¿Quién es el dueño de la deuda?

Si, por Carlos Paladino


“Deuda vieja no se paga; el que la paga es un loco; la nueva se vuelve vieja; y no se paga tampoco” Así ponía en valor una copla anónima, el periodista Roberto García. Lo que se dice en el ámbito de las buenas y morales costumbres, es que a las deudas hay que honrarlas. Argentina nunca deja de estar de acuerdo en eso.                           

 La deuda con el FMI, sigue estando atascada sin saber cómo será resuelta; si está en el ánimo del gobierno nacional asumirla; o, si el compromiso les resbala porque dice que no la contrajeron ellos, entonces, no tienen por qué pagarla. Qué sobre lo adeudado no tienen responsabilidad, es una necedad inconcebible; que sólo pretende servir como slogan de campaña electoral. Seguro que, por algunos, más que creída, será incorporada en señal de conformismo; de estoicismo. Y, sobre el tema se nos presenta un interrogante ingenuo, infantil, cándido – si se quiere tomar así – al estilo de la novela de Voltaire. De qué la deuda es tangible como tal; no hay duda; ¿pero, es propiamente argentina, incrementada y consolidada sucesivamente por cada gobierno de turno o, lo es de los simples temporales ciudadanos de la patria? ¿Qué errores o pecados ha originado la gente trabajadora, encuadrada ya sea como empleado, obrero, cuenta porpista, pyme, emprendedor, etc.? Es un montón de plata que han usufructuado unos pocos (¿muchos?) y pésimos dirigentes, representantes de las diversas expresiones políticas, acumulando así, una inmensa deuda internacional, de la cual el pueblo y sólo el pueblo deberá hacerse cargo. Acá no hay responsabilidades compartidas, por más que sea producto de la corrupción.

¿Por qué los jueces de la justicia argentina, nos mide a todos con la misma vara? Al ciudadano común y cumplidor de sus obligaciones, no le corresponde adjudicarse los platos rotos que hicieron añicos, o robaron, o corrompieron, o coimearon; nefastos y conocidos personajes jactanciosos de sus nombres y apellidos. Acaso tenemos la culpa y ser cómplices de la insensatez de los congresistas de negar la deuda externa y, a lo “macho” entrar en “default”; con el riesgo que implica quedar fuera de las buenas relaciones y del financiamiento exterior. ¿Recuerdan que ese episodio ocurrió, no es cierto? Bueno; el vigor y la convicción de las ideas de esos mismos legisladores, las vimos en poco tiempo, diluirse y convertirse en un rancio conservadurismo político. Cada uno de nosotros, con o sin culpa y, como Dios manda, pagamos las consecuencias económicas; de la decisión de semejante disparate. Aunque, pensándolo bien, eso nos pasa por ser unos idiotas capaces de votar y volver a votar a los mismos incapaces y ladrones que vienen fundiendo el territorio argentino desde no hace poco tiempo.

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La deuda argentina con el mundo es de vieja data, lo cual demuestra de cuan vieja data es la facultad y la mala disposición de nuestros elegidos, para administrar un país con las potencialidades que tiene el nuestro. La política, el medio civilizado para conducir el curso de una nación, se ha comportado de una manera que, más que conducirla a puerto seguro, ha sido inspiración para ganar dinero y asegurarse una excelente jubilación. Hace más de cincuenta años que Argentina no puede salir airosa de su pelea con la inflación. Siempre los gastos descontrolados y la ineficacia del Estado han atentado contra la estabilidad de los argentinos. Los funcionarios y políticos en general, ignorados individuos en lo que resprecta a su laboriosidad y prestigio, distinguieron en la política la inmejorable oportunidad de perfeccionar su condición económica y social, formando parte del gobierno. “El ladrón pasa por caballero, cuando el robo lo hizo rico”, dice un viejo adagio. La deuda argentina con el exterior fue en aumento sucesivo y, junto con ello, originando inflación. Una “inflación argentina “descontrolada que ha conseguido hacerse notar en el universo occidental. Se trata de una inflación enfermiza para el ciudadano trabajador que observa, como un intrascendente puesto de trabajo oficial, es mejor redituado que un profesor, un docente, un médico, profesionales con la suma de sus responsabilidades. Inflación destructora del progreso argentino; tan sólo, por no dar el brazo a torcer; por no querer disminuir el desproporcionado gasto público, antagónico con la producción genuina y el ingreso de divisas. Termina repercutiendo en forma de una fábrica inflacionaria, porque cada vez son más los que dependen y vegetan a costilla de ella. Inhábiles, torpes, privilegiados, corruptos consuetudinarios, y un revival cada vez más notable de los agitadores de la tranquilidad y de la paz ciudadana; actualmente, apañados y con ínfulas renovadas.

