CRISPACION
Por Marta Casanella
Se respira un aire enrarecido. La cuestión mas insignificante puede transformarse , sin que sepamos como, en causa de disputa. Una larga espera en la caja de algún supermercado, la caja rápida que no es tal, una rotonda con reglas difusas. Todo es buena razón para descargar una furia interna que nos brota por todos los poros.
Que nos enoja?
Pudiera ser la injusticia, seguro esa seria la respuesta mas votada. Pero sin embargo, es mas útil pensar en la intolerancia como la madre de la mayoría de los males.
Anoche en un debate, una señora marco que los argentinos no nos queremos. Porque no nos aceptamos, porque somos una yuxtaposición de diferentes , a lo sumo una sumatoria de individualidades con intereses similares.
En esta enorme fragmentación , somos presa fácil.
“ Si pudiera, los pisaría a todos” Eso dijo una docente cuando salio la noticia que un limpiavidrios había sido atropellado. Era la mas básica, instintiva reacción animal. Algún limpiavidrios la asalto ? No. Solo le resultan potencialmente amenazantes y se defiende anticipadamente.
“La gente de las escuelas privadas son gente linda, laburantes pero lindas. Están un escalón mas allá del resto” Otra colega.
Tarde un rato en reaccionar, mientras trataba de saber cual era mi escalón ya que linda, sabido es, no soy.
Debo reconocer que me costo un poco demasiado controlar mi furia. La que me impulsaba a gritarle a ese piojo resucitado, que la vida transcurría un poco mas lejos de su ombligo lleno de pelusas y cremas reafirmantes. Que la mayoría de mis alumnos desconocen que están en una escalera cruel donde el de arriba patea al de abajo. Pero, como la crispación circundante los hace sospechar, se defienden anticipadamente.
Pude controlar el impulso de gritarle a alguien una verdad muy mía, que seguramente le interesaba nada. Porque resulta mas útil un silencio a tiempo que un grito sin auditorio.
Digo, no tiene sentido confrontar ninguna idea mientras no estemos de acuerdo en aceptar de algún modo al que piensa distinto. Al distinto.
Presa fácil de la ignorancia que no nos permite mirar mas allá de nuestras necesidades inmediatas. De los interese ajenos, que nos saben enojados y temerosos y se aprovechan.
De la miseria. Del egoísmo. Del salvaje sálvese quien pueda.
Presos del pasado, condenados por el presente, nos queda como meca el futuro extraño, esquivo pero posible.
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