Panorama: Kicillof, entre el mal menor y la interna opositora

La trama del anuncio por la cuarentena. Temores epidemiológicos y razones políticas. Una señal de Vidal puso a los intendentes PRO en guardia contra… Diego Santilli ¿Cuál es la única negociación que abrió el oficialismo bonaerense con Juntos por el Cambio antes del presupuesto?


Por Andrés Lavaselli

Contra sus planes, Axel Kicillof debió aceptar como un “mal menor” el esquema sanitario para el Conurbano que impuso el presidente Alberto Fernández, presionado por los gobernadores y por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Pero mañana el gobernador marcará un gesto de diferenciación –acotado a esa decisión puntual-, al encabezar en La Plata una conferencia de prensa en la que anunciará que, al menos por ahora, no se acopla a la nueva flexibilización.

A principios de la semana pasada, Kicillof creyó vislumbrar cierta posibilidad aperturista para el Conurbano. El dato clave no fueron los contagios, sino el número de camas TPI libres, que oscilaron entre 1.100 y 1.000, muy por debajo de lo que ocurría hace 20 días. Pero entre el lunes y el viernes, los nuevos casos pasaron de 5.500 a 7.550 y eso lo asustó: por eso terminó por retroceder. Y por eso les dijo a los intendentes que no habría cambios.

Sin embargo, el jueves a la noche, en una reunión de jefes de Gabinetes y ministros de Salud del AMBA, Santiago Cafiero aceptó que Rodríguez Larreta flexibilice la gastronomía y anunció que se generalizaría el permiso para reuniones sociales. Kicillof quería que Nación estableciera que eso no sería posible en el AMBA, pero Fernández optó por no hacerlo: su necesidad era diluir la concesión a Larreta, blanco de una embestida política del kirchnerismo, en una medida general. Y de paso dar una señal a gobernadores, que no sería ajena a la negociación por la reforma judicial.  

Para el Kicillof quedó el consuelo de que el Presidente no le concedió al jefe de Gobierno las dos medidas que más recela: el permiso de vuelta a la actividad al personal doméstico y la habilitación irrestricta de la construcción. Son dos rubros en los que les trabajadores van del Conurbano a la ciudad: de ahí la resistencia del Gobernador.  

El hecho de que la curva de casos sea ahora más pronunciadas en el interior –hace 10 días los nuevos contagios allí eran el 4% del total provincial, hoy son el 10%- es el otro dato que tranquilizó al gobernador. La razón no tiene solo que ver con que la densidad poblacional allí es mucho más baja que en el Conurbano. También influyó la relación política de Kicillof con los intendentes opositores,  que es mejor con los que mandan en el primero de esos territorios que con los del segundo. Quedó claro en las reuniones que mantuvo con ellos, respectivamente, el miércoles y el jueves: con unos acordó un plan de acción común, de los otros debió rechazar pedidos aperturistas. Incluso en al menos un caso, teme un avance unilateral pese a su negativa.

Internas y negociaciones

Más allá de la pandemia, la política sigue en deshielo en la Provincia. En ese plano, el movimiento más llamativo lo hizo María Eugenia Vidal: admitió, por primera vez en público, que el año que viene podría ser candidata a diputada nacional por la CABA y no por provincia. Esa sola posibilidad agitó las aguas en PRO: Jorge Macri, Julio Garro, Néstor Grindetti y Diego Valenzuela montaron una “resistencia de los intendentes”. La idea es alambrar el territorio, porque una cosa es que la candidata sea la exgobernadora y otra que alguien más que quiera tomar el lugar si ella deja el vecío. No recelan de Emilio Monzó, que teje con intendentes radicales, sino de Diego Santilli. El vice de Larreta no tiene reelección y en la semana se lo vio presentar un decomiso de 2,4 toneladas de cocaína producto de una investigación de la policía de la ciudad en… Malvinas Argentinas.

Kicillof también se ocupa de ciertas internas. El hecho de mudar a La Plata el lanzamiento del plan de seguridad, con un acto al que sumó a Fernández, en un movimiento que conlleva una señal a su propio espacio. Su destinatario: el massismo. Dos días antes, el martes, está previsto otro anuncio, pero esta vez el guiño es al mundo productivo, exhausto tras cinco meses de cuarentena. Ese día se comunicará el plan de reactivación económica post pandemia. Habrá ampliación de créditos de Bapro, más cuotas para pagar planes impositivos y, en unos días más, anuncios importantes par a puertos. Pero en términos político, la intención es instalar de forma más o menos urgente una agenda “de salida” de la cuarentena, acorde con una sociedad que está dando signos crecientes de estar cambiando de pantalla.

Mientras, el gobierno abrió una línea de negociación con un delegado de Vidal por un tema clave, que pasa por la Legislatura: los 42 pliegos de jueces y funcionarios judiciales –entre ellos dos camaristas- que la exgobernadora buscó, sin éxito, imponer poco antes de las primarias del año pasado. Es un tema pendiente y, dicen, lo único que el oficialismo discutirá con Juntos por el Cambio antes de la puja por el Presupuesto. Recién en esa segunda instancia pondrá sobre la mesa los cargos que reclama hace un año la oposición. Pero sumará un nuevo expediente: el proyecto de ley impositiva incluiría la versión bonaerense del “impuesto a la riqueza” que presentó hace unos meses el presidente de Diputados, Federico Otermín. (DIB) AL

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