Opinión | Más allá de la emergencia, hay que generar trabajo digno


Por Cecilia Todesca Bocco (*)

El contexto excepcional de este año, y las medidas necesariamente incomparables que el Estado tuvo que poner en marcha, no deberían convertirse en un árbol que tape el bosque. Este último, entendido como los problemas de fondo que arrastra la economía argentina y que, ya desde el inicio del gobierno, se han señalado como los objetivos centrales de la gestión.

Hace mucho que la Argentina no genera la cantidad de empleos necesaria para que la gente se inserte correctamente en el mercado del trabajo. Esa es la discusión que hay que dar, porque las ayudas parciales son correctas y muy necesarias en este contexto sanitario inusual pero la gente necesita un trabajo, un trabajo digno, es decir, un trabajo con derechos. El debate respecto de políticas que garantizan un piso de ingreso para todas las familias es una discusión previa, bastante profunda y que aún no está saldada. La pandemia, en todo caso, nos ha recordado la importancia y la necesidad de una mejor distribución del ingreso como condición sine qua non para el crecimiento sostenido y el desarrollo. El debate en torno al ingreso universal o ciudadano no debería, sin embargo, alejarnos de la idea central referida a la centralidad del desarrollo de las capacidades productivas y la generación de valor.

Mientras enfrentamos la pandemia, así como la cuarentena a la que ella nos obliga, vale rescatar las razones y resultados que nos llevaron a medidas excepcionales de emergencia.

– El Ingreso Familiar Extraordinario (IFE) evitó que entre 2.2 y 2.8 millones de personas caigan en la pobreza, y que entre 1.8 a 3.1 millones de personas caigan en la indigencia. Si a ellos sumamos el refuerzo de la tarjeta Alimentar y el bono de la Asignación Universal por Hijo (AUH), las políticas públicas han podido proteger a una cantidad aún más grande de personas impidiendo que las mismas caigan en situación de vulnerabilidad. Los resultados han sido muy alentadores en todo el país.

– El IFE vino a colaborar en el ingreso de las familias más necesitadas; esas necesidades son concretas y muchas son previas a la pandemia, y con la pandemia se agudizaron. Esas 9 millones de personas que han percibido el IFE representan un conjunto muy heterogéneo: gente que no tiene trabajo, gente que tiene un trabajo informal, esporádico, mujeres que no pueden salir a trabajar porque tienen sobre sus espaldas todas las tareas de cuidado, jóvenes que podrían beneficiarse de capacitaciones específicas para lograr un trabajo, etc.. El trabajo, hacia adelante, consiste en desgranar esa heterogeneidad para diseñar las políticas que a futuro nos permitan ayudar allí donde más se necesita.

– Por este motivo, y aun entendiendo que hoy la Argentina funciona a dos velocidades (zonas con distanciamiento social versus zonas con aislamiento), la tercera ronda del IFE abarcará a todo el país en el entendimiento de que la economía funciona como un sistema, que la actividad económica está interrelacionada entre regiones y que aún allí donde la actividad se ha ido recuperando todavía no se observan los niveles de consumo y producción previos al COVID.

– Por su parte, con el ATP y el crédito a Tasa 0 para trabajadores/as monotributistas y autónomas, se han protegido las capacidades empresarias y de organización de la producción, conjuntamente con el sostén de los ingresos de las y los trabajadores en relación de dependencia, del sector privado. Hacia adelante el desafío en este sentido es ir modificando las asistencias de modo tal de colaborar en la recuperación de la actividad productiva y los reacomodamientos que lógicamente se producirán luego de una contracción tan profunda.

– En este sentido, el proyecto de ley que el Poder Ejecutivo ha enviado para su tratamiento por parte del Congreso con una moratoria amplia para todas las empresas y las personas físicas respecto de todos los impuestos, cargas aduaneras y contribuciones patronales, constituye otro elemento esencial del paquete de medidas para la post pandemia. Una moratoria de estas características conjuntamente con nuevos impulsos sobre el crédito productivo son fundamentales para la etapa de la recuperación.

En definitiva, en el Gobierno tenemos conciencia que no podemos reemplazar una economía sana funcionando normalmente; vamos siguiendo la evolución de la salud y tratando, con las herramientas que tenemos y las que iremos diseñando, de compensar las pérdidas transitorias de ingresos de las familias, los comercios y las empresas.

El estado tiene una gran capacidad y responsabilidad en el acompañamiento y la generación de condiciones favorables para el bienestar de la población. Es, sin embargo, un trabajo que requiere un diálogo social amplio, franco y constructivo.

(*) Vicejefa de Gabinete de la Nación

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