeúnte, quita a tu electrónico cerebro la cubierta

y piensa un poco en el destino de Wislawa.

La menipea es un género seriocómico, derivado de los diálogos socráticos y con inicios en la obra de Antisfeno aunque  debe su nombre a uno de sus exponentes: Menipo de Gadara.

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