Más de 8 millones de pesos para proyectos de la Facultad de Ingeniería
Siete proyectos de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN serán financiados por un monto superior a 8 millones de pesos a través de la última convocatoria adjudicada para Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT), de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.
Los desarrollos son dirigidos por investigadores e investigadoras de la FIO, integrados por profesionales de diversas disciplinas y núcleos de investigación, y se ejecutarán durante los próximos dos a tres años. Los fondos serán destinados a equipamiento y demás insumos necesarios.
El desafío de un mundo cada vez más digitalizado
El siglo XXI quedará en la historia como la era de la transición digital. Esto alcanza todo aspecto de la vida moderna, incluidas las empresas y procesos productivos. Cada vez más el sector propietario de recursos productivos se vuelca hacia el paradigma de lo que se conoce como la Industria 4.0 o fábricas inteligentes.
“Un común denominador que se plantea en esta nueva era de digitalización para los sistemas flexibles de producción es la disposición de una gran cantidad de datos, provenientes de diversas fuentes”, sostiene el Dr. Mariano De Paula, director del proyecto denominado “Metodologías para la toma de decisiones autónomas de sistemas ciberfísicos de producción flexible”. Con un financiamiento anual de $249.375 durante dos años, buscará generar nuevas propuestas para el desarrollo de sistemas de toma de decisiones autónoma, con métodos y técnicas de simulación de inteligencia artificial como base, apuntadas a pequeñas y medianas empresas de la región.
Las nuevas tecnologías también son insumo del grupo de investigación que dirige la Dra. Bettina Bravo, especialmente a lo que enseñanza de ciencias refiere. En este PICT, la docente de Ingeniería coordinará un proyecto que apunta al “Desarrollo iterativo de propuestas didácticas para la enseñanza y el aprendizaje de la física”. Con su grupo de trabajo tienen un largo recorrido en contribuir a la alfabetización científico tecnológica de la educación obligatoria y a la formación de docentes.
Cómo se aprenden en el nivel secundario y universitario básico los conceptos de la física, especialmente de la inducción electromagnética (la generación de energía eléctrica que se utiliza cotidianamente) y cómo enseñar en consecuencia a través de un uso crítico de la tecnología, será un concepto troncal de esta propuesta para la cual se asignaron $262.500 anuales, para los próximos tres años. La investigación se enmarca en lo que se denomina Investigación basada en Diseño (IBD), donde se evaluarán secuencias didácticas con el objetivo de eventualmente trabajarlas en el aula. Además de la comunidad universitaria, cuenta con la participación de docentes de escuela secundaria y de formación docente terciaria.
Alimentos y bebidas con propiedades bioactivas
Los alimentos funcionales se definen como aquellos que, además de su función meramente nutritiva ejercen un efecto beneficioso para la salud o contribuyen a prevenir ciertas enfermedades, coinciden las investigadoras Dra. Irene Rubel y Dra. Carolina Iraporda, quienes estudian con diferentes finalidades, un tubérculo comestible poco conocido: el topinambur. Se ha descubierto que este cultivo es rico en propiedades funcionales y particularmente alto en inulina, un prebiótico beneficioso para el sistema gastrointestinal. Actualmente la inulina se extrae de la dalia o la achicoria y se está trabajando para promover el aprovechamiento de materias primas alternativas como esta raíz.
En el caso de Iraporda, su grupo de trabajo obtendrá de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica un presupuesto de $249.375 por 2 años para avanzar en el estudio del topinambur (Helianthus tuberosus L.) como ingrediente bioactivo y fuente de bacterias con potencial probiótico, para incorporar a nuevos alimentos.
Por su parte, Rubel apuntará a una bebida. “En Argentina el desarrollo de alimentos funcionales no lácteos es un área de vacancia, y en particular los jugos naturales presentan alta aceptabilidad por parte de los consumidores”, justificó la investigadora en la presentación de su proyecto para desarrollar una bebida funcional a base de zanahoria con la incorporación de inulina y probióticos. En total, recibirá $ 354.375 anuales a lo largo de 3 años.
