Nación quiere un UPD con «una perspectiva de cuidado

El ministerio de Educación de la Nación analizó el fenómeno del UPD (Último Primer Dia)


A lo largo y a lo ancho de la Argentina y, por supuesto, en Olavarría está semana tendrá lugar el UDP (Último Primer Día) de los y las egresadas 2023.

El Ministerio de Educación de la Nación publicó hace algunas horas una postura respecto a este fenómeno sobre el que dijo se debe llevar adelante con «una perspectiva de cuidado».

Dicen que es necesario reflexionar y elaborar estrategias en relación con el rol de la escuela, ya que en muchos casos se viven situaciones que interpelan y generan preocupación en la comunidad educativa y que pueden dar lugar a respuestas como: temor, perplejidad e impotencia.

Agregan además desde la cartera de Educación, «el UPD no es solo un festejo organizado por personas jóvenes, sino que es necesario reconocer que constituye un hito en la escolaridad. Es importante tanto para el estudiantado como para las personas adultas que acompañan las trayectorias escolares.»

En particular, el Último Primer Día de clases, conocido como UPD, es una celebración que se hizo común de un tiempo a esta parte en la que las personas jóvenes del último año de la secundaria se reúnen la noche anterior al inicio de clases para festejar. Esta celebración, como muchas de las mencionadas, toma las características de las formas de festejo propias de cada grupo de jóvenes. Esto puede incluir entradas a la escuela con música o batucadas, banderas, cotillón, disfraces, presentación del buzo de egreso, etc. A esto pueden sumarse situaciones relacionadas con el consumo de alcohol u otras sustancias. 

Para poder complejizar nuestra mirada sobre estas celebraciones es necesario comenzar por reconocernos como sujetos inmersos en una cultura en donde el consumo de objetos y sustancias representa una vía para alcanzar el supuesto éxito y una determinada pertenencia social. De este modo, el consumo se constituye como un ordenador de las experiencias y una dimensión estructurante en la construcción de subjetividades. Así, en esta sociedad de consumo, prácticas cotidianas como alimentarse, educar, entretenerse —entre otras— se llevan adelante de una manera particular, obedeciendo a ciertas reglas que regulan nuestras relaciones con los demás y con el mundo. 

Numerosas sustancias −no solo las ilegales− objetos y prácticas de consumo están presentes en nuestra vida cotidiana, forman parte también de la manera en que las personas nos relacionamos. En algunos casos marcan las ideas que tenemos sobre el encuentro, la diversión, el compartir, disfrutar, incluso desde donde se arman las identidades o las diversas formas de ser y de estar en el mundo. Si bien el consumo de sustancias (como por ejemplo el alcohol) sigue siendo parte de prácticas rituales colectivas y/o celebraciones, en lugar de ser un componente más del proceso, en algunos casos, pasa a ser un fin en sí mismo. Asimismo, se sostiene una percepción generalizada sobre la temática basada en prejuicios y estereotipos. Otra característica de la sociedad de consumo está relacionada con la circulación de discursos que incitan a la experimentación de intensidades, la exploración de muchas y variadas vivencias, la búsqueda de “sensaciones” fuertes. 

En este contexto reconocemos a la escuela como un lugar donde acontecen encuentros, donde se produce comunidad, donde se fortalecen tramas de cuidado que pueden poner en tensión las lógicas de la sociedad de consumo. Consideramos a la escuela como un ámbito privilegiado para poner “en suspenso” la lógica de consumo. Tenemos aquí la oportunidad de ofrecer espacios en donde identificar y mirar de manera crítica los patrones sociales vigentes y dar lugar a experiencias colectivas significativas

Las diferentes formas que adopta el UPD pueden ser consideradas como ritos. Los ritos son prácticas regladas cargadas de densidad simbólica que refieren a una forma de estar con otras personas, constituyen una marca de una primera persona plural. Funcionan socialmente como núcleos de inscripción de la subjetividad habilitando pasajes. De este modo, resulta clave desde la escuela reconocer que estas celebraciones están estrechamente relacionadas no solo con el sentido de pertenencia y la afirmación entre pares, sino también con la construcción de la identidad de las personas jóvenes. Por otro lado, como la mayoría de los ritos en la actualidad, estos festejos se encuentran atravesados por la lógica de consumo, lo que propicia que ciertos consumos tengan un lugar central en el desarrollo de la celebración. 

