San Jorge: La comunidad se organiza en defensa del patrimonio histórico

Fotos y Texto: Zona Campo
En San Jorge, partido de Laprida, un grupo de vecinos se organiza para evitar la destrucción del patrimonio histórico del pueblo. Frente a la amenaza de las topadoras, el relato de Daniel Lecointre sacude conciencias y busca sumar voluntades.
San Jorge es un pueblo chico del Partido de Laprida, de esos que no nacieron al paso del tren, pero que supieron crecer con identidad propia. Con calles tranquilas, una comunidad de apenas 500 habitantes y una historia rica en tradiciones, el alma del pueblo resiste en sus edificios centenarios, sus personajes y sus relatos. Daniel Lecointre es uno de esos vecinos que no se resigna a ver cómo el tiempo —o la desidia— arrasan con lo que le da sentido a la vida de un lugar. «La historia no es cosa de viejos», dice, mientras lidera junto a otros sanjorgeños una cruzada para evitar que las topadoras conviertan en escombros lo que durante un siglo fue símbolo de encuentro, de memoria y de identidad.

Todo empezó una mañana cualquiera, con la llegada silenciosa de un camión y una topadora al pueblo. La intención —supuestamente— era buscar escombros. Pero lo que se puso en peligro no fue un simple montón de ladrillos: fueron almacenes, una cancha de paleta, parte del viejo hotel, el club, hasta la antigua estafeta postal. Lugares donde nació gente, donde se vivieron historias, donde se escribieron los capítulos cotidianos de un pueblo con vida propia.
«Romper eso sería como vaciar el alma del pueblo», explica Daniel. Y lo dice con la claridad de quien no está atado al pasado, sino impulsado por el deseo de que las nuevas generaciones no crezcan huérfanas de raíces. “No queremos dejar esas cosas viejas para que queden y nada más. Tenemos ideas, proyectos, sueños. Queremos hacer un museo, poner esos espacios en valor, usarlos para escuelas, para oficinas, para lo que se necesite. Pero sin destruir lo que somos”.
Los bienes amenazados están en manos privadas, y eso limita las posibilidades de intervención directa. Pero el grupo de vecinos no baja los brazos. Dialogan con las autoridades, comparten su inquietud en redes sociales, buscan apoyo en instituciones culturales. Piden tiempo, asesoramiento, alternativas. «Tirarlo puede llevar una mañana, pero reconstruirlo nos llevaría una vida».

En San Jorge saben que los objetos tienen valor cuando tienen historia. Una tacita, un puñal, un autito de lata… pueden ser basura para muchos, pero tesoros para quienes conocen su origen. “Lo que es de todos, lo que fue vivido por todos, también duele cuando se pierde. Y por eso esto no es solo nuestro, es un sentimiento compartido”.
Mientras avanza la movida vecinal, Daniel Lecointre sigue escribiendo, grabando historias y poniéndole palabras a esa memoria que no quiere ser olvidada. «La historia es la base sobre la cual uno se para para tomar el avión al futuro», dice. Y aunque sabe que el futuro importa, también tiene claro que no se puede construir sobre ruinas, ni tapar pantanos con los escombros del pasado.

