Con el prócer en la sangre

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Se llama Manuel Belgrano, tiene 64 años y es chozno del creador de la bandera. Más allá de su vinculo sanguíneo, lo une una gran admiración hacia la figura del histórico personaje. En la fecha en que se recuerda su muerte, dice que a lo largo de la historia, muy pocos lo han sabido imitar.
Una nota de Mauro Gentinetti de La Opinión Digital
Es quinta generación de nieto del prócer.
Si el nombre que recibimos marca nuestra vida, llevar el de un prócer puede ser determinante. Y más aún si existe un lazo sanguíneo con él.
Algo de esto le pasó a Manuel Belgrano, no al que recordamos el 20 de junio, sino al que vive en Olavarría, provincia de Buenos Aires, y que desde hace 4 años preside el Instituto Nacional Belgraniano. Para él, su nombre es su vida.
Manuel es uno de los choznos de Belgrano. Es nieto de quinta generación, por parte de Manuela Mónica, hija del General Manuel Belgrano. Manuela tuvo a Flora, quien se casó con un tío, Juan Carlos Belgrano. Ellos son sus bisabuelos. Y ahí se recuperó el apellido para la descendencia.
Siendo un Belgrano auténtico, cada 20 de junio es invitado a participar de actos y pronunciar discursos. El último jueves, por ejemplo, en el Regimiento de Patricios, donde está la sede del Instituto Belgrano, Manuel tomó la jura de la bandera a unos 4.000 alumnos.
Nació en Buenos Aires, donde cursó todos sus estudios. Cuando Belgrano ya era para él un viejo conocido, se recibió de Licenciado en Administración Agraria. Hoy tiene 64 años y una carrera hecha como asesor agropecuario. Por cuestiones laborales, divide sus días entre Olavarría, Maipú y Buenos Aires.
Su nombre y su descendencia fueron para él como un mandato. Rápidamente entendió que debía ser un testimonio vivo del prócer y asumió con orgullo esa posición. «Siempre fui partícipe. No sólo en el Instituto (Belgraniano). A todas las actividades históricas que me han convocado he participado en la medida en que mis obligaciones laborales me lo permitieron. Y ahora, desde que presido el Instituto, lo hago sabiendo que existe una responsabilidad por delante», expresa.
 
– ¿Su vínculo con la figura de Manuel Belgrano está dado sólo por la descendencia sanguínea?
– No. Por supuesto que la primera vinculación es la descendencia, porque uno desde chico empieza a tomar un contacto distinto. Empieza a estudiar, empieza a investigar, empieza a interesarse por un vínculo familiar. Y después uno empieza a tener una admiración a lo que fue el General Belgrano. Sin ninguna duda. La primera fase es familiar. Después, viene el conocimiento más profundo.
 
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– ¿Y por qué uno debiera admirar al General Belgrano?
– Yo creo que fue un hombre sumamente importante, incluso si sacamos lo que fue su aporte a la Revolución de Mayo y a la guerra de la Independencia. Lo que Belgrano hizo desde que volvió de estudiar en Europa, desde el año 1794 hasta 1810, cuando llegó a ser secretario perpetuo del consulado español, es aún hoy poco conocido. Fundó escuelas de comercio, de náutica, de dibujo, de matemáticas, de artes y oficios; le da un rol fundamental a la mujer, cuando esta no tenía acceso a la educación; fue el primer economista, periodista. Realmente es una figura sumamente destacada.
 
– ¿Qué cosas que no se cuentan de su historia le sorprendieron saber?
– Por ejemplo. El manda a estudiar los pasos de la Cordillera, para la comunicación con Chile y, de ahí, para el comercio con China. Estoy hablando de algo que pasó hace 200 años. Y recién nosotros ahora estamos viendo que la potencia del futuro es China. Y este hombre ya lo había escrito y estudiado. Después, manda a estudiar la navegación de ríos para las vías de comunicación; releva caminos para poder comunicar todo el territorio. Fomentó la agricultura, el libre comercio, aunque cuidando siempre el comercio interno. En agricultura, habló de los nuevos cultivos, del mejoramiento que debían tener, de los abonos. Habla de la ecología, y decía que por cada árbol que se cortaba, había que plantar dos. Por eso fue elegido por el Congreso de la Nación como el primer ecologista. Era un hombre sumamente destacado.
 
