Innovación de la FIO: Una nueva técnica permite detectar fallas en motores eléctricos sin detener la producción

Cuando un motor eléctrico industrial sale de servicio, la producción puede detenerse por varios días, ocasionar pérdidas millonarias, y perturbar todo un esquema fabril, logístico y de servicios.
Por eso, anticiparse a un desperfecto es clave en la dinámica industrial. Aun así, revisar el funcionamiento de un motor eléctrico es una tarea que hasta ahora incluía detenerlo, y con él todos sus dispositivos acoplados.
Ingeniería tiene la solución. Producto de varios años de investigación, la FIO ya tiene en el mercado un dispositivo que permite en tiempo real detectar y diagnosticar fallas con los motores en marcha.
Anamot (Analizador de Motores) es el nombre de fantasía que un grupo de ingenieros ya provee a la industria y que representa una transferencia tecnológica concreta y de alto impacto para el sector productivo.
Muchas de las industrias de la zona, principalmente las vinculadas al sector minero, usan máquinas eléctricas de gran potencia, que involucran elevados niveles de energía
en sus procesos. Y además son muy costosas. Hay motores eléctricos que cuestan alrededor de un millón de dólares. Por eso es necesario hacerles un mantenimiento frecuente.
Ese mantenimiento es predictivo y determina el estado del motor, su grado de envejecimiento, y evalúa posibles fallas que pudieran aparecer en el tiempo. Para esta tarea había que detener el motor lo que, en algunos casos, deriva en suspender una producción más de un mes.
La alternativa impulsada por la FIO es evitar detener el motor, y evaluarlo mientras está en funcionamiento, desde el tablero eléctrico, y como complemento al diagnóstico tradicional. Se trata de un software específico alimentado de algoritmos desarrollados con años de investigación.
Laboratorio extendido
Las investigaciones sobre diagnósticos online, y a tono con las tendencias mundiales, empezaron en la FIO hace más de 20 años. Dentro del núcleo Intelymec (Investigación Tecnológica en Electricidad y Mecatrónica) tomó fuerza una línea que derivó en un Laboratorio Industrial de Máquinas Eléctricas (LIDME).
A cargo del ingeniero Carlos Verucchi, el LIDME se fue nutriendo de investigadores, que buscaban junto a colegas de la Universidad de Río Cuarto nuevos métodos de análisis para motores, generadores y transformadores. Cristian Ruschetti, Matías Meira, Gustavo Leal, Lucas Puntano, son algunos de sus integrantes.
Para esta nueva técnica de detección de fallas, fueron durante 4 años a la empresa L´amalí para hacer pruebas y robustecer los algoritmos. “Confiaron en nosotros desde un principio y durante ese tiempo pudimos ajustar nuestro sistema de medición. Y pudimos mostrarle a la empresa los beneficios de esa herramienta”, subrayó Verucchi.

Actualmente “existe una modalidad donde nosotros hacemos la medición y el informe técnico, como en Cerro Negro; otra donde dejamos a una empresa un equipo para que su personal haga las mediciones, y luego nosotros la evaluación; y una tercera opción donde transferimos todo el sistema, como es el caso de Cementos Avellaneda”, amplió Verucchi.
Reconocido en el certamen InnovaFIO, Anamot fue premiado hace dos años en Innovar por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. En ese camino de avance científico, el LIDME logró también desde la FIO articular demandas con soluciones junto al Municipio de Olavarría, y la Unión Industrial a través de una rueda de negocios. Con el impulso de la Secretaría de Extensión, Vinculación y Transferencia, y el Centro de Desarrollo Emprendedor e Innovación de Ingeniería, hoy es un desarrollo tecnológico convertido en producto que extiende sus fronteras.
“Tenemos seis clientes fijos en distintos puntos del país, a quienes asistimos regularmente. Hay cementeras, fábricas cerámicas de la zona, fuimos recientemente a Catamarca, Paraguay, y ahora estamos con un acuerdo para generadores en Puerto San Julián”, repasó e ingeniero.

La industria y el aula
Fortificados por el impacto del producto, los ingenieros pretenden ahora replicar la experiencia con transformadores. Es el mismo camino en la detección de fallas, pero en otra máquina. “Estamos por firmar con Coopelectric para hacer pruebas con transformadores de la ciudad, y otras evaluaciones con generadores eólicos en un parque de Azul, anticipó el director del LIDME.
En definitiva “ofrecemos el resultado de nuestro trabajo de investigación”, resumió. “Y de alguna manera refleja el famoso triángulo de Sábato, como un modelo de crecimiento que articula el trabajo del Estado, el sector privado, y la universidad”, subrayó Verucchi. En ese sentido, serán parte junto a otros sectores de Ingeniería de la Ronda de Negocios que se realizará en unos días en Olavarría.
El grupo de investigadores de la FIO ya tiene en mente otras ideas e investigaciones, y buscan nuevas vinculaciones con ingenieros químicos e industriales, electrónicos e informáticos, de manera de ampliar las respuestas e innovaciones. “Y en todo esto Olavarría tiene un gran potencial parta desarrollar, no sólo en la minería sino también en alimentos, energías renovables, equipamiento médico”, enumeró.
Todo este trabajo no se queda en la industria. Los investigadores son también docentes y esa experiencia también se proyecta en el aula. Estar en contacto con problemas reales en una fábrica, permite mostrar a los estudiantes soluciones concretas, de primera mano. Esa retroalimentación funciona como una motivación extra para los estudiantes.

Con todo, la innovación tecnológica de la FIO permitió cerrar un ciclo de investigaciones, y hoy tiene un impacto directo en la industria, con respuestas técnicas que a su vez repercuten en lo económico y productivo.