El Obispo de Azul en la 125ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina
El Obispo de la Diocesis de Azul, Hugo Manuel Salaberry sj está participando de la 125ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. Se trata de una Asamblea electiva dado que se elegirán las nuevas autoridades.
El actual presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea presidió la misa de apertura de la Asamblea invitando a sus pares a pedirle al Señor «la luz del Espíritu Santo» en esta instancia electiva, en la que «vamos a rezar y a pensar juntos acerca del rumbo que tomara nuestro episcopado en los próximos años».
«Traemos para poner delante del Señor en esta Eucaristía al terminar el año nuestra acción de gracias por tantos bienes recibidos en nuestra vida y ministerio; llevamos también en el corazón el clamor de nuestro pueblo a quien servimos y su sincero deseo de paz y de justicia en este tiempo tan delicado de nuestra convivencia social», contextualizó en la capilla de la casa de ejercicios El Cenáculo, de Pilar.
Citando la carta de Pablo a Tito, el obispo de San Isidro recordó que «quien preside la comunidad tiene que ser irreprochable, como buen administrador de la casa de Dios».
«Por un lado sentimos que es algo que nos excede, por otro lado, reconocemos que esta recomendación paulina está en línea con lo que nos está pidiendo el Sínodo que acabamos de finalizar en cuanto a la transparencia, a la rendición de cuentas y a la rectitud en los procesos», puntualizó.
Al referirse al Evangelio, monseñor Ojea hizo hincapié en el concepto del escándalo y sostuvo: «El escándalo hiere la vulnerabilidad del Pueblo de Dios, muchas veces destruyendo esperanzas e ilusiones. Es provocado por la falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre nuestra predicación y nuestros actos. El Sínodo ha remarcado la importancia de esta coherencia de vida para la formación sacerdotal».
«Los heridos por el escándalo nos interpelan constantemente para estar vigilantes, en esa misma línea está la recomendación de Jesús: ‘tengan cuidado’. Jesús nos exhorta muchas veces a estar atentos y vigilantes. Sabe que nos desviamos fácilmente del camino si no nos cuidamos», planteó.
«El Papa Francisco nos ha hablado extensamente en Laudato si’ del paradigma del cuidado con respecto a la creación. En estos años a raíz de los abusos de distinto tipo venimos hablando mucho de esta actitud. La atención y el cuidado son las concreciones de la caridad. Quien ama cuida, presta atención. San Agustín decía ‘donde hay amor, hay ojos’. Esa atención es la que debemos tener como pastores que velan por su rebaño», profundizó.
El prelado sanisidrense subrayó que «la transparencia que nos pide hoy la Iglesia es una ayuda para cumplir nuestra misión no un control que nos oprime o nos abruma. Por el contrario, es una gran ayuda que facilita nuestro ministerio y lo mejora».
«El cuidado es una profecía en medio del descuido y del descarte en un mundo donde la vida no se valora en tantos aspectos», aseveró.
El presidente se refirió también al tema del perdón, por lo que consideró que «al final de un ciclo en la Conferencia es recomendable pedir perdón y perdonarnos».
«Estamos en las vísperas de un año jubilar. El Año Jubilar en la Biblia es un año de perdón de las deudas y de los pecados. Un obstáculo importante para perdonar aparece cuando nos quedamos atrapados en nuestras heridas y nos detenemos a restregarnos en ellas repitiendo con el pensamiento aquello que nos lastimó», graficó.
«Esta actitud nos impide tomar la distancia necesaria para perdonar, nos instala en el pasado y bloquea nuestros vínculos impidiéndonos avanzar. Es importante elaborar nuestros dolores, soltarlos y seguir adelante. Cuando nos encontramos con hermanos y hermanas heridas, en cambio, recordando que hemos sido perdonados por Jesús, nuestra actitud debe ser de sumo respeto y cuidado para no volver a dañar a quien herimos y ofrecer el espacio de la reparación», recalcó.
Tras citar lo que el pontífice dice sobre la reparación en la encíclica Dilexit nos, al referirse a belleza de pedir perdón, monseñor Ojea puso el acento en la exhortación a la fe.
«Que vivir la fe en el abandono confiado a la voluntad de Dios dé sentido a nuestra vida entregada a Jesús y a nuestras comunidades y que podamos dejarnos enseñar por la fe de los más pequeños de nuestro pueblo y continuar siendo sus felices servidores», concluyó.