Ignacio Montoya Carlotto: «he intentado que no me conviertan en una efeméride ambulante»
El 5 de agosto de 2014, la jueza María Servini le comunicó a la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo que, tras 36 años de búsqueda, finalmente habían encontrado a su nieto, que vivía en Olavarría.
Dos días después, Estela e Ignacio se daban su primer abrazo
“Yo lo que quería era no morirme sin abrazarlo”. Ya pasaron diez años de aquella cadena nacional informal, improvisada ante la novedad, una tarde de agosto, en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, en la que Estela de Carlotto consumó un deseo que nació personal y se transformó en colectivo; había llegado a su fin la lucha terca y permanente de los últimos 36 años para encontrar a su nieto, robado de los brazos de la madre (su hija), asesinada por la dictadura en otro agosto, el de 1978, a los 23 años cuando Guido -como lo llamó antes de que se lo quitasen de los brazos-, apenas tenía dos meses de vida.
Este lunes, en el marco del décimo aniversario el encuentro con su identidad, Ignacio Montoya Carlotto desde su querida Loma Negra presentó un nuevo disco. El mismo está disponible en distintas plataformas y llegó mediante una cadena de difusión de Whatsapp con una carta llena de definiciones acerca de aquel 5 de agosto de hace diez años atrás.
En esa carta, Ignacio dice que «la sociedad en su conjunto tiene la gran obligación, ética y moral de no olvidar los sucesos trágicos que desde el pasado modelan el presente, para no repetirlos, para crecer y para mejorar.»
Pero, como en la vida siempre hay peros, en otro momento de la carta Ignacio dice: «en el plano estrictamente individual, en el universo de la víctima -como es mí caso- la memoria también se mixtura en parte con el olvido… Pero ¿Qué tipo de olvido puede ejercer quien todas las mañanas frente al espejo se observa a si mismo con la mochila trágica de un pasado que es mucho más grande que él mismo? La posibilidad de sanar surge de comenzar a honrar ese pasado estando siempre atento al presente y construyendo desde ahí el mejor futuro posible.»
Con la claridad que lo caracterizó desde siempre, Montoya Carlotto asegura: «desde esa tarde de 2014 he intentado que no me conviertan en una efeméride ambulante; evitar ser el rostro de otra cosa que no soy yo y evadir creerme nadie fuera de lo que he construido para mí. He tratado entonces de edificarme a partir de ahí y no desde ahí.»
Dice además en una exquisita prosa: «en la catarata de ensayos fallidos que suele ser nuestra vida, me guardo para mí y comparto para los demás el éxito de intentarlo siempre y en ese intento un mínimo fruto que queda.»
En la misa carta anuncia que su nuevo disco, el que hoy presenta, se llama «Postales desde el abismo» y explica que entiende al abismo «como dos cosas posibles; o bien un barranco al cual caerse o también la ilusión de las aves de volar desde muy alto. Por estos días decido la segunda opción.»
«Es hora de cerrar una etapa», deja dicho Ignacio este lunes a 10 años de haber recuperado la identidad que alguien le había robado años antes.
«Que exista la paz porque sin paz la vida se transforma en una triste estadística que nunca nos contempla», cierra la carta.