Rogelio Rotonda y el acceso a la información: «Las redes sociales, lo democratizaron y lo arruinaron”

Dirige el multimedios El Eco de Tandil. En base a su experiencia, reflexiona sobre los nuevos desafíos de la profesión.

Por Marcos Caresía (*)

Sus cuarenta y cinco años de trayectoria lo convierten en una voz atrayente para discurrir sobre diversos temas de actualidad y, en particular, sobre el rol del periodismo en la era de la información. Rogelio Rotonda es un apasionado de su profesión, que fue forjando desde muy temprana edad.

A los 15 años comenzó su carrera en el periodismo, ¿qué puede contar de su vida antes de aquél inicio? ¿Qué puntos de inflexión recuerda de su infancia?

-Había dos cosas que me gustaban mucho. Una era ‘operar’ muñecos de plastilina (era la época del primer trasplante de corazón a cargo de Christian Barnard y todos decían ‘éste va a ser médico’); y la otra, organizar e ir transmitiendo carreras con coches de juguete. Los hacía correr en el patio y casi siempre ganaba mi ídolo, Juan Manuel Bordeu, porque tiraba su auto con más fuerza que a los otros (ríe).  También pateaba la pelota contra la pared y transmitía partidos imaginarios.

Viví una infancia con escasos fondos, en una familia de clase media-baja, donde no tuve la suerte de haber ido nunca a ver una carrera o un partido de fútbol. Lo poco que había era para comer, pero yo me sentía absolutamente feliz. El momento de mayor felicidad era cuando mi papá me llevaba a cambiar revistas a ‘El Cambiazo’, dos por una. Volvía a mi casa y era un placer inmenso sentarme a leer revistas usadas, que eran nuevas para mí. Después tuve la enorme desgracia de quedar huérfano. Pasé a vivir con unos tíos muy grandes que no tenían hijos, y fui el hijo que no tuvieron y ellos, los padres que me faltaron. Fue una unión muy linda, con mucho cariño, les debo gran parte de lo que soy y les estaré eternamente agradecido.

-¿Cuáles fueron sus primeros pasos en el periodismo?

-Yo tenía 15 años y el padre de mi compañero Carlos Saglul era secretario de redacción de El Eco. Entonces le dije: ‘¿No podré entrar a comentar partidos de futbol?’. Justo faltaba uno, así que en 1975 hice mi primer comentario. A los 16 años empecé a ser la voz del estadio San Martín; a los dieciocho, comencé a trabajar en Radio Tandil como informativista y luego, como locutor.

-¿Por qué cree que desembarcó en esta profesión?

-Porque me gustaba, siempre me gustó. Desde primer grado hasta que terminé el primario, en todos los actos fui protagonista, representaba. En el secundario también era el que se encargaba de dar los discursos, el presentador oficial, era presidente de mi agrupación, transmitía la farándula, las Olimpíadas…

-¿Recuerda algún referente en aquellos inicios?

-De chico, con mi papá, escuchaba peleas por radio y me gustaba Osvaldo Caffarelli. No sólo era muy claro al hablar, sino que aplicaba términos muy específicos. Me encantaba cuando estaba por terminar la pelea y decía ‘está por caer el telón´. Me gustaba también José María Muñoz, que fue un adelantado en la profesión. También gente que, a través del tiempo, he llegado a admirar. Me pareció muy serio Mariano Grondona como periodista, me gusta Joaquín Morales Solá; en su momento admiré a Víctor Hugo Morales. Hoy, como algunos que están en el ‘otro bando’ ya no me agrada. No me gusta el periodismo sectario. El verdadero periodista no debe estar a favor ni en contra. Cuando hay que criticar se critica y cuando hay que aplaudir, se aplaude.

-En 1982 pasó de ser un joven empleado, a adquirir el total del paquete accionario del Eco de Tandil y se transformó en el director más joven de la Argentina, ¿qué recuerda de ese momento? ¿Qué cambios debió enfrentar en su vida ante la nueva responsabilidad?

-El cambio más notable, el que más sentí, fue el de pasar de ser el compañero más chico, al patrón de todos los grandes. Había que adaptarse ‘a los ponchazos’.  A los 22 años tenía coraje, pero no experiencia. Ser tan joven, patrón de tantos grandes, muchos con vicios adquiridos, y tener que darles órdenes a los que un par de meses antes me las daban a mí, demandó esfuerzo y una adaptación que aún hoy me sigue sorprendiendo. Todo se logra con ganas, con entusiasmo, con pasión por lo que uno hace.

