Sismos en la provincia: poco frecuentes pero se dan y se sienten en la superficie
Por Gastón M. Luppi, de la redacción de DIB
La noche del martes 24 de enero distintas estaciones sismológicas dieron cuenta en tiempo real -por medio de los sismogramas digitales- de que un sismo había tenido epicentro en la provincia de Buenos Aires. Y luego el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) recibió reportes de que ese sismo había sido percibido en la superficie: fue “sentido levemente por algunas personas en reposo o en edificios” en la zona de Navarro.
Varios medios calificaron de “inusual” a aquel movimiento sísmico de la semana pasada. “Puede ser”, acepta la geóloga Irene Pérez, consultada por la agencia DIB. “Son muy poco frecuentes, atípicos. Pero el ‘inusual’ también se podría usar”. Sin embargo, Pérez insiste: “Son poco frecuentes”.
En el país los sismos generalmente tienen sus epicentros localizados en la zona centro-oeste, sobre todo en las provincias de San Juan y Mendoza, y también en el noroeste, Salta y Jujuy. Además, se dan en La Rioja, Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero. Los hay en Córdoba y en el sur argentino: en Neuquén, en la zona cordillerana de Santa Cruz y también en Ushuaia. Hacia el este son menos frecuentes, pero ocurren. “Tenemos un amplio territorio que es sometido o en los que ocurren sismos”, sintetiza Pérez, que se desempeña en el departamento de Investigaciones Sismológicas del Instituto Nacional de Prevención Sísmica, que funciona en San Juan y fue creado en 1972.
En la provincia de Buenos Aires, antes del sismo de este 24 de enero, en los registros figuran un par de sismos el 25 de febrero de 2022 -no hay reportes de que hayan sido percibidos en la superficie-, y antes, otro el 18 de julio de 2019. Y Pérez suma los últimos que tuvieron mayor repercusión: “Por ejemplo, en 2016 cerca de Guaminí. Y un poco más acá, hubo otro sismo que fue bastante conocido porque generó alarma en la Ciudad de Buenos Aires durante la Cumbre del G-20”. Ese sismo del 30 de noviembre de 2018 tuvo se epicentro 32 kilómetros al sur de CABA, a una profundidad de 25 kilómetros y 3.8 de magnitud.
Sin embargo, a la hora de hablar de antecedentes en la zona, Pérez destaca el sismo que se produjo en el Río de la Plata el 5 de junio de 1888, en la era preinstrumental. “No teníamos cómo registrarlo por medio de sismómetro o sismógrafo, pero está en los registros históricos, en las crónicas de la época, en los diarios”.
A propósito, dice la página del Conicet: “El 5 de junio de 1888 a las 3.20 horas se produjo un sismo de magnitud 5.5. El doctor Florentino Ameghino (…) estudió este evento y fue el primero que propuso que el epicentro provenía del este y no del oeste, y calculó una distancia de unos 65 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, ubicándose así el epicentro en el Rio de la Plata”. Y completa el Inpres: “Afectó a todas las poblaciones de la costa del Río de la Plata, especialmente las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. Produjo leves daños y su epicentro se localizó en el centro del río. La intensidad del sismo fue de VI grados Mercalli modificada”.
Y retoma Irene Pérez: “En 1848 aparentemente también ocurrió un sismo con epicentro tentativo en el Río de la Plata, porque afectó a algunas ciudades costeras de Buenos Aires y de Uruguay, por ejemplo la zona de Montevideo. Los uruguayos también tienen sismos muy espaciados en el tiempo, pero tienen”.
¿Qué son los sismos?
“Cuando se habla de sismos, se tiene que hablar de fallamiento”, explica Pérez. “El fallamiento son estructuras frágiles que tiene nuestra corteza terrestre, que liberan energía a través de sismos cada equis cantidad de tiempo. Esas estructuras tenemos que verlas y reconocerlas a través de observaciones geológicas”. Según Pérez, “la zona de Buenos Aires tiene una capa de sedimentos que cubre la superficie. Entonces, no podemos decir exactamente dónde hay una falla”.
