Legislatura: la «balcanización» de Cambiemos, una buena noticia para Kicillof
De repetirse en octubre los resultados de las PASO, Axel Kicillof accedería a la Gobernación con una Legislatura que encontrará a un peronismo unido y una oposición desmembrada, con lo que hoy es Cambiemos dividido en varios bloques y un radicalismo reconvertido en «garante» de la gobernabilidad.
Si se tratara de una cuestión matemática, el mapa parlamentario quedaría casi sin modificaciones: Juntos por el Cambio y el Frente de Todos obtendrían en Diputados la misma cantidad de bancas que ponen en juego (21 y 24, respectivamente) y en el Senado el peronismo sumaría las cuatro que perdería el actual oficialismo.
Pero las lógicas políticas son distintas: las heridas surgidas tras el cierre de listas y la derrota en las PASO dejaron expuestas como nunca las internas en Juntos por el Cambio, y todo hace prever que, de darse un resultado similar en octubre, la alianza dejará de existir como tal, provocando a su vez la fragmentación parlamentaria. «Los dos bloques estallarán por el aire», graficó un legislador que quedó excluido del reparto de poder.
Será, prevén algunos dirigentes, una verdadera «balcanización» del actual oficialismo, que podría terminar con hasta cuatro bancadas diferentes en Diputados y otras tres en el Senado. Una situación análoga vivió el Frente para la Victoria tras la derrota electoral de 2015, cuando los integrantes de las listas seccionales terminaron repartidos en cuatro bloques diferentes.
Un escenario así favorecería a Kicillof en caso de acceder a la Gobernación, ya que de mantenerse unido, Juntos por el Cambio seguiría controlando más de la mitad del Senado. Pero la derrota deja a muchos dirigentes huérfanos de liderazgos, y sin la figura aglutinante de María Eugenia Vidal, muchos optarán por volver a las fuentes.
Enojos
En Diputados, operadores parlamentarios se arriesgan a predecir que habrá hasta cuatro bloques diferentes de lo que hoy es Cambiemos. Varios nombres ya están afuera, pero continúan bajo la conducción de Maximiliano Abad solo por una formalidad: la cámara no sesiona desde mayo (paralizada por la denuncia de acoso que alcanzó al titular del cuerpo, Manuel Mosca) y nada hace prever que eso cambie en el corto plazo.
Los que ya adelantaron su despedida y cuentan con dos años más de mandato son Fernando Pérez (candidato a intendente de Quilmes por Consenso Federal), Mario Giacobbe y el monzoísta Guillermo Bardón. Éste último le pidió a Vidal, en un encuentro repleto de diputados y senadores oficialistas, una «autocrítica» por la derrota de las PASO. Los otros dos ni siquiera fueron a la reunión.
También se cuentan entre los «idos» el monzoísta Marcelo Daletto, Jorge Mancini (responde a Hugo Moyano, hoy vuelto al redil K) y el ex «lilito» Guillermo Castello, quien se había sumado al espacio de José Luis Espert, aunque no pudo presentarse como candidato. Los tres, no obstante, terminan su mandato en diciembre.
Otra incógnita que surge es qué ocurrirá con los «PRO puros». Vidal sumará una buena cantidad de legisladores incondicionales a su conducción, jóvenes funcionarios encabezados por el subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell, y con terminal directa en el jefe de Gabinete Federico Salvai.
La conducción de Campbell, quien sonaba para presidir la Cámara ante a una victoria de Vidal, no es aceptada por otros jefes territoriales del PRO. La pregunta que hoy suena en los pasillos de la Legislatura es qué harán intendentes como Jorge Macri o Gustavo Posse, que controlan un puñado de bancas y revalidarán con tranquilidad su liderazgo local en Vicente López y San Isidro, si se encuentran sin una referencia provincial o nacional sobre ellos. ¿Podrá mantenerse una única bancada «amarilla» en esas condiciones?
En el Senado podría darse una situación análoga, con dirigentes jóvenes, de perfil «vidalista» y otros que responden a diferentes liderazgos dentro del macrismo, con pretensiones de levantar el perfil para la próxima etapa.
En ese marco, también deberá prestarse atención a lo que ocurra con la Coalición Cívica, que continuará con representantes en ambas cámaras y podría ampliar su número actual. Con Carrió prácticamente al frente de la campaña nacional de Juntos por el Cambio, hoy nadie se anima a hablar de un futuro lejos de Macri, pero eso puede cambiar después de octubre.
El futuro radical
El radicalismo, por su parte, ya piensa en la era «post-Cambiemos» en la Legislatura, y se prepara para ser «garante» de la gobernabilidad de un eventual gobierno de Kicillof. Ante las estrategias de «municipalización» de las campañas que lanzarán los intendentes de la UCR, preocupados por mantener sus comunas, desde el Comité Provincia les pidieron que «al menos» cuiden las boletas seccionales.
El cálculo que hacen la dirigencia «boina blanca» es que están en condiciones de conformar un bloque de ocho diputados y cuatro senadores (sumarían cinco y uno, respectivamente).
Con el peronismo unido a tres votos de conformar mayoría en el Senado, esa pequeña bancada se transformaría en el árbitro de todas las votaciones en esa Cámara. En Diputados, en tanto, el Frente de Todos sumaría 46 manos, la mitad exacta del cuerpo, por lo que también podría requerir de una ayuda para destrabar algunos expedientes sin depender del desempate de la presidencia.
«¿Por qué los radicales se dejarían conducir por el PRO si nunca los coparticiparon del Gobierno?», se preguntaba esta semana un operador parlamentario con años de recorrer los despachos del poder. La respuesta a esa pregunta moldeará los próximos dos años del parlamento bonaerense. (DIB) JG
Los comentarios están cerrados.