Periodismo y actualidad

Actualmente usted dirige un multimedios líder en audiencia a nivel local, ¿cree que el hecho de ocupar ese rol lo puede alejar de los sucesos de la vida cotidiana?

-No, en absoluto, porque estoy muy atento a todas esas cuestiones. Por ejemplo, soy de los que creen que los políticos más encumbrados no saben lo que sufre el hombre común, de la calle.  Pareciera que andando en avión o en helicóptero, por arriba de todos, pierden la dimensión de lo que somos y hacemos nosotros acá abajo. Es como que crean su propio mundo, algo que yo espero no me ocurra nunca. Siempre fui, me sentí y me sentiré uno más. Si me considerase en un escalón más alto, no debería estar dirigiendo un multimedios. Mi frase preferida es ‘antes de gozar de la suavidad y el perfume de la rosa, recuerda muy bien cuánto te han hecho sufrir los pinchazos de sus espinas’.

-Con respecto a la realidad social local, ¿cree que difiere mucho de lo que es el ámbito nacional?

-Tandil es distinta, he tenido la suerte de recorrer muchas ciudades de la provincia y del país y, sinceramente, creo que no hay ciudad como Tandil en Argentina. Lo bueno suele llegar de manera simultánea y lo malo, siempre tarda un poco más. No hay una explicación exacta para eso, pero creo que así ocurre. Afortunadamente no se ve en Tandil gente durmiendo en la calle. La situación en general es mala, muy mala, pero no es lo que se vive en otras ciudades. En Tandil se está sufriendo, pero creo que no en la misma dimensión que en otros lugares. Quien lea esto dirá que lo digo desde la comodidad, y puede tener razón. Sé que mucha gente ha perdido su trabajo y yo mismo con tremendo dolor he tenido que reducir la plantilla.

-¿Cuáles son las fortalezas con las que cuenta el periódico impreso para sobrevivir al avance de la era digital?

-Si toca algún día el final, tocará, pero creo que falta mucho para que se terminen los diarios. El diario papel tiene magia. En los bares la gente se pelea por el periódico impreso. Es verdad que hay una caída pronunciada y sistemática en la venta de ejemplares en todo el mundo, pero desde hace casi un año afortunadamente la venta  se encuentra estable.

-¿Considera que los avances tecnológicos han democratizado el acceso a la información?

-Si te referís a las redes sociales, lo democratizaron y lo arruinaron. Cualquiera cree hoy que es periodista. El afán por la primicia está matando al periodismo. Ya no sabemos si lo que vamos a leer es cierto. Si una foto es trucada o no…

En ese sentido tenemos en El Eco la fortaleza que nos ha dado la experiencia del periodismo gráfico para aplicar en otros formatos. Tener el tiempo para certificar si es real lo que se informará. Nunca escribir o decir lo que no es seguro.

-En cuanto al rol del periodista, ¿cómo cree que se debe proceder en la  actualidad?

-Si un periodista pretende ser el primero en dar una noticia o destacarse por tener una primicia, está perdido. Eso ya no existe. Hay infinidad de radios FM, miles de páginas web, ¿importa quién dio la primicia? El periodista debe ser más responsable que nunca. Siempre por sobre la primicia está la verdad, la certificación de la información. Por otra parte, es difícil volver de posiciones extremas. Una vez que se traspasa un límite, no se vuelve más. Es habitual oír: ‘yo escucho a Lanata o a Majul porque dicen la verdad’ y en la otra vereda ‘yo escucho a Víctor Hugo o a Silvestre porque dicen la verdad’. La verdad es que cada uno prefiere escuchar al que dice lo mismo que él piensa. El verdadero periodista, para mí, es el que va por el sendero del medio. El que te dice la verdad, el que opina con raciocinio y puede aplaudir o criticar de igual manera a cualquiera.

(*) Esta nota forma parte de la serie de doce reportajes realizados bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi por diferentes alumnos de Práctica Profesional 1 de la carrera de Comunicación Social para el desarrollo del ISFD y T 10 de Tandil, cada uno de los cuales eligió a un entrevistado.

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