Una especialista olavarriense en tafonomía que reconstruye la escena del crimen a través de los restos hallados

María Amelia Gutiérrez es antropóloga y colabora con la Justicia y el Equipo Argentino de Antropología Forense desde 2018.


Por Cintia Kemelmajer – Conicet

En diciembre de 2018, María Amelia Gutiérrez, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontólogicas del Cuaternario (INCUAPA, CONICET – UNICEN), acudió al llamado del Juzgado Federal n°1 de Azul. Buscaban especialistas para actuar como peritos forenses, que puedan aportar información a una causa vinculada con los hechos ocurridos en el predio Mariano Necochea, a pocos kilómetros de Tandil, donde funcionó el ex Centro Clandestino de Detención y Tortura La Huerta durante la última dictadura militar. “Como científicos de las ciencias básicas, siempre estamos en la búsqueda de transferir el conocimiento que generamos”, explica Gutiérrez, que a partir de esa experiencia, de la que no puede dar detalles porque es una causa aún en curso, comenzó a colaborar con la Justicia. “Nuestro objetivo de máxima es poder resolver situaciones que tengan relevancia para la sociedad”.

¿Cómo es que una antropóloga que comenzó estudiando la arqueología de cazadores-recolectores del área interserrana bonaerense, que se centró en  identificar qué animales habían formado parte del repertorio de presas consumidas por los humanos y cuáles habían ingresado al sitio en forma natural 11 mil años atrás, terminó asesorando a la Justicia? ¿Cómo pasó de analizar, a través de huesos recuperados de la zona, la subsistencia de los grupos humanos que habitaron la llanura pampeana, a investigar hechos recientes? La respuesta está en la disciplina de la que se valió para todos sus estudios arqueológicos y que luego extrapoló para los casos judiciales: la tafonomía.

Después de la muerte

“La tafonomía estudia todos los procesos naturales y culturales que intervienen desde que un organismo muere hasta que sus restos son recuperados. Se preocupa esencialmente de la reconstrucción de hechos o procesos del pasado que condujeron a la formación de un conjunto de objetos asociados, normalmente restos biológicos”, explica Gutiérrez, que hoy dirige un equipo de investigación de ocho integrantes en el INCUAPA.

Esta disciplina está al servicio tanto de la arqueología como de la paleontología y, también, de las ciencias forenses. Lo supo cuando empezó a colaborar con la Justicia tres años atrás. “En el ámbito forense, utilizamos modelos tafonómicos para estimar el intervalo postmortem, reconstruir las circunstancias antes y después de la deposición del cuerpo, y discriminar entre los productos resultantes del comportamiento humano y los productos generados por los subsistemas biológicos, físicos, químicos y geológicos de la tierra. El estudio de todos estos procesos aporta datos valiosos para reconstruir la escena del crimen y esclarecer casos judiciales”, señala Gutiérrez.

A través de la tafonomía forense, especialistas como Gutiérrez buscan “identificar patrones de modificaciones en el material óseo que nos permitan inferir el agente causal capaz de realizarlas y nos brinden criterios no ambiguos para su identificación”. Para eso, no solo estudian procesos actuales: también realizan experimentos que repliquen situaciones naturales. “En nuestro país y en la gran mayoría de los países del mundo no está permitido llevar adelante estos estudios con cadáveres humanos. Por eso, desde la tafonomía hacemos observaciones con animales”.

Las investigaciones tafonómicas que realiza el equipo liderado por Gutiérrez incluyen varias líneas de investigación, y una de las más fuertes es la tafonomía de carnívoros. “Estudiamos cómo los patrones de consumo de los depredadores nativos de la región pampeana generan modificaciones en las presas consumidas: cómo estos depredadores modifican las carcasas a través de la masticación, desarticulación, fragmentación y transporte de partes esqueletarias y cómo todas estas acciones dejan rastros en los huesos. Si bien hay que ser cuidadosos en no realizar extrapolaciones directas a cuerpos humanos, los procesos se comportan en forma similar y dejan marcas en los huesos idénticos a los dejados en los animales. En los casos forenses, la información contextual de los hallazgos es clave a la hora de inferir el o los agentes responsables de las modificaciones de los esqueletos humanos”.

Lo que dicen los cuerpos

¿Cómo se lleva adelante una pericia con tafonomía forense? Una vez que se hallan huesos de un esqueleto, se realiza un análisis exhaustivo “en búsqueda de modificaciones o daños que no son esperables para un cuerpo que no ha sufrido alteraciones”, advierte la científica. “Se registra además el grado de representación de partes esqueletarias para evaluar la integridad y completitud de dicho cuerpo. Toda la información registrada permite inferir si hubo agentes que actuaron antes, durante, o luego de la muerte del individuo y contribuir a reconstruir una escena del crimen y un intervalo de tiempo de muerte aproximado”.

La información que genera la pericia tafonómica se integra con la producida por otras especialidades durante la autopsia, para llegar a obtener un conocimiento más robusto. “En la medida de las posibilidades, es importante que un especialista en tafonomía pueda participar en la etapa de la búsqueda de los cuerpos porque hay información contextual valiosa que sólo puede recuperarse en esa instancia”, aclara Gutiérrez.

A partir de la convocatoria de la Justicia que recibió la investigadora en 2018, el equipo que dirige estableció lazos de trabajo con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). “Decidimos abordar el trabajo forense en forma conjunta, entre el EAAF y la UNICEN”, señala la tafónoma. En 2019, firmaron un convenio entre ambas instituciones y, a partir de este momento, realizaron una serie de participaciones y cruces entre investigadores e investigadoras y el EAAF que expandieron los límites de su conocimiento en relación a las disciplinas forenses. “Esto fue posible porque la metodología y técnicas de búsqueda, excavación, registro, recuperación, identificación osteológica, preservación de restos óseos humanos y análisis contextual de los hallazgos que se emplea en las ciencias forenses son las mismas que utiliza la arqueología”, asegura Gutiérrez.

Unos meses más tarde de establecer la colaboración con el EAAF, Gutiérrez y su equipo fueron convocados para participar como peritos oficiales en el caso de Facundo Astudillo Castro. “Nos llamaron con el objetivo de contribuir desde la tafonomía forense a aportar datos sobre el contexto de muerte del cuerpo humano hallado en las cercanías de la cuidad de Bahía Blanca”, explica Gutiérrez sobre el caso, en el que aun están colaborando y del que no pueden dar más detalles. “Es altamente satisfactorio poder contribuir con nuestro conocimiento científico al esclarecimiento sobre causas de muerte de seres humanos –concluye la científica-. La transferencia de conocimiento cobra real valor cuando podemos contribuir a generar un corpus de información científica que la justicia utilizará para dictar sentencia y tomar decisiones”.

A través del Programa Nacional Ciencia y Justicia,, se ofrece el servicio de tafonomía forense a todo el país. “En el centro de la Provincia de Buenos Aires hay un equipo que está preparado para prestar servicios forenses de calidad para una mejor administración de justicia”, señalan los responsables del Programa.

“Dado el potencial de la tafonomía, nuestro objetivo es que se incorpore esta disciplina de forma más sustancial y sistemática en las investigaciones judiciales”, agrega Gutiérrez.

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