Panorama: Los dos nuevos dilemas que la pandemia le plantea a Kicillof

El gobernador enfrenta un dilema básico: ¿Cómo haber socialmente viable un endurecimiento? Berni hace show, pero su planteo va más allá.


Por Andrés Lavaselli, de DIB

Dos problemas a los que por ahora no se les encontró una solución, y que en cierto modo se retroalimentan entre sí, ensombrecen el horizonte político inmediato de Axel Kicillof. Cuál es la fórmula para atajar el aumento de casos de COVID sin aplicar un esquema de restricción extrema es el más urgente. Pero si tiene éxito, enseguida deberá afrontar el segundo desafío, no menor: una crisis de seguridad asociada al deterioro social producto del crack económico.

Para el análisis de la situación epidemiológica, Kicillof se maneja con un cálculo básico que le acercó el equipo sanitario que lo asesora: si en la semana próxima no comienza a desacelerarse el ritmo al que se duplican los casos en el Conurbano, en 40 días el sistema sanitario podría colapsar. Un dato adicional completa ese diagnóstico. El ministro de Salud, Daniel Gollán, detectó pacientes que deben permanecer más de un mes internados en UTI antes se ser dados de alta, cuando hasta hace una semana el período máximo era de 25 días. El hallazgo lo preocupó mucho: es presión extra para el sistema.

Ese escenario explica el énfasis que desplegó Kicillof en los varios chats y llamadas que cruzó con Horacio Rodríguez Larreta desde el viernes, para definir cómo debe evolucionar la cuarentena que se aplica en el AMBA en las próximas horas, de las que ambos filtraron versiones más o menos coincidentes a la prensa.

Pero en este punto hay que hacer una salvedad importante: el Gobernador cree que si solo se tomaran en cuenta factores epidemiológicos, habría que retrotraer el nivel de apertura a fase 1, la más restrictiva, que se aplicó al inicio de la cuarentena, el 19 de marzo. Sin embargo, sabe al mismo tiempo que la viabilidad social de esa medida es nula, o casi. La razón es simple: al principio la rigidez era posible porque no había fatiga ni daño económico. Ahora, mandar a cerrar a todos los comercios o paralizar la industria sería exponerse a la desobediencia civil. Una comparación, a cualquier otro efecto inapropiada, circula en despachos oficiales: el Estado de Sitio que decretó Fernando De La Rúa. Veinticuatro horas después la gente salió a la calle y su autoridad se esfumó.

Por eso, la conversación con Larreta más bien está centrada primero en si es estrictamente necesario tomar medidas y si eso es así cuál sería el equilibrio posible entre efectividad sanitaria y factibilidad política. No descartan incluso que todo pueda resolverse con una apelación a la responsabilidad individual y el anuncio de mayores controles al transporte, un combo ya ensayado ante circunstancias similares. Hasta ahora, llegaron al punto de una promesa mutua de avanzar por consenso, bajo la premisa de que medidas radicales solo podrían ser decididas con Alberto Fernández.

Ese análisis, por otra parte, se limita al AMBA, aunque con una salvedad: Olavarría. El aumento de casos allí amenaza con salirse de madre, al punto que algunas ciudades cercanas que podrían hacer entrado en fase 5, no lo hicieron por temor a importar casos. Es el punto crítico de un interior con más casos, pero con una situación alejada de la gravedad del AMBA.

Show y no tanto

El ministro de Seguridad, Sergio Berni, produjo el otro hecho político de la semana, cuando dijo que la Provincia está “sola”, sin ayuda de la Nación, en medio de una profunda “crisis de seguridad”. Su propensión a las puestas en escenas y los efectismos dialécticos, sumada a la disputa previa con Sabina Frederic, su par nacional, puede inducir a un error de lectura. No fue otro episodio de esa zaga, ni tampoco una estación en un camino electoral. Fue un planteo genuino, como lo demostró el apoyo que enseguida le dio la ministra de Gobierno, Teresa García.

Kicillof ordenó no escalar la controversia, pero nadie desmintió a Berni: aunque su tono pueda hacer arquear las cejas a algún compañero del gabinete, el ministro expresó “una situación real”, dicen muy cerca del Gobernador. Entonces: 1) En la provincia hay una crisis irresuelta de inseguridad. 2) La provincia está pidiendo a Nación más gendarmes y recursos materiales para equiparlos, por ahora sin éxito.

Berni habló tras una seguidilla de crímenes en el Conurbano, pero el diagnóstico detrás de su intervención es aún más preocupante: el costo social del aislamiento producirá, más temprano que tarde, un pico de inseguridad para el que por ahora –si se cree en su palabra- el gobierno no está preparado. (DIB) AL

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