Estudian la fabricación de envases biodegradables a partir de la cáscara de la soja
Graduada de la FIO llevó adelante una interesante investigación.
Entre la preservación de los productos y la menor huella ambiental posible, la industria de los envases también forma parte de los modelos productivos que hay que revisar si se quiere seguir habitando el planeta por algunos siglos más.
Al igual que en gran parte de los cambios que suceden en este plano, la ciencia básica ocupa un rol fundamental. Fue dentro de varios laboratorios que la Licenciada en Tecnología de los Alimentos, Rocío Sartori, estudió la potencialidad de fabricar películas biodegradables a partir de cáscaras de soja
La graduada de la Facultad de Ingeniería avanzó en su investigación luego de observar los grandes volúmenes existentes de este subproducto, que en la actualidad es mayormente desechado
Mientras trabajaba en el laboratorio de una cerealera, durante una recorrida a la planta Sartori se topó con un gran volumen de cáscara de soja. Se contactó entonces con la Dra. Carmen Mateo para contribuir con alguna alternativa a su destino final, contó la joven oriunda de Carlos Casares. La inquietud rápidamente encontró asidero y se desarrolló con la colaboración de varias instituciones: si bien Sartori obtuvo su formación de pregrado en el Instituto Superior Experimental de Tecnología Alimentaria (ISETA), continuó su formación de licenciatura bajo la codirección de la docente investigadora de la FIO, Dra. Mateo, quien la puso en contacto con la Universidad de Quilmes. Allí un grupo del Laboratorio de Investigación en Funcionalidad y Tecnología de Alimentos (LIFTA) estudiaba el tema.
Transparente y biodegradable
El estudio derivó en su Tesis final de carrera. Para llevarla adelante Rocío Sartori caracterizó diversos componentes de la cáscara de la soja, entre ellos polisacáridos insolubles que son los que se investigaron para la formulación y aplicación en películas biodegradables. Los polisacáridos son moléculas que se obtienen luego de someter a la harina de la cáscara a tratamientos químicos y/o mecánicos. Este proceso permite aislar fracciones de celulosa y hemicelulosa que están presentes en las paredes de organismos vegetales (el caso más “famoso” es el papel que sale de los árboles).
“Se lograron obtener películas formuladas con estos polisacáridos y además se evaluó su potencialidad en cuanto al refuerzo de películas formuladas también con caseinato de sodio, una proteína que se obtiene de la leche animal”, explicó la investigadora. Finalmente, se centró en el estudio de dos clases de películas, una formulada con polisacáridos insolubles de soja y otra con este compuesto más el caseinato de sodio, “para poder evaluar las diferencias entre ellas y ver si la funcionalidad de los polisacáridos era certera para utilizarse como refuerzo en películas formuladas por otros materiales”. En ambos casos se empleó glicerol como plastificante.
Las películas obtenidas fueron caracterizadas a partir de ensayos visuales, medición de color, espesor, permeabilidad al vapor de agua (la penetración de gases o vapores del exterior) y propiedades mecánicas (resistencia a la tracción, elongación, etc.).
¿El resultado? “Si se comparan las películas, las formuladas solo con los polisacáridos presentaron una coloración amarillenta, propia de la cáscara de soja, de textura uniforme, maleable y sin grietas”, contó Sartori. En tanto, las películas formuladas con caseinato de sodio también mostraron un aspecto uniforme, sin grietas y de textura maleable. “Sin embargo, ambas tenían propiedades mecánicas diferentes, lo cual fue esperable dado la diferente naturaleza de sus componentes”. La resistencia y la permeabilidad al vapor de agua fueron mejores en aquellas películas con caseinato de sodio donde se reforzó el agregado de polisacáridos insolubles. “La única desventaja es que estos polisacáridos otorgaron al material un color amarillento y una reducción de brillo”, observó.
La parte experimental se llevó a cabo en los laboratorios del Departamento de Ingeniería Química y Tecnología de los Alimentos de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, bajo la codirección de la Dra. Carmen Mateo; y en el Laboratorio de Investigación en Funcionalidad y Tecnología de Alimentos (LIFTA) del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes , bajo la dirección de la Dra. María Cecilia Porfiri.
Si bien es un nicho incipiente, de los resultados obtenidos surgen nuevos interrogantes y posibles estrategias para mejorar las formulaciones de las películas estudiadas y avanzar en el desarrollo de nuevos envases biodegradables. La propuesta busca aprovechar un desecho agroindustrial como herramienta económica y útil, que además de agregar valor a la cadena de subproductos derivados de la soja, contribuye con la utilización de materiales biodegradables y sustentables para el medio ambiente.
“Hay varias líneas de investigación para continuar realizando ensayos, caracterizaciones y también evaluar la aplicación para el envasado de alimentos”, agregó la flamante licenciada. “Hay que indagar dónde podrían aplicarse, cuál sería la formulación óptima, aunque seguramente son materiales que podrían usarse en un futuro no tan lejano debido a su aporte ambiental beneficioso y su sustentabilidad”, concluyó Sartori.
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