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Este desorden generalizado – aunque parezca una ficción -, predominó, hasta alcanzar la soñada democracia; una aspiración sublime, respaldada por la entonación y el deseo popular; para acabar de una vez por todas con las iniquidades y, recomenzar a vivir una reanimada Argentina; en armonía, justicia, igualdad y demás virtudes que la república posibilita. Claro; el inconveniente fue, que muchos de los líderes encargados de poner en pie el sistema, justamente, no eran los campeones del saber republicano. Tal vez; por sus historiales, nunca debieron participar de esa encrucijada democrática. Pero, ahí estuvieron y continúan. De entrada, nomás, cargamos el Estado con un fardo dinerario, compuesto de sueldos, viáticos y privilegios. ¿Qué pasó? Las cosas siguieron igual o peor. La democracia dificultó el ingreso a las inversiones extranjeras, los partidos políticos estuvieron ocupados en llenar los distintos organismos estatales de partidarios, fueran útiles o estorbaran.  Fue la compensación por el esfuerzo del trabajo preelectoral. Los ¿asesores? empezaron a tropezarse y llevarse por delante entre ellos, en los pasillos del congreso. La corrupción se generalizó. Robar, se robó en todos los gobiernos; unos más, unos menos y, siempre y por pavor, escondiendo el pecado. Pero; lo que inauguró el período kirchnerista fue algo descomunal y fuera de cualquier plan concebido.  Las trapisondas, no siempre fueron frutos de negociaciones espurias; se plasmaron sin disimulo alguno, abyectos y a manos llenas. Todavía, siguen apareciendo paquetes termo sellados enterrados, con millones de dólares. Ya hablamos en notas anteriores de cifras escandalosas que oscilaban entre 36 mil millones, hasta un PBI  

En el año 1992, el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, recibió de Carlos Menem, 630.100 millones de dólares “en concepto de regalías mal liquidadas de YPF”. El Tribunal de Cuentas de la gobernadora Señora Alicia Kirchner (28 años después de que los recibiera su hermano) certificó, que “sólo quedan 9.451,23 dólares y nadie en la provincia conocía en qué se usaron” (La Política.com).  La justicia, tampoco, ha dado señales. La Cámara Federal de la Ciudad de Buenos Aires, dijo que entre los años 2003 y 2015, el kirchnerismo sumaba 2160 denuncias por corrupción: de ellas 419 correspondían a Cristina; 193 (Néstor), 117 (Julio de Vido); 108 (Aníbal Fernández). También son mencionados Ricardo Echegaray (AFIP) y Lázaro Báez. El informe cita a Ricardo Jaime (Transporte) y a Felisa Michelli (Ministra Economía). El renombrado caso Skanska comprende a Julio de Vido. Igualmente, hicieron mucho ruido, las valijas del empresario venezolano Guido Antonini Wilson conteniendo 790.000 dólares. Otro caso resonante fue el de Amado Boudou, por la ex imprenta Ciccone. A la vice presidenta, Cristina Kirchner, preocupó ver involucrados a Máximo y Florencia, sus hijos, por el lavado de la facturación de Hotesur, a cargo de Báez. No olvidemos los contratos millonarios de obas públicas digitados hacia las empresas de Lázaro Báez que, además, afectaron a sus hijos. De la vida de todos estos asuntos, realmente, no sabemos cuántos restan por dilucidar; motivados por la presión que se ha ejercido sobre el Poder Judicial. Los Kirchner tuvieron investigaciones, porque sus propias declaraciones juradas de bienes, entre 2007 y 2008, hablaban de un aumento patrimonial del 158%. (Diario La Nación).

