Panorama político bonaerense: Dos monedas en el aire
(Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).-
Lo que no habían podido hasta ahora la crisis económica ni las presiones del «círculo rojo» o el sector crítico del radicalismo, parece haberlo logrado la fórmula Fernández-Fernández: el presidente Mauricio Macri aceptó revisar la conveniencia de su candidatura, lo que a su vez pone en suspenso el futuro inmediato de María Eugenia Vidal, referente de una provincia donde solo Sergio Massa podría desanudar el armado opositor.
Difundida a través de filtraciones periodísticas, la decisión de Macri es un hecho confirmado, dicen cerca de la gobernadora, para quien se trata de una cuestión central. Es que lo quiera o no, Vidal sabe que si luego del proceso de análisis que realizará el Presidente la conclusión fuese que lo más conveniente es retirar su postulación, lo más probable es que ese lugar sea ocupado por ella. «Pero solo si él se lo pide», aclara un alto miembro de su gabinete.
Esta reinstalación de la posibilidad de poner en marcha el famoso «Plan V», lanzado hace mucho tiempo por un sector del oficialismo, está relacionado con un hecho conocido por los encuestadores: la conformación de una corriente «anti Macri» por fuera de los votantes kirchneristas. Lo novedoso es que hasta ahora esos sectores, que en Cambiemos llaman «desencantados», eran objeto de una estrategia de re- fidelización que no contemplaba, ni en hipótesis, prescindir de Macri.
El único dato nuevo que justifica el viraje es, entonces, el lanzamiento de la fórmula Fernández-Fernández, que en los primeros testeos «mide bien», según la prudente opinión de la mayoría de los encuestadores. Ellos no quieren arriesgarse antes de que el binomio tenga un poco más de rodaje y se haya disipado algo al menos del «efecto sorpresa» que causó en la opinión pública y en buena parte de la dirigencia política, donde nadie, o casi nadie, la había previsto.
Pero cuando finalice esta semana, Macri tendrá claro si su postulación se consolida o no, lo que no implica necesariamente que la decisión se comunique de inmediato. Por lo pronto, la inconveniencia de dar marcha atrás tiene un defensor poderoso: el jefe de Gabinete, Marcos Peña, como demostró la pelea a través de los medios que protagonizó con parte del gabinete provincial el viernes. Peña no solo descree del «Plan V», al que ve como una muestra de debilidad. En cambio, apuesta al efecto del «miedo» a CFK y un respiro que, dice, dará la economía.
Para Vidal, el cambio sería un modo práctico de resolver un déficit que hasta ahora no tiene solución: la tracción negativa del Presidente. Aunque no lo diga, que esa cuestión forma parte de sus preocupaciones queda demostrado por la filtración desde su gabinete los dos candidatos que podrían reemplazarla en la boleta bonaerense: Cristian Ritondo y, sorpresa, Emilio Monzó, incluido en esa lista, que por ahora es apenas conjetural, a modo de señal de apertura.
¿Casi todo resuelto?
En el otro extremo del espectro, corre la versión de que hay una decisión cerca de estar tomada: Axel Kicillof, el dirigente que mejor conserva los votos de CFK, estaría a punto de ser ungido candidato a gobernador. Las repetidas fotos de Alberto Fernández con intendentes serían, entonces, más un gesto de contención que una señal de que sus pedidos de que uno de ellos ocupe ese lugar serán atendidos. No lo serán más allá, en todo caso, del segundo lugar del binomio.
Habría solo una posibilidad de que se frustre el ascenso de Kicillof: que Fernández logre el objetivo que busca desde que supo que es candidato. Consiste en que Sergio Massa, que también fue su jefe, acepte integrarse al Frente, en un lugar que no podría ser otro que la boleta para suceder a Vidal. En las últimas horas, pareció haber un principio de avance concreto, pero luego no se confirmó. Los intendentes, cuyas cuentas Kicillof inspeccionaba cuando era ministro, lo preferirían.
El temor que expresan algunos representantes de la tercera sección, que aparecen como «abanderados» de la resistencia al Exministro y temen represalias por eso, daría cuenta de que temen que Massa finalmente no «baje». Eso tendría un beneficio táctico para Vidal: solo con el renovador en AF puede agitarse el fantasma del estrambótico plan para ir de candidata a gobernadora en su boleta y la de Macri a la vez, que de todos modos la única ulterioridad que parece poseer es la disgustar a Elisa Carrió y la UCR.
Estos últimos, tienen otras expectativas: si Macri se corriese, abriría al menos la posibilidad de hacer un ofrecimiento de integración a Roberto Lavagna (o a Juan Urtubey). Es una oferta que, con el presidente como candidato, no tiene demanda. Y eso les gustaría tanto como colocar el candidato a Vice, traje en el que imaginan a Martín Lousteau. Esa es la otra discusión que comenzará a saldarse en la semana, en este caso el lunes, en la Convención partidaria. (DIB) AL
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