La FIO redefine sus planes de estudio con el desafío de cotizar a nivel nacional e internacional


“El objetivo de proyectar carreras a 10 años es todo un desafío, porque los avances tecnológicos son muy acelerados y se requiere, además de nuevas estrategias y metodologías, dejar de ser enciclopedistas”, analiza Isabel Riccobene, secretaria académica de la Facultad de Ingeniería de Olavarría (FIO), a un paso de consensuar una revisión de los planes de estudio en las ingenierías, profesorado, tecnicaturas y licenciaturas que ofrece. Buscan redefinir qué se enseña y cómo se enseña en Civil, Química, Electromecánica, Industrial y Agrimensura para afianzar la calidad educativa y cumplir con una nueva acreditación que en breve realizará la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria).

El monitoreo se realiza cada tres o seis años y exige cumplir con ciertos estándares que propone el Ministerio de Educación de la Nación evaluados a través de CONEAU, instancia en la que “siempre nos va muy bien”, certifica la referente de Ingeniería. A este proceso, ahora se le sumará un nuevo desafío: que el modelo de generación de conocimiento propuesto logre la acreditación internacional.

“Las demandas de la región son diversas y puntuales pero como Universidad tenemos que proyectar a futuro y eso requiere de compromisos, de inserción en instituciones internacionales y del trabajo en red”, precisa la responsable de los asuntos académicos de la Facultad de Ingeniería.
“Las carreras acreditan por un máximo de 6 años y la finalidad de esa acreditación es la mejora continua” en el marco de la Ley Educación Superior, por lo que “nos propusimos modificar los planes de estudio y dar un salto de calidad no solo en contenidos sino en cómo se aplica se conocimiento, y dejar de ser tan enciclopedistas”, explica Isabel Riccobbene, que ya estuvo en la gestión en el rol de vicedecana.

Dar el salto

El plan de estudios es el mapa de enseñanzas y aprendizajes que guía a cada estudiante durante su trayectoria académica. La última modificación para las carreras de ingeniería de la FIO se hizo en 2004 y “de a poco empezamos a cambiar la forma y metodología para compartir con los estudiantes el conocimiento pero aplicado a situaciones reales, y así medir el desarrollo de capacidades y competencias para resolver situaciones concretas”, plantea la referente.

Ahora promueven “planes de estudio más flexibles y reconocerle al estudiante actividades extracurriculares mediante un sistema de créditos”, indica Riccobbene, dando cuenta de que pondrán en valor las experiencias laborales que cada alumna o alumno contabilice antes de graduarse.

La idea es comenzar a aplicar el nuevo modelo en 2023 para las carreras de ingeniería, basado en acuerdos previos entre todas las carreras organizadas en cuatro bloques curriculares: ciencias básicas, tecnologías básicas, tecnologías aplicadas y, por último, ciencias y tecnologías complementarias.

“Hacemos el reordenamiento que requiere el mundo. Hay que mirar hacia dónde va cada una de las ingenierías y dar el salto. Como Universidad regional nuestros planes son generalistas, con graduados insertos distintos lugares del país y profesionales ubicados más allá de las fronteras”, destaca la ex directora del Departamento de Ingeniería Química.



La vara más alta

Repensar el mapa de programa de estudios requiere acuerdos entre todas las carreras y la FIO venía desarrollando este proceso, aunque con pausas y luego frenado por la pandemia. “En 2021 el Consejo Académico aprobó un marco curricular que definimos entre directores de departamento y coordinadores de carrera”, comenta la ingeniera.

La FIO es una institución con 52 años de historia y con una matrícula superior a los 1200 estudiantes de grado. Ingeniería Civil encabeza las preferencias de los ingresantes, mientras que Ingeniería Química se ubica entre las más tradicionales siendo menos convocante.

“Es todo un desafío trabajar bajo un sistema de calidad y mejora continua. No es fácil cambiar conductas y respetar procedimientos”, admite Isabel Riccobene, consciente de que el paso a paso es y será complejo.


El proceso de acreditación lo lleva adelante la CONEAU y el Ministerio de Educación fija pautas y patrones. “Estamos frente a estándares de segunda generación. La vara se corrió. En 2021 se evaluó la capacidad de la Universidad como institución de nivel superior, ahora le toca a la FIO demostrar sus potencialidades en aquellas carreras incorporadas al artículo 43 de la Ley de Educación Superior. Ahí están las de ingenierías y también la Licenciatura en Tecnología de los Alimentos, que es la más nueva”, detalla la secretaria Académica.

Cotizar en otra escala


“También tenemos que apuntar a la evaluación internacional, es un desafío. Uno siempre quiere más y es una oportunidad que no tenemos que perder. Siempre el objetivo es abrirle puertas a los estudiantes”, remarca la Ing. Riccobene, con intenciones firmes de cotizar a gran escala.


“Para ajustarse a las exigencias del ranking mundial es clave hacer hincapié en la gestión, porque se evalúa cómo trabajan los equipos de gestión y sus logros. Por eso en la FIO tenemos área de Calidad y Acreditación que viene trabajando incansablemente en generar sistemas de calidad. Crecimos como institución pero aún tenemos una estructura administrativa reducida y todos hacemos mucho. El esfuerzo es importante y el compromiso del personal nodocente muy destacable”.


Desembarcar en el mapa internacional con acreditación habilitaría a “lograr proyectos o financiamiento que hasta ahora no pudimos obtener”, añade la secretaria académica que este año fue convocada como evaluadora extrajera desde la CONEAU, como ya ha ocurrido con otros docentes de la FIO.



Ingresantes, tema crucial


La brecha en el ingreso a la vida universitaria es importante en todas partes y requiere de un cambio sustancial. “Ahora los estudiantes durante el Programa Institucional de Ingreso son aspirantes (febrero-marzo) y la idea es que sean alumnos desde el principio. Eso requiere otro grado de exigencia: la incorporación de un ciclo de nivelación que se proyecta realizarlo 3 veces durante el año para acompañar la transición escuela secundaria-universidad y no frustrar a los ingresantes, con un bajo umbral de fracaso. Ese es un punto es crucial, no solo en nuestro país”, observa Isabel Riccobene. Por eso, planean incluir el ingreso dentro de los nuevos planes de estudio.


En cuanto a la “toma de examen” de la CONEAU asegura que “hasta ahora nos ha ido bien y somos conscientes del prestigio de la FIO; por otro lado, la UNICEN quedó entre las 6 universidades más destacadas de Argentina, según el ranking elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones científicas de España (Webometric Ranking of World Universities)”.


Y ya sobre el final, Isabel Riccobene, aplaude el retorno de la presencialidad plena mientras asume que la pandemia puso a prueba contenidos y humanidades. “Agudizamos la creatividad al máximo”, apunta, a la vez que describe que se usaron “máquinas táctiles como pizarrón y escribíamos X=1 ocupando toda la pantalla hasta familiarizarnos y poder hacer un encuadre. Se generaron rotafolios y enfocábamos la cámara de la PC hacía allí como si estuviéramos en el aula. Hubo docentes que hacían de los vidrios de sus ventanas una pizarra”, plantea y se conmueve cuando recrea la historia de una alumna que pidió más plazo para la entrega de un trabajo porque en su casa había un único celular que cada noche se convertía en herramienta de estudio pero debía turnarse con sus dos hermanas para poder usarlo. Lo dice desde su oficina, a metros de la “choripaneada” que genera encuentro y pone fin al curso de ingreso, dándoles la bienvenida a los estudiantes 2022 de la FIO desde el cara a cara y clases presenciales.

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