Un tumor frecuente entre las mujeres del que todavía no aprendimos suficiente
26 de marzo, Día Mundial del Cáncer de Cuello Uterino (Cérvix)

Es la segunda causa de muerte por tumores ginecológicos en la Argentina. A pesar de ser una enfermedad prevenible, la desinformación y las barreras de acceso a controles y métodos de detección favorecen su desarrollo. El rol de la vacunación contra el VPH y los tratamientos.
El cáncer de cuello uterino (cérvix) es uno de los más frecuentes en mujeres en todo el mundo. En la Argentina es el tercero con mayor incidencia y representa la principal causa de muerte por tumores ginecológicos después del cáncer de mama. A pesar de las campañas de difusión y los programas de educación sexual, los expertos advierten que muchas veces las pacientes llegan al consultorio sin saber cómo prevenirlo. Esto, sumado a la desigualdad e inequidad en el acceso a los métodos de control, agrava el impacto de una enfermedad que podría evitarse.
“Se trata de un importante problema de salud pública a nivel mundial y especialmente en países en vía de desarrollo donde ocurre cerca del 90% de las muertes por cáncer de cérvix. Esto se debe principalmente a la falta de disponibilidad y acceso a los métodos de screening y a la alta prevalencia de infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Además tiene un fuerte impacto social ya que afecta a mujeres jóvenes, en edad reproductiva, económicamente activas y en muchos casos sustento de familia”, plantea la oncóloga clínica Ana Laura Mendaña (MN 135188), miembro del equipo de Ginecología Oncológica del Instituto Alexander Fleming (IAF).
Los últimos datos de Globocan, de 2022, muestran que en nuestro país se diagnostican 4.700 casos nuevos de cáncer de cérvix al año y se registran 2.200 muertes. Las tasas de incidencia arrojan importantes desigualdadessegún la provincia de residencia: la mayor mortalidad se registra en Formosa, seguida por Misiones y Chaco, mientras que los distritos con menores tasas son la Ciudad de Buenos Aires, Tierra del Fuego y Santa Cruz.
En la mayoría de los casos no se presentan síntomas de la enfermedad o recién aparecen cuando el tumor llega a etapas avanzadas. Algunos de los que ocasionalmente pueden encontrarse son dolor pelviano o dolor y/o sangrado con las relaciones sexuales o posterior a las mismas, flujo vaginal anormal o sangrado vaginal inusual.
“El cáncer de cuello uterino es una enfermedad absolutamente prevenible mediante la vacunación contra el virus VPH y los controles ginecológicos con Papanicolau y el testeo de VPH en muestra cervical. Esto permite detectar lesiones muy pequeñas y en fases iniciales que, si se tratan adecuadamente, se puede evitar el desarrollo de un carcinoma invasor del cuello del útero. Por lo tanto, la falta de prevención primaria y secundaria son las principales razones por las que se siguen diagnosticando tantos casos de esta patología”, explica la experta, en el marco del Día Mundial del Cáncer de Cuello Uterino, que se conmemora este 26 de marzo con el objetivo de difundir información de utilidad para reducir la incidencia de esta patología.
El rol del VPH y el riesgo de la desinformación
El principal factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de cuello uterino es la infección persistente por las variantes de alto riesgo del VPH. Los subtipos 16 y 18 son los más frecuentes y están presentes en el 70% de los tumores de cérvix. Los subtipos 31, 33, 35, 45, 52 y 58, en tanto, causan el 20% de casos de carcinoma invasor y son detectados en el 30-40% de lesiones cervicouterinas de bajo y alto grado.
“Si bien hoy en día hay mucho acceso a la información, encuentro en muchas pacientes un desconocimiento del tema. Programas como la ESI (Educación Sexual Integral) pueden ser de mucha utilidad si se aprovechan esos espacios para fomentar la prevención y los controles periódicos de salud en niños y adolescentes”, sostiene la doctora Mendaña.
La doctora Verónica Fabiano (MN 122874), médica ginecóloga y mastóloga del Instituto Alexander Fleming, coincide en que en las consultas se observa una falta de información o, directamente, desinformación. “Un claro ejemplo es el aumento sostenido de los casos de sífilis en los últimos años. Esto se debe a cambios en los hábitos sexuales. Principalmente, la no utilización o la mala utilización del preservativo por creer que esas enfermedades ya no existen o no provocan la muerte; y al aumento del ‘sexo casual’. En el caso del VPH, el contagio puede ser también de piel a piel, en contactos sexuales, por lo que el preservativo puede no prevenir. Igualmente es importante utilizarlo para evitar otro tipo de enfermedades de transmisión sexual, como el HIV, la hepatitis B y C, y la gonorrea; y los embarazos no planificados”, recalca.
