Lo que nos deja el 2024 en materia literaria
Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
Fieles a esta perseverante y caprichosa costumbre de hacer balances a fin de año, miramos hacia atrás y vemos dos salientes notorios en el ámbito de la literatura argentina.
Uno de ellos, sin dudas, es la aparición, casi milagrosa de las cintas donde estaban grabadas las clases de literatura que dictó Borges en Estados Unidos en 1976. Las transcripciones literales de aquellas grabaciones nos presentan a un Borges íntimo, casi senil, pero todavía no, que se permite decir lo que piensa con una honestidad por momentos brutal, como dirían hoy en los programas de televisión baratos, “sin filtro”.
El otro acontecimiento literario del 2024 es, al menos desde el punto de vista de este modesto columnista, la irrupción definitiva de género femenino en el plano más destacado de la literatura.
Esto no debería ser una novedad o algo que pueda considerarse sobresaliente o digno de destacar, sin embargo, si miramos hacia atrás en materia literaria nos resultaría muy fácil comprobar que, de Sarmiento hacia acá, y yo diría hasta Saer, Piglia, Aira, Puig o Walsh, el plano de la literatura había estado copado prácticamente por hombres, las escritoras que han alcanzado reconocimiento han sido, por su parte, excepciones.
Este 2024 marca no solo la tan perseguida igualdad de género en el terreno de la literatura (y en todos los ámbitos) sino una supremacía casi absoluta de las mujeres que toman la pluma (o la notebook) para expresar lo que sienten y en muchos casos contenían atragantadas. Los reconocimientos a nivel nacional e internacional, los premios, la cantidad de ejemplares vendidos y las traducciones a otras lenguas ponen a escritoras como Samanta Schweblin, Gabriela Cabezón Cámara, Mariana Henríquez, Dolores Reyes, Selva Almada…. y la lista sería interminable, en lo más alto de las preferencias de los lectores y críticos. Circunstancia que obviamente merece celebrarse.
En el plano local, resulta más que destacable la reanudación de aquella saludable costumbre que por muchos años fue la Feria del Libro y que había quedado en suspenso en los últimos años, lugar de encuentro entre escritores locales, figuras reconocidas a nivel nacional y el público lector (mucho más numeroso de lo que se cree).
Vamos por un 2025 con más literatura, más poesía, más actividad cultural y más lectores. Tal vez sea la única esperanza que nos quede.