EL CUERPO QUE DA PLACER por Marta Casanella


Les contaba la semana pasada de la obsesión nuestra por educar el cerebro y el olvido sistemático del cuerpo como una totalidad.
Además de negar el movimiento, la música, el juego, lo negamos como fuente de placer.
¿Es necesario educar para el placer? ¿Es lo mismo que educación sexual? En realidad, es una cuestión de orden. Se educa en el placer y el reconocimiento del propio cuerpo desde el primer minuto de vida. Mamas y papas que acarician y juegan con su bebe, todo el tiempo posible, lo ayudan a sentir su cuerpo. A saberlo amado y placentero.
Permitir y estimular a que lo exploren, lo reconozcan, jueguen ellos consigo mismos. Cada cosquilla, cada mención de las partes de su cuerpo cuando los bañamos o cambiamos, los ayuda en ese encuentro con el placer.
Pero se enseña también, en terreno de educación sexual, hasta donde pueden otros tocarlos, cual es el límite entre el cariño y el abuso deshonesto. Y eso también se hace desde muy chiquitos, cuando las primeras palabras aparecen. El equilibrio entre ambas enseñanzas, la del placer y la de los límites permiten que un niño crezca conociendo su cuerpo, disfrutándolo de manera sana.
A medida que crecen, es nuestra obligación como papas, ofrecerles toda la información necesaria para que entiendan la sexualidad sin mitos, sin zonas oscuras. ¿Qué sentido tiene ocultarles que la sexualidad no es solo con fines reproductivos? Es allí, donde se abre la puerta a que se confundan, a que no sepan decidir entre lo que sienten y lo que les dijeron que era lo correcto.
Asociar el placer al respeto y al amor es fundamental. Pero relacionarlo solo con el matrimonio es crearles una barrera que no existe. Todos sabemos que los embarazos adolescentes son cada vez más cantidad. Que los jóvenes no se cuidan como deberían de los contagios de ETS. Falta información y sobre todo aceptación de la realidad por parte de los adultos.
Cuanto más expresiones de represión, negación y tabú existan sobre la sexualidad, mas lejos estaremos de salvaguardar nuestros niños y jóvenes del abuso, de la discriminación. Aquel niño que sabe, puede decidir que quiere y que no. Aquel joven que conoce su cuerpo y lo acepta puede vivir una sexualidad plena y responsable.

Los comentarios están cerrados.

error: Content is protected !!