Las iniciativas no apuntan solamente a generar nuevos productos alimentarios funcionales a base de vegetales, sino también a fomentar el cultivo de topinambur en áreas que actualmente son poco propicias para la producción de cultivos tradicionales, conteniendo un alto valor agregado.
Aportes para la calidad ambiental
La posibilidad de disminuir desechos y contribuir al medio ambiente es una línea que la producción científica y tecnológica no ignora. En el sistema agroproductivo y agroalimentario se generan grandes cantidades de residuos. Se tiende a una revalorización de sustratos provenientes de fuentes naturales, tanto para alimentos funcionales como los mencionados anteriormente o en otras aplicaciones de la industria alimenticia, farmacéutica o de insumos agronómicos.
Las cáscaras de híbridos de girasol y de alpiste apto para consumo humano, entran en esta categoría. Es por eso que la Dra. Marcela Rodríguez trabaja en la obtención de extractos fenólicos de este subproducto, utilizando tecnologías no convencionales (asistencia de ultrasonido y en condiciones supercríticas) para su aplicación en la industria alimenticia como puede ser en el desarrollos de film o aceites. Para ello, la investigadora y su equipo contarán con $249.375 dos años seguidos.
En el mismo sendero de la sustentabilidad se ubica el proyecto del Dr. Gerardo Acosta sobre “Valorización de residuos sólidos de origen vegetal para aplicaciones en energía y medioambiente”, que apuntará a determinar las vías más adecuadas para tratar residuos de origen vegetal. La idea es convertirlos en sustratos utilizables en la producción de biogás o como materia prima para producir carbones que almacenen energía o adsorban CO2.
Con un gran equipo interdisciplinar atrás al igual que el resto de los proyectos, trabajará con residuos tales como yerba mate, algas marinas de arribazón (macroalgas) y tallos de Cannabis sativa, cuya composición y propiedades permiten su revalorización. “En referencia a las algas nativas y exóticas, su proliferación a lo largo de la costa argentina ha sido identificada como una problemática en ciertas ciudades costeras con actividad turística, requiriendo la recolección diaria y su posterior disposición final”, expuso en la convocatoria.
En tanto, explicó que “dentro de los residuos domiciliarios, la yerba mate ocupa un lugar predominante en nuestro país como resultado de su consumo, aunque hasta el momento, se gestiona conjuntamente con el resto de los residuos urbanos”. Finalmente, en relación a la planta de cannabis, argumentó que “si bien aún no se han identificado como una problemática, las plantaciones autorizadas para el estudio e investigación con fines medicinales y terapéuticos plantean la posibilidad de realizar un aprovechamiento conjunto de la planta al utilizar el tallo para la producción de carbones y bioenergía”.
Este aprovechamiento implicaría un aporte a la investigación de energías renovables y el almacenamiento de las mismas. Para su avance se destinarán más de 2 millones y medio de pesos en tres años, distribuidos en $853.125 anuales.
El mismo monto recibirá el proyecto dirigido por la Dra. Viviana Rahhal, destinado a la “utilización de tobas y brechas zeolitizadas como adición mineral activa en hormigones de cemento portland”, también con un aporte al medio ambiente. Hace tiempo ya que la industria de la construcción busca alternativas para disminuir las emisiones de CO2 que genera. Una de las maneras de hacerlo es disminuyendo el contenido de clinker en los cementos, reemplazándolo por adiciones minerales activas.
El proyecto que cuenta con la participación de investigadores de la UNS de Bahía Blanca y el CICTERRA de Córdoba, buscará analizar la posibilidad de que uno de esos reemplazos provenga de las zeolitas, un mineral natural. Esto podría contribuir a la sustentabilidad de la industria ya que se requeriría solo de la molienda para ser incorporadas a los cementos portland. Será objetivo del proyecto entonces, determinar las características físicas, químicas y mineralógicas de diferentes zeolitas, evaluar su incorporación y desempeño, en línea con alternativas más amigables con el medio ambiente en una industria clave para el país.
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