Panorama bonaerense: ¿Una batalla solo preventiva?
El acercamiento de Kicillof a los intendentes. Los cruces con Larreta y los acuerdos en voz baja. La llamativa gira de Berni.
Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB
El incremento en el ritmo de los contagios de coronavirus que se produjo en la zona metropolitana en los últimos 10 días provocó el primer desfasaje grueso en la coordinación sanitaria entre los gobiernos de Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta, lo que a su vez derivó en un pico de tensión que involucró a los intendentes peronistas del conurbano. Pero los efectos políticos del Covid-19 en la provincia van bastante más allá que eso.
La alarma en los despachos oficiales del AMBA se disparó hace una semana, el viernes 8, cuando los contagios fueron por primera vez más de 200. La preocupación, desde entonces, se fue agudizando debido a que la curva ascendente de nuevos casos jamás se revirtió. El infectólogo Pedro Cahn –asesor presidencial- hizo una salvedad clave: el fenómeno no obedece a la última flexibilización del ASPO, ya las estadísticas reflejan contagios anteriores a que fuese establecida.
Sin embargo, un coro de intendentes opositores, junto a Kicillof, apuntaron a la ciudad como el origen del problema. Algunos de esos alcaldes usaron un tono muy duro con Larreta, a quien le exigieron que dé marcha atrás con la apertura de comercios, gradual, que permitió. Si se recuerda la explicación de Cahn, la intención queda clara: con un ritmo de contagios en la ciudad que hoy duplica al conurbano, lo que hicieron fue un acting preventivo.
La lógica territorial que los azuzó fue la siguiente: El 40% de los trabajadores de servicios de CABA llegan allí desde PBA y, al finalizar la jornada, vuelven. Es asa circulación la que temen que haga estallar el conurbano. Kicillof, cuentan, se puso muy nervioso el jueves, cuando vio trenes repletos de personas que iban a la Ciudad a vender cosas en forma ambulante, atraídos por el mayor movimiento que se deriva de los comercios que abren allí sus puertas.
Puentes
Pero a pesar del tono de los cruces, el diálogo entre Kicillof y Larreta sigue abierto. “En la ciudad también hay preocupación, por eso se pudo consensuar las medidas”, explicó un alto funcionario provincial. Se refería al mayor rigor en los controles al transporte y a los cambios al uso de la SUBE, que se anunciaron al cabo de una reunión entre representantes de las tres administraciones -que tuvo un grado de tensión importante-, el viernes por la noche.
Su eficacia, de todos modos, es bastante hipotética, sobre todo en el caso de la tarjeta: ¿Cómo garantizar que la puedan usar solo trabajadores esenciales y exceptuados? Nadie lo sabe muy bien. En realidad, lo que se mira –lo que los gobiernos acordaron mirar- es la curva de evolución de casos unos días más. Si aparece estabilizada, es probable que nada cambie, porque la cuestión económica es apremiante. Pero si no, podría darse marcha atrás con la flexibilización.
Amor a primer contagio
La crisis produjo otro resultado político, inestable pero palpable: una confluencia de Kicillof con los intendentes. La aparición de un tercero en discordia no peronista, Larreta, cataliza el proceso. Pero hay otras causas, anteriores y más profundas. El Gobernador es el único que canaliza la ayuda financiara para sueldos, que este mes será al menos de $ 4 mil millones. Esa no intromisión presidencial (¿CFK habrá tenido algo que ver?) no deja de ser un aporte de Alberto Fernández a la gobernabilidad bonaerense.
Esa ayuda no es el único aporte de Kicillof a los intendentes El gobernador aceptó finalmente “abrir” el circuito legislativo, lo que pone ciertos engranajes de la política a funcionar nuevamente. Y uno de los primeros proyectos que presentó fue para estirar los plazos de devolución de los adelantos que les envía a los alcaldes. El apoyo a la negociación por el canje deuda –que se resolverá o no se resolverá en paralelo a la nacional- tal vez forma parte de ese paquete. Por ahora, sin una nueva contraoferta de los acreedores, lo único que ocurre es una discusión semántica en torno a la palabra default, que describe lo que ocurre en la provincia pero solo será realmente aplicable después del 26 de mayo, si es que plazo no se estira y si, claro, no hay acuerdo. En el Ejecutivo, vale decirlo, son optimistas.
Las concesiones a los intendentes en el nuevo diseño del mando de la policía bonaerense incluirse también en el apartado de las señales amistosas. Esa decisión, que estaba agendada para el 24 de marzo, se oficializó al cabo de una llamativa gira de Sergio Berni por los municipios, en plena pandemia. ¿Será el comienzo del camino a una candidatura? él siempre quiso ser gobernador, pero antes de 2023 está 2021. Y Kicillof, que le dio el OK para la caminata, necesita una lista fuerte para el Senado, un fortín opositor por ahora inexpugnable que condiciones todos sus proyectos y le pode límites muy concretos a su poder. (DIB) AL
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