Tender la mano

Escribe Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
“Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver! La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida del que trabaja en la administración y proporciona los medios para salvar el mayor número posible de vidas. La mano tendida del farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. La mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”. Así se expresa el Papa Francisco en el punto 6 de su Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres que se celebra este Domingo15 de Noviembre de 2020.
En su introducción al Mensaje nos ubica desde la Sagrada Escritura: “Tiende Tu Mano al pobre” (cf. Si 7,32). “La antigua sabiduría ha formulado estas palabras como un código sagrado a seguir en la vida. Hoy resuenan con todo su significado para ayudarnos también a nosotros a poner nuestra mirada en lo esencial y a superar las barreras de la indiferencia. La pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, que nos reveló estar presente en sus hermanos más débiles”. (cf. Mt 25,40).
En el punto 5 señala la importancia de rescatar el bien que existe: “Tender la mano hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida. ¡Cuántas manos tendidas se ven cada día! Las malas noticias son tan abundantes en las páginas de los periódicos, en los sitios de internet y en las pantallas de televisión, que nos convencen que el mal reina soberano. No es así. Es verdad que está siempre presente la maldad y la violencia, el abuso y la corrupción, pero la vida está entretejida de actos de respeto y generosidad que no sólo compensan el mal, sino que nos empujan a ir más allá y a estar llenos de esperanza”.
Ante las palabras conclusivas del Santo Padre: “En este camino de encuentro cotidiano con los pobres, nos acompaña la Madre de Dios que, de modo particular, es la Madre de los pobres” (Punto 10) podríamos preguntarnos: En esta pandemia que llegó de repente ¿he experimentado la pobreza a mí alrededor y “me arremangué” para tender la mano? Seguro que no faltaron ocasiones de donar una sonrisa o recibirla y allí se realizó el encuentro que nos dignifica: “…una sonrisa que compartimos con el pobre es una fuente de amor y nos permite vivir en la alegría”( Punto 10).
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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