Pero el UPD no es solo un festejo organizado por personas jóvenes, sino que es necesario reconocer que el último primer día de clases constituye un hito en la escolaridad. Es importante tanto para el estudiantado como para las personas adultas que acompañan las trayectorias escolares. Muchas veces los conflictos que se pueden generar alrededor de esta celebración se sitúan en la distancia que se abre entre lo que cada quien (estudiantes, docentes, directivos) espera de ese día y lo que finalmente sucede. Por ello, es fundamental sostener una actitud de apertura habilitando espacios desde la escuela para acompañar, alojar y resignificar estas celebraciones. 

Es recomendable generar espacios de intercambio en los cuales docentes, directivos, preceptores y otras personas adultas referentes puedan intercambiar qué sensaciones generan estas fechas, como puntapié para construir propuestas para acompañar al estudiantado. Ofrecemos algunas preguntas orientadoras para trabajar entre personas adultas en jornadas institucionales previas al inicio de clases.

Este tipo de eventos festivos ofrecen un tiempo y un espacio para encontrarse y celebrar que establece un ritmo diferente al habitual. Esto involucra a la escuela modificando su dinámica cotidiana y supone un desafío respecto de los cuidados porque en estas celebraciones pueden ponerse en tensión algunos de los acuerdos que forman parte de la vida cotidiana de las escuelas, como por ejemplo, el lugar que ocupamos las personas adultas y el lugar que ocupan las personas jóvenes.

En este punto, es importante reflexionar sobre la idea de autoridad, ya que la forma en que la pensamos va a condicionar la capacidad de realizar propuestas al estudiantado. Para esto necesitamos revisar críticamente concepciones históricamente aprendidas que restringen la autoridad a lo normativo, lo punitivo, lo disciplinador, tanto como de la confusiones procedentes de la equiparación de autoridad con autoritarismo. De este modo, podemos pensar la autoridad como parte de un vínculo, «una autoridad que se hace cargo de otras personas, y de su crecimiento y despliegue subjetivo, en el marco de una relación de confianza que no es accesoria sino instituyente» (Ministerio de Educación de la Nación, Autoridades que habilitan, 2021).

Algunas recomendaciones para abordar esta fecha en la escuela

Históricamente, las celebraciones o rituales impulsados por jóvenes generaron una primera reacción del mundo adulto caracterizada por una mirada demonizadora y por acciones tendientes a prohibir o desterrar esos festejos. Más allá de lo que cada miembro de la comunidad educativa piense sobre el UPD, necesitamos asumir su existencia y generar las mejores condiciones para que pueda entramarse con la dinámica escolar.

Por ello, compartimos las siguientes recomendaciones:

  • Brindar, desde la escuela, propuestas construidas en conjunto con el estudiantado. Pueden ser actividades de reflexión en torno a la fecha y los festejos realizados el año anterior o una convocatoria a estudiantes para planificar el comienzo de su último año. Algunos ejemplos de actividades realizadas por distintas escuelas son recibirlos con un desayuno o una merienda para celebrar el día; organizar la jornada en un lugar amplio o abierto como un polideportivo del barrio en donde se puedan compartir actividades recreativas y de reflexión en torno a la etapa que están comenzando a cerrar las personas jóvenes; trabajar en la elaboración de un mural que quede como marca de su paso por la escuela.
  • Generar acuerdos entre personas adultas y estudiantes proponiendo un marco consensuado sobre los festejos de ese día. En este punto es muy provechoso trabajar con toda la comunidad educativa incluyendo también a las familias.
  • Fomentar espacios de participación como los centros de estudiantes o consejos escolares de convivencia para dialogar y establecer acuerdos para la organización de estas celebraciones.
  • Abrir espacios de diálogo para conversar sobre cómo están transitando o quieren transitar la finalización de esta etapa: expectativas, necesidades, preocupaciones respecto al futuro y sus proyectos de vida, etc.
  • Habilitar espacios para conversar sobre los sentidos de cada festejo y las formas de festejar donde se pueda problematizar el lugar de los consumos en estas celebraciones y, al mismo tiempo, promover prácticas de cuidado entre pares. 
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