A 27 años del Motín de Sierra Chica: María de las Mercedes Malere, la jueza que sobrevivió al infierno


Este 30 de marzo se cumplen 27 años del inicio del atroz e histórico Motín en la Unidad Penal N° 2 de Sierra Chica y nuevamente se recuerda la figura de la ex jueza María de las Mercedes Malere, la única mujer que fue tomada de rehén quien permaneció en el interior de la cárcel durante todo el motín.

En el primer juicio a los “Doce Apóstoles! la doctora María de las Mercedes Malere relataba aquellos días. Contó que desde el segundo día de cautiverio fue aislada en una habitación con baño del sector de Sanidad, al lado del cuarto en el que estaba el resto de los rehenes. Reconoció como sus custodios a Jorge Pedraza –uno de los líderes del motín–, Lucio Bricka Puebla, Jaime Pérez Sosa y Oscar Olivera Sánchez. Pero dijo que no tenía elementos para afirmar que alguno de ellos tuviera el control de la toma. Para hacer memoria levantó los ojos hacia el cielorraso de la sala varias veces, juntó los labios otras tantas, pidió tiempo ante algunas preguntas, pero recordó poco.

Malere, años después del Motín, nunca más habló de lo sucedido con los medios de prensa por lo que su figura y sus padecimientos continúan siendo en gran parte una incognita.

Aunque sí habló en el juicio, “una noche, (Miguel) Ruiz Dávalos me golpeó con el puño la cabeza y otros internos lo detuvieron”. En tanto otro de los reos, El Paraguayo, la subió tomada de los pelos a la terraza del penal cuando amenazaron al SPB con tirar a los rehenes al vacío si no detenían las balas. Para la ex Jueza todo fue “una situación extrema” con “matices de un mayor nerviosismo”.  

Malere llegó a convertirse en rehen cuando intentó mediar dado que hasta el día en que se “rompieron los códigos” la magistrada era respetada dentro de la población carcelaria.

“Tenía la particularidad de que recorría las unidades, entraba en los pabellones, pedía que le abrieran las celdas y conversaba cara a cara con ellos. Ir a su encuentro no fue una actitud temeraria”, contaba también en el juicio quien era su secretario y hoy es Juez en Azul, Héctor Torrens. 

El 5 de abril, mientras el gobernador Eduardo Duhalde apostaba al desgaste de los presos para evitar entrar al lugar y que todo terminara en una masacre con los rehenes, los cabecillas subieron al techo del pabellón 11 y por primera vez hablaron con la prensa. Existe una imagen histórica de ese momento que quedó en la retina de todos. “Si la Policía intenta entrar, la primera que muere es la jueza. Queremos que aprueben el petitorio y atiendan a los heridos de bala que tenemos. No hay muertos”, gritó el cabecilla. Mentia

Eran ocho las víctimas y entre ellos estaba Lencina. De hecho, algunos testigos dijeron después que antes de incinerar a sus “compañeros de penal”, los revoltosos jugaron “a la pelota” con la cabeza del líder del bando rival. Sin embargo, tras esa aparición en cámara empezó un principio de negociación. Pedían armas, móviles para escapar y comida. Con el correr de las horas, ya sin drogas que consumir, no pensaban en una huida, sino en ser trasladados a un penal federal, por miedo a venganzas, y que se les aplique el “2 por 1” en las causas por las que estaban detenidos.

Ese 7 de abril, y mientras el obispo de Azul, garante del acuerdo, rezaba en la puerta del penal, empezó la rendición. Ya habían liberado a rehenes pero ahora se entregaban “los apóstoles”. Su destino: la cárcel de Caseros. Allí, volvieron a hacer de las suyas y tras un motín en mayo de 1999, se los condenó a penas de entre 7 y 10 años de prisión.

Malere es sin dudas uno de los íconos de aquel motín dado que fue rehen cuando inició y liberada cuando terminó.

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