Cada vez más confundidos
Por Carlos Paladino
Llamaron coronavirus (COVID-19) a la enfermedad que se convirtió en pandemia con el solo valimiento de penetrar en los seres humanos. Nada visto igual o que se le parezca en los últimos cien años. La historia de las pestes registradas desde antes de era cristiana, le quitó al mundo millones de personas. Contadas con los precarios sistemas de conteo de que se disponían en esos tiempos. ¿Cuánto de verdad contienen esas cifras?… son las más acertadas posibles, dentro de la exactitud que posibilita la transmisión de boca en boca, de pueblo en pueblo, de continente en continente. No hay conclusiones que acierten en cómo se acabó la peste (negra o bubónica); la más atroz que haya padecido la especie humana. La ciencia producto de la genialidad y la búsqueda incesante del conocimiento logra portentos todos los días. El coronavirus, así, se las tuvo que ver de arrancada con la ciencia que, pese a haber desplegado al máximo su sabiduría, se las está viendo en figurillas para contraponerle los componentes científicos que puedan obstruirle el daño que causa en todos los rincones del planeta donde se planta. Un avance hacia una solución definitiva a los estragos que realiza, pareciera estar en el rumbo correcto, más no logrado aún. Todavía no hay una vacuna que garantice el 100% de efectividad. Y será difícil lograrlo si el virus se reproduce (como lo viene haciendo) en renovadas cepas que cada vez lo hacen más peligroso. La variante “Delta” es la nueva variante a combatir. El Delta (según datos escogidos) se presenta en el contagiado con mayor crudeza y deja las peores secuelas del covid-19. En la región de América Latina, al 31 de julio, los países vacunados con una dosis contra el covid-19 y, en proporción a su población; son: Uruguay 73,84%; Chile 72,25%; Argentina 55,24%; República Dominicana 51,05%; etc. (Our World in Data). La CDC (Centro para el Control) indica “que la variante delta es tan transmisible como la varicela; cada persona infectada contagia hasta ocho o nueve, en promedio”, nada que ver con el coronavirus original. La misma fuente, los CDC dicen que la variante puede infectar “a personas completamente vacunadas” Ojalá se trate de datos inexactos, más, si la nueva “Delta” no se estanca y puede evolucionar.
—ooo—
Estados Unidos ha manifestado intranquilidad, malestar por las siguientes variantes del covid -19; Alfa (B. 1.17); Beta (B. 1. 351); Gamma (P.1); Épsilon (B. 1427); Épsilon (B. 1428) y Delta (B. 1.617.2). Somos un pedazo importante del planeta y es lógico e imposible no caer bajo los efectos de la covid-19 y su diversidad. El mes de agosto comenzó con la noticia de que el país registraba 80 casos Delta, localizados en Rosario, y en las provincias de Buenos Aires, Salta y Córdoba. También en CABA se dieron a conocer afectados. Los contagiados tendrían relación con pasajeros extranjeros; circunstancias que hacen no poder definirlo como “de una circulación predominante”. Sin duda, Delta puso una alerta que precisó que agosto debía destinarse a la vacunación. “Agosto tiene que ser el mes de las segundas dosis…” (Dr. Javier Fariña); “…frente a la variante Delta, la inmunidad con una dosis es incompleta” (Dr. Eduardo López); la Patóloga pediátrica argentina (Reino Unido) fue más contundente “El balance de riesgo y beneficio no justifica vacunar de inmediato a niños sanos. Pero sí terminar de vacunar a los adultos del mundo” La dificultad social que la vacunación presenta pasa porque el “37% de los mayores de 70 no completó su esquema…” y tampoco, la mitad de los mayores de 60 años. Los países de la tierra, no han podido completar el gráfico sanitario de vacunación a su gente, lo cual los expone a un estallido de infecciones alarmantes. Algunos títulos nos mostraron la realidad de los efectos del virus: “La variante delta está llevando al sudeste asiático a un punto de quiebre”; más allá de lo exagerado que pueda resultar el epígrafe temático, es para tomarlo con preocupación. China, Corea del Sur y Japón, experimentan grandes brotes de contaminación; Vietnam, el giro hacia las infecciones se nota con más virulencia después de un año en que su gravedad descendió notablemente; Indonesia, “superó recientemente a India como epicentro de covid en Asia”, la semana pasada comunicaron haber superaro los 100.000 muertos por coronavirus y los días posteriores indican cifras importantes de muertos; en Malasia, la gente repudió al gobierno pidiendo la renuncia de su primer ministro; en Tailandia habían conseguido controlar la segunda ola; la tercera, en cambio, está causando cantidad de muertes sin precedentes. Rogamos que – como dijimos – se trate de datos que incurran en errores, porque es una tragedia injusta para las naciones que, de por sí, tienen sus legendarios problemas. El planeta no necesita de ayudas no buscadas como la del covid-19 y su variante Delta.
