Caso Migliavacca. Antonela Veneciano: «Cuando me acuesto escucho todo lo que pasó una y otra vez”.
Tras el fatal incidente en el que perdió la vida Jesica Migliavacca, en la mañana del 24 de marzo, brindó su testimonio Antonela Veneciano, su acompañante. La joven, de 19 años, viajaba en el mismo auto en el cual falleció Migliavacca, a raíz de un disparo accidental que efectuó Oscar Abel Avendaño, en un forcejeo fuera del vehículo con otra persona.
“Yo no recuerdo mucho porque habíamos tomado bastante” Confiesa Veneciano. Hecha la aclaración, comienza a narrar lo sucedido. «Ese día estábamos chateando y (Migliavacca) me puso que no tenía con quien salir. Entonces le dije ‘bueno a la medianoche nos juntamos'», explicó Veneciano, quien esa noche saldría por primera vez con la víctima.
A la salida del boliche, descubrieron que el espejo retrovisor del Volkswagen Gol del conductor, Avendaño, estaba roto. En la vereda de enfrente, un grupo de jóvenes «le gritaban cosas» y, aparentemente, eran quienes habían roto el espejo. Avendaño cruzó y tuvo un intercambio verbal que derivó en golpes de puño con Maximiliano Urrutia, otro de los protagonistas del hecho. Finalmente, Avendaño se subió al auto, y junto con Migliavacca y Veneciano abandonaron el lugar.
La joven expresó: “Intenté calmarlo porque Abel (Avendaño) estaba nervioso y había tomado bastante, al igual que Jesica y yo”. La joven explicó que dieron una vuelta para tranquilizar los ánimos y en la esquina de Belgrano y Lamadrid se volvieron a encontrar con Urrutia, quien había protagonizado un accidente de tránsito.
Según contó la joven, Avendaño bajó del auto, abrió el baúl y tomó una escopeta. Se dirigió hasta donde estaba Urrutia, y comenzaron a discutir. «Ellos empezaron a forcejear y Abel le dijo a Maxi: ‘No, que está cargada’, y yo me agaché”. Veneciano dijo que escuchó el ruido del vidrio que se rompía pero que no se le ocurrió mirar para atrás para ver a Migliavacca, sino que se bajó del Gol y fue a separar a los jóvenes. Finalmente convenció a Avendaño de subirse al auto.
“Nos subimos y no nos habíamos dado cuenta de que la chica (Migliavacca) estaba muerta. Cuando miré hacia atrás, vi que le sangraban los ojos, la boca y los oídos. Le tomé el pulso y no pude hacerle respiración porque estaba bañada en sangre”, relató. De allí se dirigieron a la clínica, aunque Migliavacca ingresó ya sin vida.
Tanto Veneciano como Avendaño fueron detenidos, aunque ella fue liberada horas después. «El alcohol tuvo que ver; si no hubiésemos estado alcoholizados, Abel no hubiera sacado un arma», aseguró y agregó: «Cuando me acuesto escucho todo lo que pasó una y otra vez”.
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