El futuro es mujer
La columna delaltillo: Louise Glück, flamante premio Nobel de Literatura
En el arte, ¿qué significa un premio? ¿Y un premio Nobel? ¿Qué es la poesía?
En estos días de 2020 el virus no ha logrado detener al jurado de Estocolmo que decide quién se merece la eternidad por lo que escribe. Para uno que mira esto como un juego bastante tonto, donde Trump puede ser candidato al de la Paz, el Nobel de Literatura suele seguir despertando curiosidades distintas. A la eterna lista de novelistas varones con ejércitos de lobistas, en este 2020 se volvió a ensuciar dulcemente con colores ese paredón de conservadores: el premio fue para Louise Glück, poeta.
Uno piensa entonces en Darío Fo o Bob Dylan como precursores de esta necesaria irrupción. Piensa fundamentalmente en Wislawa Szymborska quien en 1996 se transformó en la primera poeta en recibir el galardón. Para quienes los premios son poco y nada, conocerla nos enamoró eternamente. Así que sí, a veces los premios sirven. Y para los que no les gusta la poesía también se pueden enamorar de ella con tan solo leer el discurso que ofreció al recibir el Nobel. No es verso.
A Louise Glück parece que tendremos que empezar a conocerla. Algunos ya han dicho que es autora de una poesía autobiográfica. ¿Hay acaso poesía que no lo sea?
Decíamos que había que empezar a conocerla y a poco de andar nos encontramos con un par de versos por los que ya se merecería un Nobel:
“Vemos la vida una sola vez, en la infancia.
El resto es memoria”.
Esto también tiene la poesía: pega en el centro de uno y al mismo tiempo se trata de algo que quisimos decir muchas veces y siempre tenían las palabras corridas.
En la literatura en general las autoras están teniendo un protagonismo decisivo. Y no es precisamente literatura de género. En el caso de la poesía, aunque siempre hubo voces solitarias que emergían entre décadas de infame machismo (machismo “intelectual”, del peor) como las de Emily Dickinson, Anna Ajmátova o la misma Wislawa, hoy el universo parece tener mejor oído para ellas.
Estocolmo una vez más da sorpresa. O no tanto. Quizás rendirse a lo femenino y a la poesía sea un síntoma de este tiempo y como antro de intelectualidad estén presentando la rendición.
Que nos encontremos con esta decisión de la Academia Sueca sin saber bien por qué lo hace, lo transforma en más épico. Como la poesía misma.
Dice Wislawa: “pero qué es la poesía. Más de una insegura respuesta se ha dado a esta pregunta. Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro como a un oportuno pasamanos”.
Premios aparte, la poesía ha recibido en medio de la pandemia un abrazo que la eleva. Sobre los hombros de una mujer parece gritar con fuerza milenaria. Suena a esperanza: si la poesía es mujer el futuro es mejor.
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