—ooo—
Gracias a la política decidida por nuestros gobernantes, Argentina padece y sufre la angustia de la falta de las segundas dosis de la Sputnik-V, ya que la gente de mayor edad quedó en “pampa y la vía”. Vladimir Putin, el bien ponderado y amigo de la señora Cristina de Kirchner, observa las cuestiones comunes y tiene un compromiso con su pueblo. El portavoz Dmitri Peskov dijo: “Efectivamente, como la prioridad absoluta es el consumo interno… es en esta prioridad que los fabricantes y nuestros departamentos se están concentrando ahora. Es clara e importante lo que explicó a continuación: “Si bien no es posible satisfacer absolutamente toda la demanda en el extranjero de inmediato…todas las obligaciones se cumplirán”. Las dudas respecto a que si los tomadores de las primera Sputnik V (marzo y abril) todavía están en tiempo de aplicarse la dosis que falta, tiene en vilo a los primeros inoculados. El retraso de Rusia y el enojo de los ciudadanos, agudizan las “intensas negociaciones con Rusia para conseguir las dosis del segundo componente del fármaco…porque hay muchas personas a las que se les están cumpliendo las 12 semanas desde la primera dosis” Por lo visto la meta es seguir esperando la llegada de las inyecciones rusas, tras el acuerdo firmado el 4 de junio entre el presidente de Rusia Vladimir Putin y Alerto Fernández, que habilita iniciar la producción de vacunas, con lo que Argentina aportará más vacunas no sólo a su plan nacional sino también a otros países de América Latina. Según Marcelo Figueiras, presidente de la planta farmacéutica establecida en Pilar (Buenos Aires) expresó: “Como sabemos, los países que producen vacunan, y los que no producen, esperan” A partir deahora y, vista la oficialización de la fabricación en nuestro país, sólo nos resta esperar. No sabemos cuánto tiempo.
—ooo—
Al no saber en qué tiempo se irían muriendo aquellos necesitados de la segunda dosis de la vacuna rusa, tal vez lo mejor para una millonada de persona mayores (viejas) sería tener la suerte de no contagiarse, quedarse encerrados de por vida, o encomendarse a Dios que es la mejor de todas las alternativas. Los mandamases vernáculos (¿o debo decir, la mandamás?) cerraron – al principio – trato únicamente con el residente del Kremlin y tal acontecimiento nos puso en serias dificultades. La alianza política estratégica, pese a las alabanzas y buenas relaciones entre ambos presidentes, no eran suficientes para ponernos en primera línea a la hora de desparramar vacunas. Quizás entró en la órbita de las conjeturas que entre las primacías del presidente Putin quedaba enrolada la palabra –si la hubo- con la señora Kirchner acerca de mantenernos abastecidos en todo momento. Actitudes que nos alejan (momentáneamente) del compromiso con Rusia y nos llevan a establecer contactos comerciales con otros proveedores. Por obra y gracias de los que saben aseguran (no todos) que la Sputnik-V es compatible con las marcas AstraZeneca y Moderna para ser usadas como segundas dosis. “Estamos avanzados con el estudio y no hubo reacciones adversas” Son medidas que debieran dar resultados positivos si queremos cubrir o frenar una posible escalada de la variante Delta.
—ooo—
Lo que queda en el tintero, es la opción que se le otorga al inoculado con la primera vacuna rusa, de que pueda elegir la marca de la dosis complementaria. ¿En enfermedades de riesgo, los enfermos o las personas eligen sus medicamentos según su gusto y placer? Si al enfermo no se le puede “recetar”, al menos –creemos – guiar u orientarlo mínimamente. Nos queda la sensación que la responsabilidad del resultado queda bajo nuestra exclusiva responsabilidad. Pero, al final de cuentas, qué culpa tiene el profesional médico en todo este matete.
Los comentarios están cerrados.