La versión propia de Eliseo Castilla Rocha
Roberto Eliseo “Mono” Castilla Rocha fue condenado a reclusión perpetua este lunes por la tarde: el Tribunal en lo Criminal Oral Número 1 de Azul lo halló culpable del homicidio agravado por alevosía del abogado Marcos Alonso. Al cierre de la audiencia hizo llegar a los medios un relato de 24 páginas escritas a mano en las que dio a conocer su versión de lo sucedido el 25 de enero de 2010.El relato ubica a Castilla Rocha detenido en Sierra Chica, condenado a 22 años de prisión por robo de vehículos en banda y con una fuga de por medio. A fin de lograr la libertad condicional, contacta con Marcos Alonso y otro abogado a quien identifica. Los hechos que narra el ahora condenado a reclusión perpetua confirman los trascendidos a los que accedió Infoeme el 1º de septiembre, día en que el entonces acusado declaró a puertas cerradas ante el Tribunal en Azul.
Castilla Rocha señala que ha pasado 30 años en los penales de la provincia, conoce la corrupción del sistema y no descarta que pueda morir asesinado en un centro de reclusión: en prevención afirma que él no sería capaz de suicidarse. Asimismo, informa que su declaración se hizo a puertas cerradas por decisión de los defensores y magistrados: sostiene que conoce a los jueces que integran el Tribunal a los que también acusa de “arreglos” de causas.
En el inicio, expone cómo llegó a estar acusado en un juicio en un tribunal azuleño, la condena por robo de vehículos y su fuga de una unidad penitenciaria el 29 de diciembre de 2004. Así termina nuevamente apresado y allí es cuando conoce a los abogados que logran su libertad. Afirmó que a cambio él “trabajaba” para ellos: le conseguía 400 gramos de cocaína cada dos meses a Alonso y robaba documentación de camiones. La droga la obtenía de un primo suyo, a quien nombra como “Mameluco”. Además, expone que Isidro Rodríguez es el socio de Alonso en la venta de camiones.
Más adelante, relata cómo conoció a Isidro Rodríguez, (a quien acusa de mentir en la declaración ante el Tribunal donde dijo que no lo conocía) y el contacto con el comisario Juan Carlos Lazarte –a quien en toda la declaración menciona como “el enano”- y el policía Marilu por un hecho ocurrido en Entre Ríos. Agrega que después de ese contacto, los policías detectan a Marcos Alonso con cocaína, el abogado les dice cómo la obtiene y así los policías vuelven a convocar a Castilla Rocha. De esta manera, el ahora condenado por el homicidio del abogado, se ubica a sí mismo como nexo entre “Mameluco” y los policías de la DDI. Si bien Castilla señala continuamente su intención de mantenerse fuera de la negociación por la comercialización de estupefacientes, su propio relato de los sucesos lo ubican en las instancias clave de las relaciones entre las partes.
De esta manera, Castilla cuenta que viajó junto con los policías a la “Villa 18” para que Lazarte y Marilú conocieran a “Mameluco” en su remisería. Sostuvo que no se quedó en la reunión y que, en el viaje de vuelta a Olavarría, los policías le relataron que formaban parte de una sociedad que también integraba un grupo que identifica individualmente y que define como “los abogados”, dentro de la “sociedad comercial”.
Inmediatamente, las notas de Castilla pasan a detallar lo sucedido el día 25 de enero de 2010, desde su llegada a la quinta donde vivía con su familia hasta que quedó el auto de Marcos Alonso con el abogado vivo en el taller de Isidro Rodríguez. En un pormenorizado relato que ocupa cuatro hojas del total, “Mono” Castilla Rocha, explica cómo se dieron las circunstancias y ubicó a Juan Ramón Ibáñez, Juan Carlos Lazarte y Marcos Alonso en la quinta de Pueyrredón al 11.000.
Castilla expresa que él mismo convocó a Alonso a la quinta para entregarle la droga que “le debía” y a Ibáñez para tratar un tema personal. Con esa convocatoria ya hecha, se presentó Lazarte y obligó a Castilla y a Ibañez a participar de la retención de Alonso, quien fue el último en llegar a la quinta y cuyo auto siempre estuvo en la calle.
