Alberto Fernández: sólo habrá plata para «los más postergados»

El nuevo mandatario trazó un panorama sombrío sobre la situación econòmica, en un mensaje destinado en especial al FMI y al resto de los acreedores.

Fotos NA, Télam y Reuters

Enterado del aluvión de demandas que recibirá apenas se instale en la Casa Rosada, Alberto Fernández decidió curarse en salud y trazó un panorama más que negro sobre la situación económica argentina, en un mensaje destinado en especial al FMI y el resto de los acreedores.

Fue de alto impacto la crudeza con la que el flamante presidente describió la realidad económico y social heredada.

Mauricio Macri siempre sostuvo que, cuando asumió, nunca quiso contar algunos de los desaguisados que le había dejado Cristina Kirchner, como el hecho de que no había reservas de libre disponibilidad en el BCRA, porque consideró que hacer lo contrario hubiese espantado cualquier posibilidad de crédito.

El ahora presidente optó por aplicar exactamente lo contrario, dio a entender que el Estado argentino está al borde de la quiebra, una estrategia que no es mala de por sí, si se supone que los acreedores son gente que pueda sensibilizarse ante la delicada situación argentina.

Pero debería considerar que lo único que les importa a los acreedores es garantizarse el pago, por lo que habrá que ver cómo se las arregla el ahora mandatario para mantener una posición dura en la negociación que viene.

También representará un desafío garantizar que los fondos públicos se utilizarán con racionalidad y mesura, teniendo en cuenta que su vicepresidenta, Cristina Kirchner, buscó garantizarse el manejo de las pocas cajas que le quedan al Estado, como la ANSeS y todo el Presupuesto millonario que maneja el Congreso y se destina a lo que genéricamente se conoce como «la política».

Los antecedentes sobre los manejos del kirchnerismo con la obra pública y la financiación de «la política» obligarán al ahora presidente a estar muy alerta para evitar manejos discrecionales con los fondos de todos y todas.

El presidente dejó claro que priorizará a los sectores que quedaron fuera del sistema: 40% de pobres entre los que sobresalen beneficiarios de planes y jubilados.

Aún no esta claro a qué apuntó Fernández con incluir a los estatales entre los postergados, ya que la mayoría gana muy por encima de la media, en una Argentina donde sobra empleo público, en especial en las provincias.

Genera gran expectativa el Plan de Lucha contra el Hambre que coordinará el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y también es de esperar que haya disputas de poder allí con provincias, municipios y organizaciones sociales, muchas de las cuales han perdido el rumbo y se han dedicado a gerenciar en forma poco clara el dinero de los contribuyentes con manejos discrecionales de planes.

A sabiendas de la enorme expectativa generada por su ascenso al poder, Alberto Fernández se atajó y dijo que llevará «algún tiempo lograr aquello que todos queremos». Pero prometió «alivio fiscal y estímulos apropiados», para las pymes, uno de los sectores más castigados por el anterior gobierno, con un cóctel explosivo de suba de tarifas y apertura indiscriminada de importaciones.

«Quiero que todos comprendamos que el Gobierno que acaba de terminar su mandato ha dejado al país en una situación de virtual default», dijo Fernández en su estrategia destinada a enviar un mensaje contundente a los acreedores.

En lenguaje llano, les quiso decir: «Renegocien o no se sabe cuándo van a poder cobrar», una estrategia dura que ya había sido utilizada por Néstor Kirchner. «Primero tenemos que crecer, para después pagar», es el razonamiento que inspira al nuevo gobierno, y una de las razones por las que Martín Guzmán será el ministro de Economía.

Fernández prometió obras públicas transparentes, en una clara señal de que buscará evitar cometer abusos como los que terminaron llevando al banquillo a más de dos decenas de funcionarios kirchneristas y a la propia expresidenta, que ahora es su vice.

Fernández prometió, además, una «ambicioso plan de regularización del hábitat y de la construcción de viviendas», cuya implementación estará a cargo de María Eugenia Bielsa. «Es inadmisible pensar que en pleno siglo XXI millones de argentinos no tengan un techo bajo el cual guarecerse», enfatizó.

La mayoría de las políticas económicas insinuadas en su discurso ante la Asamblea Legislativa dependerán de que llegue a buen puerto el plan para postergar por al menos dos años los vencimientos de deuda tanto con los fondos de inversión como con el FMI. Y esa postergación deberá incluir capital e intereses, para tener un escenario despejado y poder contener el dramático hecho de que cuatro de cada diez argentinos se ubica debajo de la línea de pobreza.

Para ayudar a que salgan de esa situación, una de las claves será reforzar la ayuda social y calentar el consumo, pero la otra es contener la inflación, el factor principal de que haya cada vez más pobres en la Argentina.

Por ahora, Fernández habla de mantener una «relación constructiva» con los bonistas, a los que amonestó por haberle prestado a la Argentina a tasas altísimas, a sabiendas de que no sería fácil cobrar.

A diferencia de lo ocurrido con el anterior default, los títulos de deuda tienen cláusulas de acción colectiva, lo cual quiere decir que la oferta debe ser aceptada por un porcentaje estipulado de bonistas para que se pueda aplicar a todos, lo cual juega a favor de la Argentina.

La otra pata clave en esta ecuación es qué estrategia usar para ayudar a salir rápido de la crisis a una industria que lleva un año y medio de caída en sus niveles de producción. Las consultoras estiman que la producción industrial cayó 17% con relación a 2015, cuando Macri asumió. Eso provocó una fuerte pérdida de empleos, que Alberto Fernández hizo notar en su discurso.

Además, recordó que el desempleo afecta a casi 30% de los jóvenes y, aún en tasas más altas, a las mujeres de esa franja etárea. «Hay más de 1.200.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. Debemos garantizar el derecho al primer empleo, a través de becas solventadas por el Estado para que jóvenes se capaciten y trabajen en empresas, PyMEs, organizaciones sociales y de la economía popular y la agricultura familiar», dijo el presidente.

Y señaló que en estos 4 años se perdieron en la industria más de 141 mil empleos registrados del sector privado. En definitiva, un panorama más que complicado que obligará al nuevo gobierno a no equivocarse en las primeras medidas, y aprovechar el fuerte apoyo político con el que arranca la gestión. (José Calero – Agencia NA)

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