1969:Un cuete a la luna

 

Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

De no ser porque Led Zeppelin sacaba su primer disco, sin dudas la supuesta llegada del hombre a la luna hubiera sido el acontecimiento del año.

La llegada del “hombre” a la luna nos pareció una definición completamente natural durante cincuenta años. Hoy estoy dudando en escribirla de ese modo tan crudo o buscar un eufemismo para disimular el machismo que esconde.

También dudé al escribir “supuesta”. ¿Habrán llegado realmente los norteamericanos a la luna o habrá sido una puesta en escena para torcer definitivamente el rumbo de la Guerra Fría? Los soviéticos nunca denunciaron un fraude.

El caso es que, por aquellos años, imbuidos en un positivismo exacerbado, las dos súper potencias del momento (USA y URSS), competían para demostrar cuál de los dos modelos, el capitalista o el socialista, era más efectivo para avanzar hacia el desarrollo industrial. Poner a una perra a dar vueltas a la tierra o enviar a tres astronautas a la luna eran escaramuzas de esa despiadada disputa.

Y posiblemente ese 21 de julio en el que Neil Armstrong pisó el suelo lunar ante la mirada de éxtasis de millones de personas, haya sido el principio del fin de la ilusoria aventura comunista. Visto desde el presente, queda más claro que el agua: el hombre (y la mujer, aunque este caso no sea elegante incluirla) trabajan y rinden más cuando la cosa es por plata que cuando es por patriotismo o anhelos utópicos. A la Guerra Fría la ganaron los occidentales porque los rusos no pudieron crecer industrialmente en la misma medida. Ni un ideal, ni una disciplina impuesta por la fuerza, ni el amor al prójimo es tan efectivo como la ambición por el dinero. Punto final, capitalismo uno, comunismo cero.

Acá en Argentina, después del Cordobazo, Onganía empezaba a perder la imagen de macho alfa al que nadie le toca el culo. Quedaba claro que para gobernar un país se necesita inteligencia más que ínfulas de compadrito.

Chacarita ganaba por primera y última vez un torneo metropolitano, nada menos que a River. Alguien identificado con River justamente, y considerado uno de los cincos mejores jugadores de la historia del fútbol, Alfredo Di Stéfano, sacaba campeón del Nacional al Boca de Roma, Marzolini, Madurga y Rojitas.

Mientras tanto, Fernando Cornejo, entrenador de las inferiores de Argentino Juniors, evaluaba incorporar nuevos jugadores para su equipo. “El petisito aquel es demasiado zurdo, la derecha la tiene sólo para apoyarse, pero puede andar”, razonaba el entrenador. Ese mismo día Argentinos Junior fichaba a Diego Maradona.

Y un tal Leonardo Fabio componía una canción sencilla pero conmovedora, simple e inolvidable. Pasaron más de cincuenta años y todavía hay jóvenes que intentar hacer reversiones de “Fuiste mía un verano”, infructuosamente.

En Buenos Aires, mientras tanto, un grupo de jóvenes estudiantes “craneaban algo” (como dicen ahora). Fernando Abal Medina y su novia, Norma Arrostito, Carlos Ramus y Mario Firmenich, todos ellos católicos y nacionalistas, se devanaban los sesos para encontrarle una salida a la dictadura de Onganía y a la tan dilatada inhibición a Perón.

El sindicalista peronista Augusto Timoteo Vandor imaginaba, en complicidad con la dictadura, que podría haber una salida democrática con un peronismo habilitado para presentarse a elecciones, pero sin Perón. Se hizo una especie de prueba piloto en elecciones provinciales de Mendoza y el candidato de Vandor perdió contra el candidato de Perón. Fin de la aventura del peronismo sin Perón. Eso sí, el grupito de jóvenes del que hablábamos más arriba no olvidaría jamás la traición del sindicalista.

Digamos que el 69 fue un año en el que empezó a notarse una tensa calma (si me permiten el lugar común), sí, esa que precede al huracán.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

error: Content is protected !!