El perdón de Asís


Los días 1 y 2 de agosto se celebra en Asís la Solemnidad del Perdón. Los fieles que acudan a la Porciúncula de Santa María Degli Angeli, o a cualquier iglesia franciscana del mundo, podrán obtener la indulgencia plenaria. Nos preguntamos: ¿Qué hay que hacer para recibir la indulgencia plenaria? Para     ganar la indulgencia plenaria se requiere: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa, por lo tanto…podemos decir que:«El perdón es el abrazo del Padre a cada hijo», padre Francesco Piloni, ministro Provincial de los Hermanos Menores de Umbria y Cerdeña.

Repasando la historia, nos situamos en el día 2 de agosto del año 1216, ante una gran muchedumbre, san Francisco , en presencia de los obispos de Umbría (Asís, Perusa, Todi, Espoleto, Nocera, Gubbio y Foligno) con el corazón lleno de alegría, promulgó el Gran Perdón, para cada año, en la fecha del 2 de agosto, para los que peregrinos, contritos y arrepentidos, según la antigua tradición, san Francisco pronunció justamente en ese lugar ante todo el pueblo y los obispos: «Quiero enviaros a todos al paraíso». Ese lejano día de verano marca el nacimiento del tesoro de la Porciúncula: la Indulgencia del Perdón que se puede pedir para uno mismo o para los difuntos.

 El perdón de Asís es un regalo, un don pedido al Señor para cada persona, es el deseo de San Francisco de Asís para sí mismo y la humanidad: “Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz. Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión”.

En este hoy, en lo concreto, cabría preguntarnos: ¿Qué es perdonar, cuando y a quién?  “Perdonar es empezar por perdonarnos a nosotros mismos la rapidez con la que hemos entendido la vida. Todos nos hemos dado cuenta de que tenemos que parar y reencontrarnos. El perdón es sobre todo el que tenemos que darnos a nosotros mismos, por el tiempo perdido, por las prisas y las oportunidades perdidas. A menudo nos damos cuenta de la bondad de algo cuando lo hemos perdido, y ya no está ahí. Y es muy triste vivir con oportunidades perdidas. Perdonarnos a nosotros mismos por lo que hemos descuidado o vivido de forma superficial, y también perdonar la forma en que tratamos a la Creación, hablando de Ecología Integral. O la no aceptación con la que hemos tratado a los que son diferentes a nosotros, teniendo en cuenta que mientras las diferencias pueden generar conflicto estamos invitados a dar un paso más; a buscar juntos el valor del encuentro. (Padre Francesco Piloni).

El Papa Francisco en relación al perdón, nos recuerda: “El Señor nos ha hecho un gran regalo “enseñándonos a perdonar para experimentar en carne propia la misericordia del Padre” “Fuera del perdón, no hay esperanza; fuera del perdón no hay paz. El perdón es el oxígeno que purifica el aire contaminado por el odio, es el antídoto que cura los venenos del rencor, es el camino para calmar la rabia y sanar tantas enfermedades del corazón que contaminan la sociedad”. Hay que “perdonar ¡todo y siempre. (…) “Este es el corazón de Dios, porque Dios es cercano y compasivo”. Preguntémonos, entonces: ¿yo creo que he recibido de Dios el don de un perdón inmenso?  ¿Advierto la alegría de saber que Él siempre está preparado para perdonarme cuando caigo, también cuando los otros no lo hacen, también cuando ni siquiera yo logro perdonarme a mí mismo? Y ¿sé perdonar a su vez a quien me ha hecho daño? “Que María, Madre de Misericordia, nos ayude a acoger la gracia de Dios y a perdonarnos los unos a los otros”.

(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

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