El columnista y sus fantasmas


Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Un domingo como hoy, hace exactamente ocho años, el director de este medio me confiaba la responsabilidad de escribir semanalmente una columna literaria. El desafío, en principio extremadamente superior a la medida de mis posibilidades, se convirtió en una especie de provocación que fomentó mi dedicación a los libros y que se extendió muy por encima del tiempo de prueba de unos pocos meses que nos habíamos fijado.

No hay nada de meritorio en todo esto salvo el haber encontrado, tal vez, la manera de estimular a los lectores. Lectores que son en realidad los verdaderos protagonistas de las notas, esos que me escriben para hacerme llegar sus críticas, para manifestar sugerencias o diferencias con las notas y los que, eventualmente, muy de vez en cuando, encuentran en ellas algún acierto. Esos que cuando los cruzo en la calle me paran o me dicen al pasar, te sigo todos los domingos y que, a desmedro de mis detractores, son muchos más de los que imaginan.

También es mérito de los lectores que interactúan con las notas a través de las redes, sobre todos aquellos que critican y permiten, así, un ida y vuelta, un ajuste en los argumentos, fuerzan la búsqueda de mejores justificaciones. No exceptuamos ni siquiera a aquellos que limitan su crítica a la descalificación o al insulto. Ellos también les dan vida a las notas, con sus ingeniosas intervenciones atraen a otros lectores y las columnas de cada domingo se escabullen por vericuetos intrincados e impredecibles, y llegan lectores y a lugares recónditos (aunque nada salga de ese lugar sin espacio, perdón por el oxímoron, que está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo, y que llaman la web).

Este compromiso con “mis lectores”, si me permiten semejante jactancia, lectores que en realidad tomo prestados de En Línea Noticas, se ha convertido en una especie de sostén, en una motivación personal al punto que no podría imaginar una semana de mi vida sin la responsabilidad de llegar al domingo con una nota, responsabilidad que como buen ingeniero diseño rigurosamente: la elección del tema el martes, una breve búsqueda bibliográfica el miércoles, un esbozo de la nota el jueves y un primer borrar el viernes. Para dedicar los sábados a la revisión final. Esos lectores exigentes que me siguen dirán, cuántos preparativos para tan modesto resultado final. Sin embargo, en virtud de los comentarios que recibo y de las opiniones de gente que admiro, me siento en la obligación, a mi pesar, de plantar bandera y defender con orgullo cada una de estas contribuciones.

Sospecho que los lectores más suspicaces ya habrán notado que nada de preparación ni de búsqueda bibliográfica puede haber en esta nota y están en lo cierto. Es que esta semana, debido al aniversario y dejándome llevar por ese berretín que consiste en festejar coincidencias o repeticiones cíclicas, me he dejado tentar por la pereza y estoy, como quien dice, haciendo tiempo.

Gracias al director del medio por permitir este desatino, y gracias a todos aquellos lectores que por un medio u otro me hacen saber que lo son, sinceramente me siento amigo de todos ustedes.

Nos vemos la semana que viene porque, obviamente, vamos por más.

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