La columna delaltillo | Anónimo

¿Dónde va a parar un libro cuando lo terminamos de leer? Su contenido intangible vuelve a despertar la conciencia de su autor? El escritor Guillermo Del Zotto propone una reseña con entrevista. Una mirada de la obra leída junto con la imaginaria presencia de quién la escribió o con alguno de sus personajes. En esta ocasión Anónimo, el menos entrevistado.


Usted es un mozo que deja una bandeja con café en medio de una novela y del que después no se sabe mas nada. O un chico al que sólo selo describe por la punta del pelo, lo que le hace recordar años felices al protagonista de un cuento. ¿Se puede vivir así?

-Bueno, antes que nada quiero agradecerle que se haya fijado en mí para realizar una entrevista y en segundo lugar, le digo que sí, que se puede vivir así. Fíjese que esa taza de café o ese chico que aparece fugazmente, pueden torcer la historia que se viene contando. Y si  esa historia que se cuenta es lo suficientemente feroz, puede incluso torcer la vida de un lector compenetrado. De personaje anónimo a detonante de un cambio en la realidad. ¿Qué tal?

-Parece que el anonimato lo puso enérgico para las respuestas…

-Mire, yo soy un tipo acostumbrado a permanecer agazapado. He pasado meses oculto en alguna esquina de una historia que, finalmente, termina  arrugada en el cesto de papeles por recortes de último momento. Soy alguien que escasamente dice algo. Pero cuando lo digo, quiero que se escuche bien. ¿Me entiende?

-¿Quién le hubiera gustado ser, con nombre y apellido?

-No le voy a negar que muchas veces fui la sombra  de muchos personajes a los que admiraba terriblemente. Pero debo confesar que llamarse Anónimo tiene su prestancia. Prefiero un anonimato auténtico a una identidad robada.

-¿Cómo lo tratan los traductores?

-No toquemos ese tema. Es terrible. La traducción para nosotros puede ser letal. Muchos críticos pueden no advertir nuestra ausencia en el pasaje de un idioma a otro. Por lo tanto quienes nos asesinan gozan de total impunidad.

–¿Nunca le propusieron salir de las sombras, protagonizar una historia  así, sin nombre?

-Muchas veces. Y muchas veces dije que si también. Pero la gente prefiere acordarse de lo que se puede nombrar.

-Le doy la oportunidad de elegirse un nombre para terminar con esta entrevista…

-No, gracias. No quiero quedar mal con los que me han tratado bien ni quedar bien con los que me han tratado mal. A cambio le propongo retirarme recordando una escena mía memorable.

Acepto.

En “Idilio”, un cuento de Guy de Maupassant, pasa un tren con la protagonista (una nodriza al borde de la sofocación porque lleva días sin poder amamantar) y expresa su deseo de poder ayudar (y ayudarse) dando de mamar a un chico escuálido en brazos de una madre escuálida que ve al borde de las vías. Yo fui ese chico que quedó sin la tibieza de esa leche.


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