– ¿Nos han enseñado bien la historia de Manuel Belgrano?
– No. Yo creo que la historia se estudia muy por arriba, y no se la desarrolla. Tendríamos que empaparnos más en la historia fundacional de nuestra Patria. Sólo se ve a Belgrano como el creador de la bandera, que ganó dos batallas y participó de otras dos. Y ahí terminó la historia. Y es mucho más que eso. La gente a medida que lo va conociendo, se queda admirado. Esto es lo que uno, a diario, va escuchando. ‘Esto cómo no me lo enseñaron’. Y ese es el desafío que uno tiene. Sobre todo, por los valores que tuvieron estos hombres.
 
– ¿Cuáles eran esos valores?
– El desinterés por lo personal, la lucha por dejar una Nación libre, soberana, independiente. En esto hay que hacer mucho hincapié, sobre todo en los tiempos que vivimos.
 
– Belgrano muere pobre, ¿no?.
– Sí. Muere absolutamente sin nada. Fue una persona entregada totalmente a lo que fue la causa de la Revolución de Mayo. Ya cuando asume como vocal, dona su sueldo. Y así, permanentemente. Y lo que tenía, lo ponía para los ejércitos. Es bien conocido que, para pagarle al médico que lo acompaña desde Tucumán hasta Buenos Aires, le da su reloj porque le dice que no tenía con qué pagarle. Un famoso reloj que después se robaron, hace unos años, del Museo Histórico.
 
– ¿Cómo era ser Manuel Belgrano en la escuela?
– ¿Cómo lo viví?… Y cada vez que llegábamos a las fiestas patrias, y nombraban a Manuel Belgrano tenía 40 compañeros que se daban vuelta a mirarme (risas). Y con 6 años volvía a mi casa y preguntaba por qué me miraban los chicos. De allí que recibí las primeras explicaciones sobre quién era.
 
– ¿Fue en algún momento un legado pesado?
Siempre lo llevé con mucho orgullo. Con la modestia que me inculcaron mis padres. Uno, es uno más. Pero con el orgullo de saber de quién desciende.
 
– ¿Trabajó en política?
– No. Me gusta la política. Pero uno tiene otras inclinaciones y me dediqué a otras actividades.
 
– ¿Le molesta cuando se toma la voz de Belgrano y se dice de qué partido sería hoy o si pensaría de una u otra manera?
– Sí. Porque creo que la pregunta es al revés. Yo no vi muchos que lo hayan copiado, en su integridad sobre todo. Querer ponerse las banderas y el ropaje de un prócer, me parece que es una comparación inútil, innecesaria, y hasta una falta de respeto. Yo no digo que sean inigualables, Belgrano, San Martín, y otros nombres que fueron de carne y hueso. Pero uno tiene que aspirar a parecerse o seguir esos ejemplos. Y no al revés, de decir «Belgrano estaría conmigo». Además, creo que sería muy difícil ponerlo en determinado partido político.
 
– ¿Cuántos choznos de Belgrano hay?
– Tengo un montón de primos. No le sé decir cuántos, pero somos muchos.
 
– ¿Y se llevan bien?
– Sí, por supuesto. Con algunos nos vemos más, con otros nos vemos menos. Tenemos una relación de familia normal.
– ¿Y Ud. Tiene hijos?
– Sí. Mercedes y Manuel.
 
– O sea que el apellido va a seguir estando.
– Si. Y ya tengo nietos. Uno de ellos varón.
 
– ¿Y cómo se llama?
– Manuel. También se llama Manuel Belgrano.

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