Alegre mensaje
Continuamos transitando el tiempo pascual. Monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas dirigiéndose a los fieles les decía: “Este es un tiempo para animarnos en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfó sobre la muerte. Los apóstoles estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos, habían matado a Quien ellos seguían y no sabían qué podía pasarles. El texto bíblico nos dice: ´Jesús, poniéndose en medio de ellos, les dijo ¡la paz esté con ustedes!… Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes´. Este encuentro pascual fue fundamental para que los Apóstoles sobrelleven las dificultades de su tiempo. Nosotros también necesitamos de esta experiencia de fe pascual y de una espiritualidad más profunda, para ser testigos en medio de tantos problemas y desafíos de este tiempo y para redescubrir cuál es el aporte que nuestro tiempo necesita de los cristianos”.
¿Cuál es el aporte que se necesita hoy para mantener viva la esperanza? Es bueno pensarlo.¿ No será que todavía no nos “sacudimos, el qué dirán, el no te metás”?¿No será que aún no hicimos la experiencia de un Jesús vivo en medio nuestro? El Salvador nos asegura su presencia real entre nosotros a través de la Palabra y de la Eucaristía. ¿Hemos hecho esta experiencia de encuentro? El papa Francisco nos pone ante el Evangelio: «Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna». (Jn 3,16). Este alegre mensaje es el corazón de la fe cristiana: El amor de Dios encontró su cumbre en el don de su Hijo a una humanidad débil y pecadora. Nos dio a su Hijo, a nosotros, a todos nosotros… Dios Padre ama a la humanidad hasta el punto de «dar» a su Hijo: lo dio en la Encarnación y lo dio al entregarlo a la muerte. La finalidad del don de Dios es la vida eterna de cada persona: de hecho, Dios envía a su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para que el mundo que se salve por medio de Jesús. La misión de Jesús es una misión de salvación, de salvación para todos”.
“Vosotros sois testigos» (Lc 24,45-48), este es el aporte que , vos, yo y cada uno habiéndonos encontrado con el Resucitado estamos llamados a dar. Seamos transmisores del alegre mensaje de esperanza: ¡Cristo vive!
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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