Reducción del presupuesto en Ciencia y Tecnología / Opinión del Ing. Carlos Verucchi «La utopía desarmada»

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La reducción presupuestaria en Ciencia y Tecnología anunciada por el gobierno pone fin a la Edad de Oro de la Ciencia Argentina.

Opinión / Carlos Verucchi especial para En Línea Noticias

La relación íntima entre capacidad científica de una nación y el potencial incremento de su PBI se ha vuelto prácticamente evidente en los últimos años. Estudios recientes del Banco de Inversión Europeo (BIE, 2011), demuestran el efecto positivo de las políticas de investigación y desarrollo impulsadas por los estados nacionales sobre el crecimiento económico de algunos países europeos.

 

La mayoría de los economistas actuales reconoce que a la vieja fórmula de capital + trabajo con que tejió su entramado global el capitalismo, hay que incorporarle factores como la educación y la investigación para que los complejos mecanismos de la macroeconomía funcionen adecuadamente y logren evitar el infierno tan temido de la recesión. Estos mecanismos han quedado tan en evidencia que algunos especialistas observan la evolución de artículos científicos publicados por los investigadores de un país para deducir la capacidad de crecimiento económico que ese país mostrará dentro de 10 o 20 años.

 
Esta semana se dio a conocer en la Argentina una de las más temidas premoniciones respecto al proyecto de país que elegimos los argentinos en las últimas elecciones presidenciales: el recorte significativo para el presupuesto 2017 de los recursos destinados a ciencia y tecnología. Las voces en disidencia no tardaron en hacerse escuchar y la comunidad científica tuvo que volver a salir a gritar lo evidente, la verdad de perogrullo, lo elemental.

 
El físico e investigador Juan Pablo Paz, condecorado como científico del año en 2014, afirmó que “la decisión de Macri es parte de un proyecto político que consiste en regresar hacia un modelo en el que los argentinos sólo debemos dedicarnos a aquellas áreas en las que somos naturalmente competitivos, como es el caso del agro. La idea es transformarnos en el supermercado del mundo –comentó Paz–, y no apostar al desarrollo de industrias clave que nos permiten competir en nuevos terrenos, como sucedió con la producción de los satélites”.

 
Uno de los organismos nacionales que más se verá afectado por esta reducción presupuestaria es el Conicet. Su directora en el área de Ciencias Sociales y Humanidades, Dora Barrancos, confirmó a NEXciencia que «el directorio trató los ingresos de este año y lamentablemente va a haber un 60% menos de ingresos a la carrera que en el año 2015».

 
En el gráfico de más abajo se observa la evolución en la incorporación de nuevos científicos al plantel del Conicet durante los últimos años. La tendencia creciente requiere para este año un ingreso de 924 investigadores, de los cuales solo ingresarán 385 en virtud de la reducción presupuestaria. Además del impacto sumamente negativo que tiene este hecho sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país, cabe preguntarse por el destino de los casi 600 investigadores que apostaron a un proyecto a largo plazo y que quedarán indefectiblemente fuera del sistema el año próximo.

 

Es importante destacar que detrás de cada uno de ellos hay una formación que además de la básica y secundaria, incluye una carrera profesional de 5 o 6 años de duración, una etapa de posgrado de 5 años y otra posdoctoral de 2 años más de manera tal de reunir los requisitos para poder ingresar al Conicet. Pensémoslo de otra manera, se trata de jóvenes que en el año 2000, aproximadamente, decidieron arriesgarse a seguir el impulso que les dictaba su vocación y que hoy, 15 años después, ven derrumbadas sus expectativas como si formaran parte de un castillo de naipes derribado porque alguien olvidó la ventana abierta.

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Ahora sólo resta esperar que el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Dr. Lino Barañao, cumpla con su promesa de renuncia después de haber sido cómplice de este golpe a la ciencia y al futuro del país.

 
La inversión en Ciencia y Tecnología del año 2015 en argentina no llegó al 1 % del PBI (Japón invierte el 3.5, Alemania el 3 y EEUU el 2.8%). La reducción del 30 % para 2017, si bien descalabra todo el sistema, no puede considerarse significativa en términos de los “ajustes” que la política económica del gobierno persigue.

 

Evidentemente en esta decisión existe otra motivación aún más nociva: el alineamiento con cierto orden global que nos exige, como país, respeto por el rol que no tocó en suerte, el de meros productores de recursos básicos, de consumidores de productos elaborados por otros y el de tomadores de créditos que alimenten la bicicleta financiera que fomenta el FMI y nos condene al atraso por varias generaciones.

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