La especialista del IAF también aclara que el Virus del Papiloma Humano es un factor necesario, pero no determinante para el desarrollo del cáncer de cérvix. Aproximadamente el 10% de las mujeres con una infección por VPH desarrollan una infección persistente, que puede conducir potencialmente a la formación de lesiones precursoras de cáncer.
“Además sólo algunas mujeres con infecciones persistentes y lesiones de alto grado desarrollarán cáncer de cuello uterino. Si bien se estima que el riesgo de contraer una infección por VPH durante la vida es de alrededor del 70-80%, la incidencia de cáncer de cuello uterino es mucho menor. Esto es así ya que el sistema inmunológico sería capaz de eliminar el VPH y prevenir la progresión al cáncer en aproximadamente el 90% de las infecciones. La no vacunación, el inicio precoz en las relaciones sexuales, la inmunodepresión serían factores que favorecen la persistencia de la infección con el virus y el desarrollo del cáncer”, detalla.
Los cambios en la vacunación y el riesgo de la deserción
A lo largo de su vida sexual, se estima que cuatro de cada cinco argentinos van a entrar en contacto con alguna de las 100 variantes del virus del papiloma humano (VPH). La principal estrategia para prevenirlo es la vacunación. En la Argentina desde 2011 se aplica a todas las niñas de 11 años y en 2017 la cobertura se extendió también a los varones de la misma edad. Desde 2024, se aplica con una sola dosis (inicialmente eran dos). No requiere orden médica y es gratuita en todos los vacunatorios, hospitales públicos y centros de salud del país.
El objetivo de la vacunación es reducir la cantidad de portadores del virus y así bajar la incidencia del cáncer de cuello uterino. “Desde su incorporación al Calendario Nacional de Vacunación, la tasa de acceso a la vacuna contra el VPH ha sido satisfactoria pero la tasa de deserción es alta, ya que se ubica alrededor del 30%”, apunta la doctora Fabiano.
Los estudios sobre la eficacia de la inmunización demostraron una baja de la displasia cervical de alto grado (CIN 2-3) del 98-100%, disminución de verrugas ano genitales del 95% y reducción en la incidencia de cáncer invasor de cuello uterino del 50%. También se observó que a menor edad de vacunación mayor es la eficacia y que cuanto mayor es la tasa de población vacunada, mayor y más rápida es la disminución de lesiones por VPH en mujeres y hombres.
“El beneficio con la vacunación es mayor cuando se da antes de los 16 años, pero sigue siendo beneficiosa a mayor edad. En nuestro país disponemos de la vacuna nonavalente que incluye a los subtipos 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52 y 58 del VPH. Recientemente se han publicado estudios que sugieren que una sola dosis de vacuna anti VPH podría ser igual de efectiva que tres dosis. Algunos países ya han adoptado la medida de una única dosis de vacuna contra VPH, dentro de los cuales Argentina está incluida”, detalla la doctora Mendaña.
Controlar para prevenir y detectar a tiempo
Como en la mayoría de los tumores, y más aún en aquellos que no dan señales de alerta a tiempo, los controles y las estrategias de prevención son fundamentales para evitar el desarrollo del cáncer de cuello uterino o detectarlo en los etapas tempranas, cuando las chances de cura son mayores al 90 por ciento.
En la Argentina, se indica realizar la citología cervical mediante técnica de papanicolau (PAP) a partir de los 25 años, cada uno o dos años. “Ha sido el método estándar de screening durante muchos años, reduciendo la incidencia de cáncer invasor en un 60% a un 90% y la tasa de mortalidad en un 90%. Más recientemente, se ha introducido la prueba de detección de ADN del VPH y ha demostrado una mayor sensibilidad para detectar neoplasia intraepitelial cervical de alto grado (CIN2-3) que la obtenida por citología en varios estudios”, explica la doctora Mendaña. Este screening mediante test de VPH se sugiere a partir de los 30 años. La frecuencia de testeo recomendada luego de un resultado negativo es de 5 años.
En resumen, las expertas del Instituto Alexander Fleming destacan que la clave para abordar en forma adecuada el cáncer de cérvix es cumplir con estos controles recomendados, preguntarle al ginecólogo de cabecera si se tiene indicación o no de vacunación contra el VPH y, en caso de detectar alguna lesión maligna, consultar con médicos especializados en esta patología.
En cuanto al tratamiento de la enfermedad, en los últimos años se han incorporado opciones muy efectivas como la inmunoterapia y se han mejorado las técnicas de radioterapia que permiten curar a más pacientes con menos efectos secundarios, sin deteriorar su calidad de vida. “Es fundamental garantizar el acceso a estas nuevas terapias y a técnicas modernas de radioterapia a todas las pacientes de nuestro país para aumentar la tasa de curación”, concluye la doctora Ana Laura Mendaña.