Castilla expresa que Lazarte le expone el problema de una deuda con “Mameluco” y eran “los abogados” los que tenían que pagar por 25 kilos de droga. Salen en el auto de Alonso con Lazarte al volante y Alonso precintado, se dirigen hacia la zona del autódromo donde los esperan el policía Marilu con “Mameluco” en otro vehículo. Allí, Castilla es quien se baja de un vehículo y va al otro a dialogar con su primo quien le plantea que hacía más de un mes que le debían 250 mil pesos y es “Mameluco” quien señala como integrantes de la sociedad a Antonio Saladino, Isidro Rodríguez y Chino Colman.
Si bien Castilla afirma que reiteró su intención de no participar de la sociedad ni de la negociación, nuevamente es a él a quien “Mameluco” le pide que consiga el dinero faltante. Cuando baja del vehículo donde dialogó con su primo, escucha disparos en el auto de Alonso, llega hasta allí y encuentra a Alonso con un disparo en un brazo efectuado por Lazarte quien explica que lo hizo porque Ibáñez estaba tratando de quitarle los precintos. Allí Alonso fue maniatado nuevamente con una cinta que hallaron en la guantera del auto, recibió llamados telefónicos y, con el teléfono de Lazarte, llamaron a otras personas con las que habló Alonso quienes tenían que juntar el monto requerido y dejarlo en un maletín en el estudio del abogado penalista. El vehículo parte hacia el estudio donde Castilla entra y no encuentra el maletín.
Es ahí donde se decide ir hasta el taller de Isidro Rodríguez donde estaban éste último y Colman. Por diferencias personales con Colman, Ibáñez sale del lugar y se queda en la calle. Castilla permanece en taller: narró que Colman hizo bajar del auto a Alonso y luego bajó Lazarte. Después aparece el juez Saladino. En ese momento, Castilla decide retirarse. Le dice a Lazarte “mirá, yo hablé muy bien con ustedes y no quiero tener ningún quilombo. Ya sabés el pacto que ustedes tienen con mi primo, así que traten de llegar a un acuerdo y a mí déjenme tranquilo y de lado de todos sus dramas”. Esa fue la última vez que Castilla Rocha vio a Alonso. Salió del lugar y se retiró con Ibáñez hasta un remis con el cual fueron hasta la playa de camiones.
Castilla explica que, tras haber cargado una tarjeta en su celular llama al teléfono de su hermano Gabriel, el cual utilizaba uno de sus hijos. En este punto, Castilla contradice la versión de la Fiscalía que ubica a Gabriel Castilla Rocha como partícipe del caso: el imputado expone que su hermano estaba en Buenos Aires por un problema de salud y que sólo estaba su teléfono en poder de un hijo.
A la madrugada siguiente vuelven en un auto Marilu y Lazarte a la quinta con otra persona más. Allí Castilla se entera de que Alonso fue asesinado. Los policías indicaron que buscaban la silla en la cual estuvo sentado Alonso y los guantes que utilizó Ibáñez para precintarlo. Los policías exponen la intención de “plantar pruebas” y Lazarte es quien le informa, “hubo drama y tuvimos que dejarle un mensaje a los abogados y a otras personas amigas de Marcos. Yo les pregunto ´¿y Marcos?`; y me dicen ´lo tuvimos que matar`. ´¿Cómo?` les digo, `sí, lo matamos y lo hizo Colman con la ayuda de Isidro. Ya está, ellos se encargaron de eso y nosotros nos vamos a encargar de plantar pruebas para que la paguen unos perejiles como este que usó estos guantes`”, expone en la novena hoja de su declaración.
Este último diálogo apuntaría a explicar la presencia del billete de dólar en la boca del abogado, detalle que desde el hallazgo del cuerpo de Marcos Alonso ha sido uno de los más llamativos y que ha generado numerosas hipótesis: el billete se expone así como un mensaje entre las partes de la “sociedad” que señala el incumplimiento del pago acordado.
Con la llegada de los policías a la quinta y el diálogo con Lazarte, Castilla advirtió lo delicado de su situación y analizó la posibilidad de sacar a su familia con lo que pidió dinero prestado y vendió pasajes de micro otorgados por el Servicio Penitenciario. Igualmente, no lo logró y rápidamente fue allanada la propiedad.
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