Fue un “huracán” el temporal de noviembre
La gran tormenta del 29 de noviembre pasado, aquella que no tenía un antecedente más cercano que el temporal de 1993 y que causó severos daños en la Ciudad, resultó ser un “macrotornado” que arrasó con todo a su paso. Aunque parezca algo extraño así fue, y lo corroboró un estudio científico que finalizó en el transcurso de este mes.
Hasta entonces nunca se supo (ni se dijo) con exactitud lo que había ocurrido en esos fatídicos minutos, que alcanzaron para devastar una gran porción del casco urbano de Olavarría.
El núcleo de la tormenta. En línea punteada: formaciones nubosas que enmarcan la región dominada por el centro ciclónico o mesociclón.
Pasaron algunos meses para que podamos saber, a ciencia cierta, lo que sucedió, y con datos sorprendentes Todo está en un informe que se acabó esta semana -y al que accedió Infoeme-, realizado por la doctora en Ciencias Meteorológicas María Luisa Altinger de Schwarzkopf, una de las investigadoras científicas más prestigiosas del país, declarada en 2008 “Personalidad Destacada de la Ciencia” de la Ciudad de Buenos Aires.
Según su informe científico, el fenómeno de noviembre técnicamente se define como un mesociclón, un centro de circulación ciclónica (en el sentido de las agujas del reloj en nuestro Hemisferio Sur) cuyo diámetro horizontal es de unos 5 a 10 kilómetros. “La celda de tormenta desarrolló por debajo de su base un mesociclón acompañado por severas corrientes descendentes que conformaron un frente de ráfagas del sector Oeste”, explica.
Zona afectada por el fenómeno meteorológico severo ocurrido El 29 de noviembre de 2011 en el Partido de Olavarría.
Un mesociclón se desarrolla a nivel del suelo alrededor de una zona muy localizada de baja presión por debajo de una nube de tormenta. Esta zona de baja presión generada por la dinámica de la tormenta se observó inmediatamente antes de la irrupción del frente de ráfagas y de la lluvia intensa. En ocasiones los mesociclones pueden desarrollar velocidades de viento superiores a 180 Km/h. En décadas pasadas se los denominaba “macrotornados”.
En tanto, narra que “las corrientes descendentes produjeron a nivel del suelo daños que corresponden al rango de intensidad F1 (Escala Fujita)”. La velocidad de las ráfagas máximas se estima que fueron entre 150 y 160 kilómetros por hora.
“Los daños ocurrieron sobre una franja de aproximadamente 3000 metros de ancho que se extiende de Oeste hacia el Este, a lo largo de 20 kilómetros, desde la zona rural situada al Sur del Camino de Los Chilenos hacia el Arroyo San Jacinto atravesando el casco urbano de la ciudad de Olavarría” precisa el estudio.
La escala F de Fujita, publicada por un investigador de tormentas de apellido homónimo en 1971, ubica a este mesociclón en el rango F1 (118 a 182 km/h), el segundo de la escala que llega hasta F5 (421 km/h o mayor, tal como fue el tornado de San Justo en Santa Fe el 10 de enero de 1973), clasificando la intensidad de los daños como “moderados”.
Más precisamente, la intensidad de los tornados se define con esta escala que correlaciona los daños generados por el fenómeno con la velocidad máxima estimada del viento.
En Olavarría, superó largamente los 117 km/h donde -según detalla el rango- “comienza la intensidad 12, denominada “huracán” de la escala Beaufort”. Describe que con esta intensidad “se desprenden las coberturas de los techos; se rompen los vidrios de las ventanas; las casas rodantes son volcadas y desplazadas; los árboles en terrenos blandos son arrancados de raíz; algunos árboles son quebrados; los automóviles en movimiento son desplazados de la ruta”.
Justamente todo lo que aconteció a fines de noviembre.
Olavarría, en el registro de tornados
El Estudio de los tornados en la República Argentina fue desarrollado en la Universidad de Buenos Aires desde 1971 hasta 2001 por la Dra. María Luisa Altinger de Schwarzkopf con el objetivo de evaluar la importancia de estos fenómenos en las distintas zonas del país. En la actualidad la Dra. Altinger continúa la investigación como profesional independiente.
Los resultados de la investigación se aplican al diseño de las obras de ingeniería que deben cumplir con requisitos de seguridad altamente exigentes como son, por ejemplo, las centrales nucleares.
Se realizaron estudios especiales para las centrales nucleares de Atucha II y de Embalse y, con el fin de minimizar los riesgos de una imprevista interrupción, también para los sistemas de transporte de energía eléctrica de 500kV de Yacyretá y de Alicurá.
Para su análisis se estudian continuamente los fenómenos severos que atraviesan las líneas de alta tensión.
Los datos recopilados ingresan al registro de tornados y tormentas severas; único en el país. Constituye el banco básico de datos para las investigaciones actuales y futuras. Contiene casos de tornados desde 1930 y también la serie de casos históricos anteriores.
Las tareas de relevamiento constituyen el conjunto de datos indispensable para la clasificación del fenómeno severo, su intensidad y la magnitud, ancho y largo, de la zona afectada.
Más información sobre este tema en: www.tornados.com.ar
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