15 años sin escuchar: de un zumbido a un implante coclear

El azuleño Juan Butler relató su historia de 15 años sin escuchar: de un zumbido a un implante coclear

La historia de Juan Butler, oriundo de Azul pero con un fuerte vínculo con Olavarría donde realizó parte de su rehabilitación, tomó notoriedad a nivel nacional tras una entrevista en un medio de Buenos Aires. El azuleño de 46 años relató cómo perdió la audición siendo un adolescente y la recuperó 15 años después gracias a un implante coclear.

Juancho Butler, como lo conocen sus allegados, era estudiante de la secundaria en Azul a principios de los noventa cuando, al volver de una fiesta de 15, sintió un fuerte «pitido» que no se fue. “Al principio pensé que era por el volumen de la música. Me acuerdo de que llegué tarareando ‘Loco tu forma de ser’ de los Auténticos Decadentes”, recordó. Ese zumbido se instaló y pronto lo llevó a la sordera total.

Pasó más de una década y media sin escuchar. La pérdida fue un desafío en la escuela, donde algunos profesores y compañeros no comprendían su situación. “En la escuela decían que me hacía el sordo”, contó Butler. Para comunicarse, tuvo que desarrollar la habilidad de leer los labios, un recurso que mantuvo durante años ya que nunca necesitó aprender el lenguaje de señas.

La conexión con Olavarría

Durante sus últimos años del secundario en Azul, Butler viajaba en colectivo varias tardes a la semana hasta Olavarría para realizar su rehabilitación y aprender lectura de labios en un centro de nuestra ciudad.

Su condición también lo impulsó a volcarse al deporte, particularmente al entrenamiento de caballos para Polo, lo que se convirtió en su principal actividad. «Fueron años de gran retraimiento. Siendo un chico muy sociable, me metí para adentro», explicó sobre el impacto que tuvo la pérdida auditiva en su adolescencia y juventud.

La vida después del implante

A sus 30 años, en 2008, Juan logró colocarse su primer implante coclear, un dispositivo que le permitió volver a percibir sonidos. La rehabilitación fue clave, y para desaprender la lectura labial su terapista se cubría con un barbijo. «Al principio escuchaba como una radio que no sintonizaba bien», relató.

Su recuperación fue acelerada, impulsada por «voracidad por escuchar». En un hecho que lo marcó, logró su objetivo de hablar por teléfono en tan solo unos meses, cuando le preguntó a su amigo Nando si iban a jugar al fútbol y entendió la respuesta, provocando la emoción de ambos.

En 2017 se colocó un segundo implante, asegurando su capacidad auditiva. Hoy, el azuleño utiliza los dispositivos permanentemente, y reflexiona sobre el cambio radical en su vida: “En todos esos años siempre tuve la certeza de que el mundo auditivo no iba a ser para mí. Me imaginaba viejo y con el mundo en silencio. Por eso hoy, cuando pongo una meditación o escucho un pódcast manejando, me sigue pareciendo una locura”. (En Línea Noticias)

Fuente Diario El Tiempo

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