Tres Estrellas puso en valor un edificio céntrico que hace 27 años estaba abandonado

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El edificio centenario de Casa Angel de Vega, ubicado en Coronel Suárez y Vicente López abrirá este jueves sus puertas tras haber permanecido cerrado los últimos 27 años. la puesta en valor la realizó el empresario olavarriense Alejandro Weimann, titular de Supermercados Tres Estrellas.
 
Desde este jueves, Café Vega y una nueva sucursal de Supermercados Tres Estrellas, comenzará su actividad comercial en una de las esquinas más concurridas del centro olavarriense.
 
A mediados de 2015, la “Casa Ángel de Vega” comenzó a ser escenario de numerosos trabajos y movimientos edilicios. Es que por esos días, el empresario Alejandro Weiman, proyectaba dar vida comercial a dicha esquina.
 
En aquel momento, el hombre había dicho que “la condición era mantener la estructura externa. La fachada queda, no entorpece lo que queremos hacer”.
 
El contacto entre el dueño de las siete sucursales de Supermercados Tres Estrellas y la hija de Ángel de Vega, propietaria del predio, surgió a partir de la idea de un amigo de Weiman que fue evolucionando con el correr de las semanas.
 

Historia

 
Entre 1902 y 1989 la esquina de Coronel Suárez y Vicente López tuvo destino comercial. El cartel “Casa Ángel de Vega” permaneció por estos 26 años en la esquina, testigo del paso del tiempo y a la espera de proyectos e inversiones venturosas que revitalizaran su impronta.
La fachada que hoy conserva es la misma de sus orígenes. Cuenta la historia que a principios del siglo pasado Pedro Vázquez abrió una casa de ramos generales bajo el nombre de “El Ruso” que poco después fue vendida a Angel de Vega quien se había radicado en Olavarría en 1889. El nuevo propietario le dio su nombre y se mantuvo así hasta su cierre, el 30 de diciembre de 1989.
Nació cuando Olavarría era apenas un pueblo, con calles de tierra, había visto llegar el empedrado y más tarde el pavimento y sus 87 años hablaban por sí solos de miles de anécdotas.
Allí se vendía de todo: artículos de ferretería, forrajes, semillas, maderas, alambres, querosene, maquinarias agrícolas, carruajes y sulkys así como yerba, azúcar, vino y alcohol.
El almacén había llegado a tener 23 empleados, enormes sótanos y depósitos de forraje y materiales de todo tipo en los más de 1.500 metros cuadrados del cuarto de manzana que ocupa.

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