Subrogación y coparentalidad: ciencia y nuevos vínculos para lograr tener hijos


(por Ana Roche, de la redacción de DIB).-

El formato de familia tradicional como núcleo de la sociedad y única posibilidad de crianza de los hijos hace rato que ha sido trascendido por diversas formas de relacionarse entre las personas, que habilitan nuevas opciones de parentalidad y maternaje. 

En esa línea, el rol que queda en el centro de estos cambios es el de la persona gestante que no siempre es madre, ya que con estas nuevas posibilidades de familia, puede ser parte del proyecto de crianza o no.

Estas transformaciones culturales han sido posibles por el desarrollo de distintas técnicas de fertilización asistida, que generaron nuevas opciones para poder engendrar hijos biológicos.

Así, solos o solas, como familia monoparental; a través de la coparentalidad, es decir entre personas sin vínculo sexoafectivo que deciden tener un hijo; entre parejas heterosexuales o compuestas por personas del mismo sexo; o por medio de la gestación solidaria o subrogación de vientre, surgen posibilidades alternativas para procrear y, asimismo, modelos de crianza que rompen con la estructura padre-madre-hijos.

Gestación solidaria 

La nueva serie de Telefe, “Pequeña Victoria”, puso el tema de la maternidad subrogada y los interrogantes que plantea en el centro del debate, así como en su momento lo hicieron los nacimientos de los hijos de figuras públicas como Marley o Luciana Salazar. 

La serie “Pequeña Victoria” (Telefe) puso la cuestión de la coparentalidad en agenda. (Instagram)

En Argentina esta práctica es posible ya que no está legislada, por lo tanto no está prohibida. Sí contempla algunos requerimientos. 

En ese sentido, Florencia Inciarte, coordinadora del programa de subrogación uterina de la Clínica de Fertilidad Halitus, señaló que “los tratamientos se realizan solamente cuando hay indicación médica, es decir, si la paciente no tiene útero lo hacemos, si la paciente no quiere engordar, no, o en el caso de dos varones que está claro no pueden embarazarse de otra manera”. Inciarte subrayó además que “es requisito fundamental que los padres procreacionales, que son quienes tienen la voluntad de ser padres, presenten a su portadora, porque hay intermediarios que lucran con esta situación”. 

La especialista explicó también que “nunca el óvulo puede ser de la portadora, en ningún caso, más allá de que a veces la paciente necesita ovodonación: una cosa es la paciente y otra cosa es la portadora”. 

El procedimiento de subrogación uterina es llevado a cabo por un equipo multidisciplinario de profesionales. Es importante realizar un análisis completo de la mujer gestante, tanto biológico como psicológico, que determine si está preparada para enfrentar el proceso. 

“Una vez que se le hacen todos los estudios a la mujer gestante, que lleva un tiempo, se firman los consentimientos previos, libres e informados y se protocolizan con un escribano, este es el requerimiento del Código Civil y Comercial de la Nación”, señaló por su parte la abogada Fabiana Quaini, especialista en el asesoramiento de estos casos, y añadió: “Una vez que está protocolizado, recién se procede a la transferencia embrionaria”.

En cuanto a costos, Inciarte y Quaini coincidieron en que es difícil definir un valor fijo, ya que cada caso tiene implicancias distintas. Además, como el procedimiento no está legislado, no cuenta con cobertura de obras sociales ni prepagas. “En Estados Unidos cuesta arriba de 100 mil dólares y en Argentina el costo total debe rondar el 20% de esa cifra”, calculó la abogada. 

El tratamiento, explican las dos especialistas, requiere además asistencia económica a la mujer gestante, que va desde el pago de una obra social hasta la cobertura de los salarios caídos por las licencias que necesite, y todos los gastos corren por cuenta de los padres procreacionales.  

“A la persona gestante se la tiene que compensar y está bueno que se la compense. Inglaterra y Canadá consideran el altruismo en esta situación pero aceptan la compensación a la gestante por los esfuerzos, porque lo que se hizo no es alquilar un vientre”, subrayó Quaini. 

Coparentalidad

Otra de las posibilidades que se presenta para llegar a cumplir el deseo de tener un hijo biológico es la coparentalidad. En este caso, dos personas que no tienen un vínculo sexoafectivo, ni conviven, deciden ser padres de una persona. Pueden ser amigos, conocidos, o incluso pueden encontrarse a través de redes sociales especialmente creadas con fines procreacionales, como coparentalys.com o co-padres.net. 

Coparentalys.como es un sitio web para buscar donante o una persona para un vínculo de coparentalidad. (Captura de pantalla)

Esta opción implica también métodos de fertilización asistida de ser necesario, por tratarse de dos personas que no mantienen una relación. Incluso pueden ser dos hombres o dos mujeres que decidan este tipo de forma de engendrar un hijo, y hasta puede requerirse la subrogación uterina.  

Vale aclarar que la coparentalidad en Argentina es viable solamente con la implicancia de dos personas como responsables del hijo. “El Código Civil y Comercial acepta la doble filiación o la monoparentalidad, en otros países se permite las llamadas familias de a tres, en Estados Unidos hay legislaciones que establecen que pueden ser más de dos padres e incluso no te dice cuántos”, explicó Quaini, quien un recordó un caso en Mar del Plata que estableció tres padres responsables “pero se dio antes de la reforma del Código”. 

No obstante, la letrada advirtió que esta modalidad es compleja ya que muchas veces, a lo largo del proceso de crianza, se producen litigios entre las partes “iguales o peores a los de un divorcio”. 

“En general surgen conflictos cuando cada una de las personas arman su vida con otras personas, ahí empiezan las órdenes de restricción, los alimentos, casos de violencia. Es una caja de Pandora y en definitiva, los que más ganan son los abogados y el que más se perjudica es el niño”, reflexionó Quaini. (DIB) AR

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