Cuanto podríamos agregar al tema, pero, creemos que con lo escrito alcanza para comprender en qué se esfuma la plata del Estado argentino, quienes pueden tenerla, y, además, explica la pobreza, y la inflación argentina, entre los motivos de la decadencia. Para poner en página, ciertos detalles que colaboran con la pobreza que nos embarga y nos impide pagar la deuda externa, se podría mencionar el Ranking Patrimonial en el Congreso, editado en Diario Perfil (3/10/21). Con seguridad, parte del dinero de nuestros representantes, lo hemos aportado los argentinos de a pie. Los patrimonios más elevados, son los de los señores José Alperovich y Máximo Kirchner. Son hombres surgidos de la política, no pertenecen al mundo de la empresa y las finanzas.

El sindicalismo forma parte del quebranto institucional, económico e inflacionario del presente. Son organizaciones (¿mafiosas?), que dicen defender a los trabajadores y saben cómo influir, condicionar y hasta derrocar gobiernos. En el congreso se han presentado proyectos de ley de Modernización, democratización y transparencia sindical, que “establece que los sindicalistas presenten en forma obligatoria…sus declaraciones juradas… que en las elecciones …se aplique la idea de ficha limpia, no pudiendo ser candidato quien esté procesado…. El pedido quiere impedir a  jefes sindicales eternos que llevan 40 y hasta 50 años al frente…El proyecto acota; “Tenemos sindicalistas que tienen Ferraris, pero no tienen vergüenza” (https://charge.org/diputados-y-senadores-…) ¿Será fácil conseguir una reforma sindical bajo estos términos; siendo los protagonistas amigos  partícipes del gobierno central y amparados por la Justicia? Señores jueces; sería un gran consuelo, conocer adonde fue a parar el dinero juntado durante varias décadas, por los defensores de la clase trabajadora. Plata que ya venían amontonando en la época del presidente Juan Perón. Preguntamos:  esta descomposición de cuarenta años y hecha con los mismos actores; ¿también debemos abonarla los desheredados argentinos? No estaría mal despojarse   del miedo (les cabe esa condición), y que reclamen por las riquezas robadas, para ponerlas a disposición de las deudas de la nación. Es necesario que tengan en cuenta que; los antes indicados (políticos y gremialistas) contribuyeron a destruir una nación rica, y difícil de poner de pie en el corto plazo. Asimismo; es injusto y siniestro que esa tarea recaiga solamente sobre nuestros lomos. Nuestras faltas, no pasan de haber caído – dentro de un estado democrático – en la trampa de confiar en las probidades, lealtades, moralidades, y demás virtudes que deben escoltar a los referentes que nos han de mandar..  

Dejamos manifiesto que: si los cargos que hoy pesan sobre el ex presidente Mauricio Macri, son generados por corrupción contra el Estado, sea sancionado de igual modo del que se hace con la inmoralidad de los gobiernos kirchneristas.

¿El Poder Judicial es consciente de que somos los convidados a la boda, tan sólo para saldar las deudas sucias contraídas por inescrupulosos y desaprensivos hombres del gobierno, de las cuales no nos llegaron ni las migajas del chorreo?

La deuda vieja no se paga, a la nueva hay que dejarla envejecer. Pero, por favor, no la paguemos los confiados e idiotas de siempre.

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