CoNverSo/ Zito y Priola: los primeros camiones y el origen de una sociedad que marcó una época en Olavarría

El ciclo de entrevistas CoNverSo presentó un nuevo episodio a través del canal de YouTube de En Línea Noticias.
En esta oportunidad, el periodista Fabricio Lucio dialogó con Carlos Priola, referente del sector empresarial de Olavarría y Sierras Bayas, cuya historia personal y laboral está marcada por la inmigración italiana, el trabajo desde muy joven y una trayectoria construida a lo largo de más de cuatro décadas.
La historia empresarial de Carlos Priola en Sierras Bayas comenzó de manera modesta, pero con una idea clara: trabajar, cuidar las herramientas de trabajo e invertir cada peso en hacer crecer el proyecto. Ese camino lo recorrió junto a Cono Zito, vecino de la localidad y amigo, con quien daría los primeros pasos en el mundo del transporte.
Una sociedad nacida en el barrio
Zito y Priola se conocían desde siempre. Vivían a media cuadra de distancia en Sierras Bayas y compartían una historia similar: hijos de inmigrantes italianos, trabajadores de la fábrica de cemento y con una fuerte cultura del esfuerzo. No eran parientes, pero el vínculo era cercano, casi familiar.
A comienzos de la década de 1970, ambos trabajaban en Cemento San Martín. Mientras Priola también atendía un almacén, Zito era relojero. Sin embargo, los dos compartían el interés por los camiones volcadores, una herramienta clave para el movimiento de piedra en las canteras de la zona.
La primera inversión y los camiones volcadores
El punto de partida fue la compra de dos camiones volcadores, financiados con ahorros personales y la venta de bienes propios. “Empezamos con poco”, recuerda Priola, pero con una decisión que marcaría el rumbo del emprendimiento: reinvertir todo.
Los primeros trabajos fueron en Cemento Avellaneda, en tareas de destape y traslado de material. En aquellos años, la actividad en las canteras era intensa y podía haber cientos de camiones operando en simultáneo. La diferencia, sostiene Priola, estaba en el cuidado del equipo.
Trabajo constante y cuidado del capital
Los camiones trabajaban las 24 horas, con turnos rotativos. Priola y Zito manejaban ocho horas cada uno, y un tercer chofer completaba la jornada. Esa modalidad les permitía controlar el estado de las unidades y evitar roturas que dejaban a muchos transportistas fuera de actividad durante días.
“Había quienes rompían los camiones por desesperación. Nosotros preferimos cuidarlos y trabajar todos los días”, explica. Esa lógica les permitió sostener continuidad laboral y empezar a crecer.
Con el tiempo, la flota llegó a tener alrededor de diez camiones, primero volcadores y luego equipos para ruta. Cada mejora o ampliación surgía de la misma decisión: priorizar la inversión productiva antes que el consumo personal.
Una sociedad basada en la confianza
La relación entre Priola y Cono Zito trascendía lo comercial. La sociedad funcionaba sobre la base de la confianza y la amistad, sin conflictos ni rupturas. “Nunca nos peleamos. Si uno tenía que poner más plata, la ponía”, resume.
Con los años, parte de los activos fueron quedando a nombre de los hijos de cada uno, pero el vínculo personal se mantuvo intacto. Incluso hoy, continúan compartiendo espacios de encuentro y amistad en la localidad.
Ese primer emprendimiento con camiones no solo consolidó a ambos como empresarios locales, sino que sentó las bases para una expansión posterior hacia otros rubros, entre ellos el de las estaciones de servicio, que marcaría una nueva etapa en su historia.