Y continúa la explicación: “O sea, un sismo responde a un comportamiento frágil de las capas más externas de nuestro planeta y tiene que ver con la liberación de ondas sísmicas que viajan por diferentes capas y que sacuden nuestra superficie, y eso es lo que percibimos. También puede ser que haya un sismo que tenga su origen volcánico. Pero los de Buenos Aires, o incluso los sismos de San Juan, no tienen ese vínculo, son sismos por carga tectónica”.
Por el momento, los sismos no se predicen. “Ningún organismo sismológico ha logrado hasta ahora medir o definir algún parámetro físico premonitor. Entonces, los sismos ocurren y no hay forma de anticiparnos”.
El de la semana pasada se produjo el miércoles 24, a las 23:08:05, latitud -34.847, longitud -59.313, a una profundidad de 29 kilómetros, una magnitud de 3.1, intensidad de II a III. Fue a 24 kilómetros al sureste de Mercedes; a 35 kilómetros al suroeste de Luján; a 67 kilómetros al este de Chivilcoy.
“Nosotros vamos haciendo el barrido de todos los registros que se van generando con hora, minuto y segundo. Y cuando se da un evento, calculamos la latitud, la longitud, la profundidad de foco y la magnitud. La latitud y la longitud definen el epicentro exacto. La profundidad de foco es el hipocentro, y se debe contar en kilómetros desde la superficie hacia el interior”.
En el caso del sismo de la semana pasada, “registró una magnitud de 3.1 en la escala de Richter. Nosotros a eso le agregamos un parámetro extra que es la intensidad Mercalli modificada. La magnitud tiene que ver con la energía que libera el sismo y es una medida instrumental que proviene del sismograma. En cambio, la intensidad Mercalli modificada es una escala cualitativa en números romanos, y da cuenta de cómo se percibió el evento o los posibles daños que este haya podido generar”.
A propósito, los sismos en la provincia de Buenos Aires son poco frecuentes y, a su vez, de baja intensidad. “Por lo general, los sismos que pueden llegar a ser percibidos en la Ciudad de Buenos Aires, o en Mar del Plata, o en Bahía Blanca, son sismos de alta magnitud con epicentros en la zona centro-oeste argentino, o incluso sismos con epicentro chileno”.
De los sismos bonaerenses, “son sismos muy pequeñitos, que se perciben en un área muy restringida, chiquitita, que incluso muchas personas ni los perciben, y que no tienen una significancia mayor que esa”. Y completa la idea de la significancia: “No es nada. Había como un mito de que cuanto más tiemble, o si se va liberando la energía en forma leve, es mejor. Pero no, no”.
“¿Sintió el sismo?”
El sismo de la semana pasada tuvo reportes de haber sido percibido en superficie.
Según explica Irene Pérez, antes el Instituto Nacional de Prevención Sísmica recibía llamados telefónicos de las defensas civiles contando que se había percibido un sismo. “Si el sismo era muy fuerte, por ahí recibíamos dos o tres llamadas extras, de otra defensa civil o de medios de comunicación. Con el tiempo, incorporamos en nuestra página web la opción ‘¿Sintió el sismo?’, que nos permite la interacción con el público”.
“Los sismos percibidos tienen un significado estadístico en nuestro universo de datos”, explica la geóloga. Y pone en contexto: “En el año 2020 se calcularon unos 20.000 sismos. De esos 20.000, más de la mitad fueron de epicentro argentino. Nosotros también calculamos la intensidad de los sismos de los países vecinos, Chile y Bolivia, pero los publicamos solo si son percibidos por nuestra población. De ese universo de sismos hay una equis cantidad de eventos que son percibidos por la población, por ejemplo 400 eventos sobre 20.000 sucesos calculados en el año. Por eso para nosotros tienen un gran significado estadístico, y también tiene que ver con la interacción con el público, y sobre nuestra función informar acerca de la sismicidad cotidiana”. (DIB) GML
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