Javier Milei y Patricia Bullrich ordenaron una brutal represión en una marcha de jubilados


Un nutrido operativo de seguridad, ordenado por el Presidente Javier Milei y la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, se montó este miércoles sobre las distintas calles que rodean al Congreso Nacional, con intención de reprimir la masiva protesta que cada semana llevan adelante grupos de jubilados.

Este miércoles la particularidad tuvo que ver con la decisión de decenas de simpatizantes de clubes de fútbol que se sumaron al reclamo para apoyar el reclamo de las personas mayores, que se centra en el aumento del piso de haberes y la reposición de la gratuidad de los medicamentos de PAMI.

La jornada dejó personas golpeadas, lesionadas y afectadas por los gases lacrimógenos, un centenar de detenidos, vehículos prendidos fuego – entre ellos un patrullero – y un policía herido de bala.

Los agentes de Policía Federal Argentina, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina formaron cordones con gran cantidad de efectivos para evitar los cortes de calles, principalmente de avenida Rivadavia, que de un momento a otro se llenó de personas de forma inesperada.

Con bombos, cánticos, bombas de estruendo y banderas con el lema “hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”, frase dicha por Diego Maradona años atrás en una nota, miles de personas se sumaron a la protesta, con clima futbolero y camisetas de Boca, Chacarita, River, Independiente, Vélez, Rosario Central, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Atlanta, entre otros. De la movilización también participaron dirigentes y militantes de diferentes sectores del sindicalismo, como la CGT y los gremio del transporte.

Pasadas las 16, ante la multitudinaria convocatoria, las fuerzas de seguridad empujaron a las personas hacia las veredas y la Plaza del Congreso, y se colocaron las máscaras para detonar las granadas de gas lacrimógeno y efectuar la dispersión de la protesta.

Cerca de las 16.30, los efectivos avanzaron con motos, carros hidrantes y detonaron balas de goma para amedrentar y hacer que la gente dejara las avenidas Rivadavia, Hipólito Yrigoyen, Entre Ríos y Callao.

La cantidad de gente convocada desordenó la organización del operativo de seguridad, que se fue rearmando de acuerdo a la llegada de grupos masivos de personas. No obstante, la orden fue una y concreta: dispersar las calles, las avenidas y desarmar el reclamo con celeridad, para evitar que se apostara una manifestación multitudinaria frente al palacio legislativo.

Antes de las 17, la presión de los cordones de las fuerzas de seguridad se acrecentó, con la detonación de bombas de gas lacrimógeno y la movilización de agentes en motocicletas y cuerpo a cuerpo con escudos. Varias personas fueron afectadas por los gases y resultaron heridas con las municiones de goma.

Ante la tensión en aumento, algunas personas tiraron piedras, cascotes, botellas, al tiempo que los efectivos seguían disparando. Los cientos de agentes desplegados, en menos de una hora lograron dispersar la legítima protesta de jubilados, que una vez más sufrieron, la represión.

Entrada la tarde hubo varios momentos de violencia, con avances de la represión de las fuerzas de seguridad, retirada del lugar de grupos de personas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo. En ese vaivén de forcejeos entre los manifestantes y los cordones de agentes, una mujer mayor que estaba en la protesta cayó sobre la calle de espaldas luego de la embestida de un oficial, situación dramática que fue captada por las cámaras de televisión y de los celulares de varios testigos.

Despejada la zona del Congreso, varios grupos de manifestantes se trasladaron a la Plaza de Mayo y hubo reclamos y cacerolazos frente a la Casa Rosada que, estaba previsto, continuaran entrada la noche.

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